Heroínas olvidadas (2da Parte)

Recopilación de Yacquelyn Castillo

Especial/Caribbena Digital

Continuamos con nuestro recorrido por la historia para conocer algunas de las heroínas de la independencia.

Manuela Diez: Al igual que muchas dominicanas, es una gran olvidada por los historiadores. Como figura de nuestra historia con méritos propios, no existe. Sólo nos enseñaron que es la madre de Juan Pablo Duarte.
Sin embargo, como madre y mujer es un modelo a seguir no sólo por haber parido y educado a uno de los hombres más firmes, ideológicamente hablando, y con una moral inquebrantable, sino por haber luchado junto con él y sus demás hijos para apoyar el proceso de liberación nacional, dejando en ese largo camino la seguridad que da el dinero, la comodidad del hogar en su patria y la tranquilidad que tantos otros prefirieron mantener a costa de claudicar, abandonando su compromiso con la Patria.
En ella encontramos a una mujer firme, dedicada, de gran valor y con incomparable capacidad de sacrificio. Soportó el destierro en dos ocasiones: en su juventud, acompañando a su esposo a Puerto Rico, y en su madurez, terminando su largo peregrinar por la vida en Venezuela. Soportó la persecución, el hostigamiento del enemigo, la violencia de los allanamientos al hogar y a sus negocios. Tuvo que vivir la vergüenza de ser expulsada de su patria por constituir, junto a los suyos, un peligro para los traidores que se alzaron con el poder luego de la Independencia.
La ejemplar entereza de aquella mujer, quedó evidenciada cuando llegó la hora de entregar los bienes heredados, como viuda de Juan José Duarte, para que su hijo los convirtiera en fusiles y en cartuchos, o a la hora de expatriarse.
A doña Manuela Diez le corresponde ocupar un puesto distinguido en el grupo selecto de las mujeres de la Independencia.
Rosa Duarte. En los libros de historia aparece poco sobre ella y es una pena porque jugó un papel trascendental en la Independencia.
Mujer de talento natural y de virtudes sobresalientes, supo conservar hasta el fin de sus días en estado de pureza, todos los sentimientos nobles y delicados que le inculcaron sus padres. Sufrió persecuciones, perdió sus bienes, padeció destierro perpetuo en unión de su madre, de sus hermanos, hermanas y sobrinos.
Trabajó activamente en los planes de independencia, soportando saqueos, atropellos y finalmente el exilio. En los preparativos para la proclamación de la Independencia, Rosa Duarte fabricó junto con otras mujeres gran cantidad de las balas que utilizó el movimiento, utilizando las planchas de plomo que había en el almacén de su padre. Fue una de las pocas mujeres que estuvieron al tanto de los secretos revolucionarios de los patriotas independentistas.
Junto a sus amigas, participó en las obras teatrales que se presentaban en el edificio de la Cárcel Vieja, desde las que se creaba conciencia sobre la causa independentista.
Por ser una mujer acuciosa y gracias a su amor, debe la historia nacional el valioso códice que se conoce con el nombre de Diario de Rosa Duarte. Un relato de primera mano sobre los acontecimientos del 27 de Febrero y una fuente importante para conocer la etapa de lucha de los trinitarios y las dificultades que enfrentaron. Fueron publicados por el Instituto Duartiano en el año 1970.
Una mujer ejerciendo un oficio que aún hoy en nuestro país es considerado masculino. Si no hubiera sido por su libro, pocas noticias tuviéramos del Padre de la Patria, ella tenía un conocimiento de él diferente, por ser la hermana.
y vio desvanecerse las ilusiones de su juventud. Prefiriendo acompañar a su madre, condenada al destierro, antes que casarse en la Patria con su prometido, Tomás de la Concha, quien además fue su maestro balero y que fue fusilado en El Seibo junto a Antonio Duvergé en 1855. En Venezuela donde murió, fue sostén y aliento de todos sus desafortunados parientes.
Mercedes Trinidad (Juana Saltitopa o La Coronela)
Mujer de carácter independiente y aguerrido, a la que muchos tildaban erróneamente de “marimacho”.
Pasó a la historia como símbolo de valentía y patriotismo y con un sobrenombre que le desagradaba porque como Juana Saltitopa se conocía, antes de que ella se destacara por su valor en el campo de batalla,
Hoy casi nadie conoce la verdadera identidad de Mercedes Trinidad, la intrépida mujer a la que sus enemigos y detractores consagraron con ese mote por charlatanería, queriéndola deprimir. Pero Mercedes Trinidad fue más que aliento y estímulo para el soldado que enfrentó al enemigo en los días del nacimiento de la República: peleó con entusiasmo y vehemencia y después de las guerras desafió los convencionalismos de su tiempo y trabajó en la calle, cruzando pueblos y campos desolados, buscando su sustento.
En 1844, cuando decidió tomar las armas, frisaba en los treinta años y quedó afectada del ardor bélico que flotaba en su ciudad natal, La Vega mientras se construían apresuradamente defensas, se desempolvaban armas antiguas y se recolectaban machetes para esperar al ejército haitiano.
Tuvo una destacada participación en la Batalla del 30 de Marzo de 1844 en Santiago de los Caballeros, con machete recortado y bien afilado, terciado a su espalda, y en su cabeza luciendo un multicolor pañuelo, al mediodía de aquella histórica fecha, secos por un instante los cañones de la línea de fuego donde ella actuaba, fue al río más cercano a buscar el agua necesitada, mostrando un gesto de atrevimiento invaluable. Por su comportamiento cargado de coraje en ese memorable día y los anteriores, los compañeros la llamaron en lo adelante La Coronela, que fue su distintivo.
También realizó labores como enfermera, atendiendo a los heridos y además transportaba pólvora en su delantal a los artilleros mientras les cantaba coplas a los soldados para que se mantuvieran contentos y valerosos.
Josefa Antonia Pérez de la Paz ( Doña Chepita)
Prácticamente la única referencia que ofrecen los cronistas son dos líneas para señalar que en el entonces “bohío” de la señora, ubicado frente a la Iglesia del Carmen, se formó el decidido grupo que juró por su vida lograr la Separación definitiva del gobierno haitiano. No hay fotos ni recuerdos de doña Chepita.
Pero ella fue más que la digna madre del más vehemente de los luchadores por la libertad y amado discípulo de Juan Pablo Duarte, Juan Isidro Pérez de la Paz. Fue la valerosa mujer que prestó su casa para fundar la Trinitaria. En esa casa, frente a la iglesia del Carmen fue donde nació la patria dominicana, debido a que allí sesionaron los independentistas liderados por el forjador de la nacionalidad dominicana Juan Pablo Duarte Díez.
Poseída de extraordinario valor y entereza, fue la depositaria de la confianza del Padre de la Patria y por tanto, la primera en enterarse de los propósitos revolucionarios del patricio. Guardó con esmero el secreto de la Sociedad. El hecho de que Duarte escogiera su hogar para formar el movimiento es un voto de confianza y un acto de rebeldía de doña Chepita, en contra de lo políticamente establecido, sobre todo en una situación tan difícil, como era el período de la ocupación haitiana.