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La instalación de la tecnología 5G es una de las metas a corto plazo de naciones de todo el planeta. Mientras que en América Latina su presencia es incipiente, en economías con mayor poder adquisitivo como las de Europa, se convirtió en una prioridad en la que varios países trabajan fuertemente.
Esta tecnología multiplica las velocidades de acceso a internet, amplía el ancho de banda y permite que más dispositivos se unan a la red. Si bien el número de computadoras y celulares no ha aumentado significativamente, el 5G es un requerimiento casi obligatorio para el avance del Internet de las cosas (o IoT por sus siglas en inglés).
El concepto representa a los dispositivos inteligentes, tanto domésticos —televisores, impresoras o refrigeradores— como industriales y comerciales, todos los que necesitan conectarse a internet para el uso completo de sus funcionalidades.
El desarrollo de esta tecnología no estuvo exento de polémicas desde que China — a través de sus empresas Huawei y ZTE, entre otras— se convirtió en el líder indiscutido de ese mercado, desplazando a las tecnológicas de Europa del Norte y del propio Estados Unidos.
El presidente de la potencia norteamericana, Donald Trump, ha desplegado toda su influencia para evitar que socios de su país, entre los que cuenta a la Unión Europea, adquieran los productos chinos, acusando a sus compañías de ser herramientas de espionaje de Pekín.
“Es evidente que la gira reciente de Mike Pompeo y la solicitud explícita que ha hecho de que la Unión Europea también restrinja el despliegue de Huawei en su territorio ha tenido consecuencias”, señaló el economista y master en Relaciones Internacionales, Gustavo Girado.
El director del posgrado de Estudios en China Contemporánea de la Universidad Nacional de Lanús, Argentina, explicó que “la necesidad de quedar bien” con la primera economía del mundo quedó demostrada en las últimas declaraciones de la Comisión Europea.
En ellas, el organismo subraya que “los grupos [empresariales] europeos pueden proporcionar lo que Europa necesita. Y que en el caso de las empresas externas al bloque tendrán que «identificar a los proveedores de alto riesgo”. Asimismo, la Unión Europea se sumó a las críticas a la ley de Seguridad Nacional de Hong Kong aprobada recientemente.
Sin embargo, las señales de amistad con China tampoco han sido menores y la misma Comisión Europea informó que, a priori “la Unión Europea no se opone a ninguna empresa”. Los menores costos y el liderazgo chino en este campo representan ventajas económicas en favor de su contratación.
Así lo ha mostrado tanto España, donde Huawei trabaja activamente, como el propio Reino Unido, que tras el Brexit siguió el consejo estadounidense y expulsó a los proveedores chinos, tras reconocer que el cambio implicaría pérdidas millonarias.
“Acaban de terminar las reuniones birregionales entre la Unión Europea y la cancillería china. Se puede rescatar que hay unas instancias contradictorias desde el punto de vista de la política de Europa”, señaló Girado.
“Mientras se avanzó en muchos aspectos que tenían pendientes de reglamentaciones más profundas, como pueden ser las vinculadas a tratados bilaterales de inversiones y algunos otros criterios comerciales, en plena reunión aparecieron declaraciones políticas muy severas sobre la Ley de Seguridad que se acaba de implementar sobre Hong Kong”, apuntó el experto.
“Alemania y Francia, que básicamente son los líderes de la política que se diseña en la Unión, también son contradictorias. Si bien Alemania se mostró un poquito más reacia al comienzo —como insinuando que iba a seguir los pasos del premier británico, Boris Johnson— Francia, apostando a tener un acuerdo ventajoso en materia agrícola, está presionando por ser más condescendiente y pararse de una forma un poco más independiente respecto de Estados Unidos con China”, agregó.