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AGENCIA AFP.- Israel y Hamás se acusaron mutuamente de obstruir las negociaciones que se reanudaron este sábado en El Cairo con mediación internacional para alcanzar una tregua en la Franja de Gaza, tras casi siete meses de guerra.
Los mediadores -Catar, Egipto y Estados Unidos- se sentaron con la delegación del movimiento islamista para escuchar su respuesta a la última propuesta de tregua, sometida a finales de abril.
Esta oferta incluye un cese de los combates por 40 días y un canje de rehenes israelíes retenidos en Gaza desde el 7 de octubre a cambio de palestinos presos en Israel.
Un dirigente de Hamás reiteró a última hora del sábado que el movimiento islamista palestino no aceptará «bajo ninguna circunstancia» un acuerdo que no incluya explícitamente el fin de la guerra.
Previamente había indicado que las negociaciones no permitieron por el momento «ninguna evolución». «Las negociaciones de hoy terminaron y habrá una nueva ronda mañana», añadió.
Un dirigente israelí ya había considerado poco antes la postura de Hamás como un obstáculo a cualquier acuerdo.
«Hasta ahora, Hamás no ha abandonado su exigencia de poner fin a la guerra, obstruyendo así la posibilidad de alcanzar un acuerdo», dijo a la AFP el alto cargo israelí, bajo condición de anonimato.
El funcionario negó reportes de que Israel hubiese aceptado terminar la guerra a cambio de la liberación de los rehenes en manos de Hamás.
Los bombardeos israelíes continuaron en Gaza, especialmente en Rafah, ciudad del extremo sur de la Franja donde se hacinan alrededor de 1,5 millones de palestinos.
AMENAZA DE ATAQUE CONTRA RAFAH
Israel, que no está presente en las negociaciones de El Cairo, solo enviará una delegación si se avanza en el «marco» del intercambio de rehenes, declaró un representante israelí en Jerusalén, y añadió que esperaba «negociaciones difíciles».
Según el portal Axios, el jefe de la CIA, William Burns, se encuentra en la capital egipcia.
Israel, que al igual Estados Unidos y la Unión Europea califica a Hamás como organización terrorista, se opone al alto el fuego definitivo e insiste en lanzar una ofensiva terrestre contra Rafah, por considerarla el último bastión de los comandos islamistas.
«Haremos lo que sea necesario para ganar y vencer a nuestro enemigo, también en Rafah», reiteró esta semana el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu.
El dirigente de Hamás que reiteró la exigencia de un cese el fuego permanente afirmó que Netanyahu «obstaculiza» los esfuerzos de negociación debido a «intereses personales».
«La obstinación» de Israel puede «comprometer las negociaciones y Netanyahu cargará con la responsabilidad», agregó, advirtiendo que «el ocupante pagará un alto precio» en una ofensiva contra Rafah.
Estados Unidos se opone a una invasión de ese territorio palestino, especialmente si el Estado hebreo no protege a los civiles.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) advirtió que esa ofensiva en Rafah podría desembocar en «un baño de sangre».
Según el diario The Wall Street Journal, que cita a fuentes egipcias, Israel dará una semana de margen a las negociaciones antes de lanzar la ofensiva contra Rafah.
Netanyahu también enfrenta una fuerte presión interna: miles de israelíes volvieron a manifestarse el sábado en Tel Aviv para exigir un acuerdo sobre los rehenes.
«UNA VERDADERA HAMBRUNA»
Una operación terrestre en Rafah también puede comprometer la ayuda humanitaria que entra en la Franja, en su mayoría por esta ciudad en la frontera con Egipto, y que ya resulta insuficiente para los 2,4 millones de gazatíes.
«La hambruna está ahí, una verdadera hambruna en el norte y que se desplaza hacia el sur», advirtió la directora del Programa Mundial de Alimentos (PMA), Cindy McCain, en un extracto de una entrevista que la cadena estadounidense NBC emitirá íntegramente el domingo.
La guerra estalló el 7 de octubre tras la incursión de comandos islamistas que mataron a 1.170 personas, en su mayoría civiles, y secuestraron a unas 250 en el sur de Israel, según un balance de la AFP basado en datos israelíes.
Las autoridades de Israel estiman que, tras un canje de rehenes por presos palestinos en noviembre, 129 personas permanecieron cautivas en Gaza y que 35 murieron.
La ofensiva lanzada por Israel en respuesta al ataque ha dejado hasta el momento 34.654 muertos en Gaza, en su mayoría civiles, según el Ministerio de Salud.
El conflicto también aumentó las tensiones en Cisjordania ocupada, donde el ejército israelí afirmó haber matado el sábado a cinco «terroristas» palestinos cerca de Tulkarem (norte) tras doce horas de asedio a esa población.
Las Brigadas Ezzedine Al Qassam, brazo armado de Hamás, confirmaron posteriormente la muerte de tres combatientes en esa zona, entre ellos su jefe local, Alaa Adeeb.