Sacerdotes pagaron para que los asesinaran porque uno de ellos vivía con Sida

Caribbean Digital

Fuentes: Diario Libre/Agencia AP

Los curas contrataron una banda de sicarios porque no se atrevieron a suicidarse.

BOGOTA, Colombia.- Dos sacerdotes católicos contrataron a una banda de sicarios para que los asesinaran cuando se enteraron de que al menos uno de ellos tenía Sida, informó hoy la Fiscalía General.

Los religiosos Rafael Reátiga, de 36 años, y Richard Píffano, de 37, pagaron 15 millones de pesos (unos 8.435 dólares) para que los mataran, explicó en entrevista telefónica con The Associated Press Maritza González, directora del Cuerpo Técnico de Investigación (CTI) de la Fiscalía y que lleva la investigación sobre la muerte de los dos curas.

Con base en pruebas científicas a los cadáveres se estableció que Reátiga era portador del virus del sida, precisó González.

Antes de contratar a los sicarios, según la Fiscalía, los dos curas fueron hasta una zona árida del departamento de Santander conocida como el cañón de Chicamocha. Según González, al parecer los dos hombres se iban a arrojar por un precipicio pero no fueron capaces de suicidarse.

Monseñor Juan Vicente Córdoba, secretario de la Conferencia Episcopal de Colombia, dijo estar «aterrado» por el caso y que éste representaba un duro golpe para la Iglesia colombiana por tratarse no sólo de dos de sus miembros sino por la decisión que tomaron.

La enfermedad de Reátiga habría sido la razón para buscar la muerte, agregó.

Los sacerdotes, narró González, buscaron a los cuatro sicarios –dos de los cuales están detenidos– y les dijeron que necesitaban «un trabajo, que si ellos podían asesinar a unas personas».

Los sicarios aceptaron y al final los dos curas les dijeron «que los muertos van a ser ellos dos», dijo la funcionaria.

También se estableció, según González, que tres semanas antes de autorizar su asesinato Reátiga había traspasado a su madre los bienes que tenía a nombre.

Los dos sacerdotes fueron encontrados muertos en la mañana del 27 de enero en el interior de un automóvil en el sur de Bogotá, donde ejercían su ministerio. Ambos habían sido baleados la noche anterior. No se ha precisado el tipo de arma o cuántos tiros recibió cada uno.

La Fiscalía está cerca de capturar a los otros dos asesinos, observó González.

Para las autoridades se trata de un caso de homicidio y no de un suicidio asistido.

Inicialmente la Fiscalía había investigado la hipótesis de que las muertes se hubieran producido con ocasión de un robo. Pero la pesquisa cambió de rumbo al investigar los teléfonos celulares de los dos sacerdotes y seguir la pista de las personas a las que habían llamado, dijo González.

Los investigadores del CTI se dieron a la tarea de interceptar números de teléfono que aparecían en los listados de los dos aparatos de los religiosos que habían sido robados la noche de los asesinatos.

Con base en esas interceptaciones, la Fiscalía estableció que varias personas que tuvieron comunicación con los sacerdotes los días previos a su muerte pertenecían a una banda dedicada a la falsificación de moneda, a la estafa y al tráfico de armas.

Tras esas pesquisas, en junio de 2011 fueron capturados nueve integrantes de esa banda.

Entre los detenidos, uno tenía en su poder el celular de Reátiga, explicó González.

A fines de 2011 otro hombre fue capturado como sospechoso de ser miembro de la banda y confesó a las autoridades ser uno de los que mató a los curas, explicó la funcionaria.

Aún no se han revelado las identidades de los dos detenidos, quienes deben comparecer este martes ante un juzgado penal de Bogotá como parte del proceso por la muerte de los dos sacerdotes.

Tampoco se ha establecido exactamente el rol de cada uno de los sicarios buscados por los curas.

Los dos detenidos se exponen a penas de al menos 30 años de prisión, dijo González.

«Me quedo totalmente espeluznado, admirando, aterrado», dijo monseñor Córdoba a la radio La FM. «No se imagina uno a dos personas jóvenes, sacerdotes o no sacerdotes, quien sea, que pague para que los asesinen», sostuvo.

Agregó que «para nosotros es absolutamente duro… debemos estar más cerca de Dios… para no tomar estas decisiones».

Familiares de los dos sacerdotes han dicho a medios locales que no creen en la investigación de la Fiscalía.

La Conferencia Episcopal dijo que en Colombia fueron sido asesinados seis sacerdotes católicos en 2011.

Según cifras de la Conferencia Episcopal, entre 1984 y septiembre de 2011, en el país han sido asesinados dos obispos, 79 sacerdotes, ocho religiosas y religiosos, así como tres seminaristas.