Veinte muertos y más de mil heridos han dejado las manifestaciones en Chile

Caribbean Digital

Una multitudinaria marcha pacífica en Santiago terminó en incidentes que provocaron un incendio en una universidad y saqueos en una iglesia. Unas 75.000 personas, según la Intendencia, asistieron a la llamada tercera «marcha más grande de Chile», en la céntrica Plaza Italia de Santiago, donde a pocos metros y en medio de disturbios se quemó parte de la sede de la privada Universidad Pedro de Valdivia, que alberga las oficinas de la rectoría de la institución.

La concentración en Plaza Italia fue la tercera convocada por redes sociales y buscaba igualar la del 25 de octubre que reunió 1,2 millones de personas en la misma plaza, seguida por otra no tan masiva el 1 de noviembre.

En la noche, grupos de manifestantes bloquearon vías en las comunas de Providencia y Las Condes, de comercio y residencias acomodadas, donde armaron barricadas con basura y mobiliario público para incendiarlas en medio de gritos y cánticos en contra del gobierno.

Desde aquel viernes 18 de octubre, cuando el aumento en la tarifa del metro destapó la ira en las calles de Santiago, los chilenos reclaman contra las grandes desigualdades en un país con una economía próspera pero con un Estado ausente o laxo en educación, salud y pensiones.Veinte muertos y más de mil heridos han dejado las manifestaciones.

Felipe Berríos, sacerdote jesuita y referente de opinión pública, dijo a la AFP que cree que el gobierno de Sebastián Piñera, uno de los hombres más ricos de la región, ha sido muy lento para reaccionar, porque justamente está tocando intereses de los más poderosos.

«Hay cosas urgentes como el tema de las pensiones, el sueldo mínimo (de 418 dólares). Eso es para calmar la fiebre, pero para terminar con la enfermedad se requiere hacer un cambio de Constitución, ya que tenemos una que protege el privilegio de algunos, entonces es un desafío mayor y por eso es que hay tanta tensión», indicó Berríos.

Una reforma a la carta magna, heredada de la dictadura de Augusto Pinochet (1973-90), parece ser la clave para salir de una crisis que el gobierno se empeña en tratar como un tema de desorden público.

La activista Javiera Parada, exagregada cultural de Chile en Estados Unidos durante el gobierno de la socialista Michelle Bachelet (2014-18), considera que «claramente ha habido una falla en el sistema político». «El descontento ciudadano es con una política que no está al servicio de la gente», dice.

Como promotora de cabildos ciudadanos, Parada cree que un proceso Constituyente podrá descomprimir la movilización.

Para Chile, que estuvo 17 años bajo una dictadura -que dejó 3.200 muertos y más de 1.000 desaparecidos-, significó un gran desafío unirse para sacar al dictador a través de un plebiscito, en 1988.

«No sé si ustedes han visto llorar por el único ojo que le queda a una persona que le ha estallado un globo ocular, llorar por el otro ojo, que también lo tiene dañado. Llorar sangre».

Eso le preguntó a un grupo de funcionarios del gobierno de Chile, incluyendo a los ministros de Defensa y del Interior, el senador Alejandro Navarro, presidente de la Comisión de Derechos Humanos de la Cámara Alta chilena.

Fue durante una sesión especial de la Comisión, convocada el pasado lunes para hablar sobre la gran cantidad de acusaciones de violaciones a los derechos humanos por parte de las fuerzas de seguridad durante las masivas protestas que han sacudido al país sudamericano desde el pasado 19 de octubre.

Según la Fiscalía de Chile, 23 personas han muerto desde que comenzaron las movilizaciones. Cinco murieron a manos de agentes del Estado y otras dos fallecieron mientras estaban detenidas en una comisaría.

En tanto, más de 2.500 personas han resultado heridas durante las protestas, según la Cruz Roja de Chile. Y de acuerdo con el Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH), hubo al menos 400 lesiones por disparos de balas de goma o perdigones.

(Con información de AFP y BBC)