He vuelto

JOSÉ ALFREDO ESPINAL

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SANTIAGO, República Dominicana. – El ritmo era acelerado.  Se ha distorsionado todo; incluso, mi propia vida.

La oportunidad de respirar, aun en medio del coronavirus, ver al sol en cada amanecer, abrazar y besar a mis hijos,  y a mi esposa, no eran privilegios suficientes para cambiar de rumbo.

Era una vida plena, envidiable, sin igual, realmente apartada de cosas frívolas. Pero, la práctica también distaba de aquellos acostumbrados momentos idílicos que llevaba hasta hace poco.

Por misericordia de Dios no tuvo que llegar a nuestra vida una enfermedad o la pérdida de un ser querido para reflexionar y encaminarnos nuevamente por el camino correcto. Para el mundo en nada había cambiado ese camino recto, pero todo no era cierto.

Estaba privado de mi libertad viviendo en la impudicia de una vida dividida entre la carne y el espíritu.  Confundido cometí errores y por más que trataba de rectificarlos era casi imposible.

Amparado en la fuerza de voluntad y en el verso bíblico de Filipenses 4-13: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”, he podido salir a flote. Nunca había estado tan cerca de la muerte sin ni siquiera haber estado postrado en una cama.

Todavía siento el golpe de la caída, lo admito; no fue fácil levantarme, también lo acepto, y como ocurrió con el Hijo Pródigo, Dios no se apartó de mí. Ha sido fiel, pese a que no soy digno de su bondad.

Porque conozco de tu infimita misericordia, te pido nuevamente Dios mío, perdóname. Perdóname porque te he fallado, a mi familia y a otras personas también, a las que pude haber ofendido en medio de aquella turbulencia que por un tiempo se adueñaron de mi mente y corazón.