Una confabulación celestial

Por Mario A. Fernández
Especial/Caribbean Digital

El PLD construyó una estructura para no salir jamás del poder, por eso, en los procesos electorales del 2008, 2010, 2012 y, 2016 iba a dar pelas y, su entonces presidente anunciaba proyectos faraónicos en un programa contenido en una producción cinematográfica cuyas pretensiones alcanzaban hasta el 2044.

El Comité Político diseñó una democracia simulada para encubrir un régimen de impunidad, mediante el secuestro de la justicia, del arbitraje electoral y de la auditoría del Estado, la corrupción sin frenos que competía con el insaciable endeudamiento que produjo “el crecimiento económico” y la estabilidad que le permitió navegar por aguas tranquilas por más de tres lustros.

La estrategia de dominación peledeísta se extendió a casi todos los medios de comunicación que, al unísono, entonaban la terapia trazada desde el poder y, mediante “acuerdos” en el Palacio Nacional, con socios y cómplices se arrogaban un artístico consenso que siempre era bueno y nos convenía, pero nunca nos beneficiaba.

Todo era felicidad hasta que en el 2015 Danilo quiso la re postulación y el partido para él y su grupo, mientras Leonel se resistía con similares intenciones, al final la historia se repitió en octubre del año pasado y en esta ocasión el Estado aplastó al león, maestro, líder y guía, sellando la división del partido, del Comité Central, del Comité Político y las bases de la organización.

En diciembre del 2016 salió a la luz en Estados Unidos el pago de 92 millones de dólares pagados en sobornos en la República Dominicana, por la empresa constructora ODEBRECHT para conseguir y sobrevaluar obras en el país, esa noticia el régimen no pudo bloquear con su extraordinaria maquinaria de comunicación, generando gran indignación en los ciudadanos que justificó la primera gran marcha del siglo 21 el día 22 de enero del 2017, a la que todos asistimos vestidos de verde y que se denominó Marcha Verde.
Este reclamo ciudadano recorrió las principales ciudades del país, logrando la aprobación de la gran mayoría de los ciudadanos, sin embargo, el gobierno hizo caso omiso al reclamo de la ciudadanía y el día 16 de febrero del 2020 se produjo el aborto de las elecciones municipales, que provocó la indignación de la juventud, conectando con el reclamo que antes habían elevado los ciudadanos en Marcha Verde.

La Pandemia en medio del proceso electoral creó un extraño ambiente previo a las elecciones presidenciales y congresuales del 5 de julio pasado; para el gobierno, una oportunidad de tratar de posicionar a su candidato y, para la oposición un impedimento para desarrollar una campaña cara a cara con la gente, conforme a la mejor tradición de la política vernácula, sin mano a mano, sin abrazos ni “grajeos”.
Las encuestas más creíbles siempre colocaron al principal candidato de la oposición a la cabeza de las preferencias electorales, lo cual era inaceptable para el partido que había construido un régimen como traje a su medida con su Junta, su Justicia, su Congreso, sus Guardias y su prensa.

Una confabulación celestial había construido una serie de eventos alineados de tal suerte que desencadenaron una votación impensable en medio de una crisis sanitaria, arrojando un resultado incuestionable, que nadie en su sano juicio pretendería regatear.

Al amparo de la convocatoria #SeVan se produjo un knockout al PLD, que cuenta sus días para entregar del poder constitucionalmente, de manera inesperada mientras se enfrenta a los cuestionamientos internos y a la carrera de socios y cómplices que procuran acercarse a los vencedores para tratar de conservar privilegios e impunidades y, la demanda de una ciudadanía que le exige consecuencias.

Ese poder sobrenatural que sacó al PLD del poder, continuará impulsando al país por un mejor destino, a pesar de las apuestas de los vencidos y de los antes favorecidos. Dios siempre ha estado a favor de la República Dominicana, aún en las peores circunstancias, se las ha arreglado para sacar la cara por nosotros.
Que viva Dios!