República Dominicana ocupa el primer lugar en la lista de países con mayor tasa de mortalidad ocurrida por accidentes de tránsito en el mundo al año, según las estadísticas más recientes de la Organización Mundial de la Salud (OMS), dadas a conocer por el portal de la cadena internacional CNN en español. Ocupa la primera posición con 64.6 muertes al año por cada cien mil habitantes.
José Alfredo Espinal
Santiago, República Dominicana. – He tenido la oportunidad de conocer algunas ciudades desarrolladas de otros países y cada vez que lo hago he notado grandes diferencias, pero reflexiono: nada es más especial que vivir en nuestra tierra: República Dominicana.
Aquí hay gente demasiado buena y muy buena.
Pero existe una minoría desaprensiva que provoca en muchos el deseo de salir volando de su patria.
No solo el fenómeno de la delincuencia y la corrupción, los apagones, la falta de agua en algunos sectores y la desigualdad social que todavía impera, nos hace pensar abandonar el país que amamos.
La imprudencia de unos pocos choferes del transporte público y privado se convierte a veces en la razón por las que muchos desearían irse del país que los vio nacer.
La gente sale tarde de su casa o del trabajo y pretende llegar temprano a su destino. Ese es, sin duda, la causa por el cual son normales los accidentes de tránsito y los indeseados tapones a cualquier hora del día. Para colmo, no hay autoridad que pueda hacer prevalecer el orden público.
Los agentes de tránsito son pocos y mal pagos. Trabajan en ocasiones como en los tiempos de zafra. Si durante el día las vías públicas son tierra de nadie, imagínese usted lo que pasa por las noches, cuando ya todos los agentes se van para sus hogares.
A todo esto agregue la falta de semáforos y los que deberían funcionar no pueden hacerlo correctamente, en múltiples ocasiones por la falta de energía eléctrica o porque están averiados. Las calles y avenidas pequeñas y un sin número de negocios ocupando las aceras por donde deben caminar los peatones. Los conductores estacionan sus vehículos en cualquier lugar, transitan sin luces por las noches y no respetan las señales de tránsito; mucho menos a los peatones.
También le pueden sumar los motociclistas, los taxistas y los “padres de familia”, que con un negocio informal se apropian de las vías.
Todo eso en una sociedad organizada y con un régimen de consecuencia que funcione no pasa con frecuencia.
Si queremos imitar lo bueno de los países desarrollados que visitamos, vamos a importar las normas y vamos a cumplir la ley. No sigamos con el salvajismo.
El dominicano o cualquier otro ciudadano que viola una ley en los Estados Unidos, en los países de Europa o Canadá, por ejemplo, sabe que no podrá discutir con una autoridad civil o militar, llamar a un tío funcionario para que lo proteja o simplemente irse para su casa como si nada hubiese ocurrido.
Aunque le parezca raro, el caos en el tránsito vehicular es una de las razones por las que muchos dominicanos decentes piensan en algún momento marcharse de la tierra que los vio nacer y a la que aman.