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NASSAU, Bahamas (AP) — El día que entraron en vigor este mes nuevas normas de inmigración en las Bahamas, oficiales en uniforme recorrieron barrios pobres de la capital y llenaron dos autobuses escolares con docenas de personas que no podían documentar su derecho a estar en esta cadena de islas caribeñas.
El gobierno, en medio de fuertes críticas tras la ofensiva contra los inmigrantes irregulares, insistió en que el momento del operativo fue una coincidencia. Pero el mensaje del operativo sorpresa, en que las autoridades estuvieron acompañadas de medios locales de prensa, no podía ser más claro: las Bahamas planean convertirse en un lugar menos hospitalario para la gran cantidad de inmigrantes irregulares.
«El mensaje es que la inmigración ilegal es un gran problema para nosotros», dijo el canciller Fred Mitchell en una entrevista reciente. «Estamos gastando gran cantidad de recursos en eso. Es una gran presión para nuestros sistemas de servicios sociales, salud pública y educación, y necesitamos controlar la situación».
Esta cadena de islas de unos 360.000 habitantes tiene una población de extranjeros superior al 18%, según un informe oficial publicado el mes pasado. Aunque la cifra precisa de los inmigrantes irregulares no se conoce con exactitud, el país ha atraído desde hace mucho a inmigrantes que llegan por mar desde Haití. Las cifras del Censo de 2010 muestran que una de casa 10 personas en las Bahamas es de Haití, un aumento en comparación con 3,6% en 1970.
Mitchell dijo que la mala aplicación de las leyes vigentes ha dejado a muchas personas en un vacío legal y ha hecho de las Bahamas un imán para los inmigrantes, que con frecuencia llegan en precarias embarcaciones.
Pero la forma en que las autoridades implementan las nuevas normas es objeto de críticas de activistas de derechos humanos, quienes se quejan de que las medidas arbitrarias y duras provocan temor en los barrios marginales donde viven muchos de los inmigrantes.
«La gente teme ir a trabajar», dijo Annette Martínez, abogada especializada en derechos humanos que documenta la situación con activistas locales.
Martínez agregó que las condiciones en el centro de detención donde colocan a los inmigrantes son «abominables», con exceso de detenidos y poco acceso a alimentos, medidas sanitarias y servicios médicos.
El gobierno dice que está trabajando para reducir la cantidad de detenidos y envió dos aviones llenos de haitianos a ese país el miércoles. «En las Bahamas, a los haitianos los tratan como perros», dijo Youtchike Dormeus, una deportada de 18 años, cuando bajó del avión en Puerto Príncipe. Bahamas, que niega tratar inhumanamente a nadie, ha deportado 3.000 personas este año.
Según las nuevas reglas que entraron en vigor el 1 de noviembre, todos deben tener el pasaporte de su nacionalidad y, si no son bahamenses, una visa de residencia o permiso de trabajo válidos. Además, el gobierno está haciendo más estricto el proceso para que las empresas reciban permisos de trabajo para extranjeros y exige que los que soliciten la visa de trabajo por primera vez lo hagan desde sus países de origen.