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Toda una atracción en un mundo donde generalmente, en los últimos tiempos, las aguas cambian de color por la contaminación que genera la actividad humana. No pasa así en un lago en Westgate Park, Melbourne, sureste de Australia, que se torna de color rosa de manera natural casi todos los veranos, lo cual atrae a una multitud de admiradores ansiosos por tomar fotos del fenómeno.
La tonalidad es producida por la abundante luz solar, las temperaturas cálidas y la escasez de lluvias. Esas condiciones hacen que las algas produzcan un pigmento llamado betacaroteno que colorea las aguas del lago. Cada año, desde 2013, el fenómeno atrae en verano a miles de turistas. Hermosa vista, curioso espectáculo, aunque algunos advierten que se siente olor a “huevos podridos”.
El lago mantiene el color rosado el otoño, cuando comienzan a bajar las temperaturas y las aguas recobran el color azul.