Las vacunas de mi madre

Por: Ramón Antonio Veras

 

I.- La prevención de mamá 

1.- Aunque han transcurrido casi cuatro décadas de haber fallecido, a mi madre la tengo siempre presente,  fija  en mi conciencia, con  la misma admiración y veneración; cada día la glorifico más y  más;  sigue siendo mi ídolo y guía espiritual.

Negro Veras. Archivo.
Negro Veras. Archivo.

2.-  Tengo más que justos motivos para ensalzar, mirificar por entero a mi  progenitora; una  mujer de origen campesino,  analfabeta funcional, y con  una inteligencia fuera de lo común, sumamente aguda,  que en sus  ojos expresaba su agilidad mental.

3.- Mi vieja era muy perspicaz. Me  lo demostró porque un día estando sentado  en la sala de nuestra casa, al observarme muy pensativo se acercó y me dijo:   “Negro te noto preocupado, al parecer algo te ha pasado, y  tú no estás  llamado a turbarte por nada en la vida”.

4.- Al escuchar a mamá, me llamó la atención que me dijera que no estoy llamado  a preocuparme por nada en la vida, por lo  que le pregunté, por qué  me decía eso. De inmediato me respondió con algo que consideré una leyenda suya.

5.- La explicación que mamá me dio fue que  cuando estaba embarazada de mi,  al tercer mes de gestación procedió a inyectarse varias vacunas para que  su criatura, que luego sería yo, fuera inmune  a todas las cosas malas que  podrían afectarla  desde el nacimiento hasta su muerte.

6.- Luego de oír con mucha atención el relato de mamá, la cuestioné en el sentido de contra cuales enfermedades actuaban esas vacunas que se había aplicado durante el tiempo que permanecí en su vientre.

7.- Mi vieja no perdió el más mínimo tiempo para contestarme;  lo hizo diciéndome que las  vacunas que se inyectó  servirían en el futuro   para  librarme  de todo, incluyendo los malos espíritus, y principalmente de las maldiciones que  pudieran   lanzarme  mis adversarios mientras viviera.

II.- Mamá me preparo para resistirlo todo

8.- La leyenda de mi madre, de que estoy vacunado contra todo, incluyendo  insultos,  anatemas, injurias, envidia, difamación, descalificaciones,  acumulos y bellaquerías, es una realidad en mi, no por efecto de las vacunas, sino porque su preocupación me creó  la convicción y disposición de  soportar al maldiciente, malcriado y malvado descalificador profesional.

9.- Estoy formado para hacerle caso omiso a la condenación; soportar a los que sueltan sapos y culebras por sus bocas, a quienes me maldicen con barbaridades y a aquellos que  me odian porque  son escorias sociales, basura, y  de mi dicen pestes. Me mantengo en paz espiritual,  exento de las porquerías que anidan en  su mente los mediocres de esta sociedad.

10.- Al ser  inexpugnable a la intención del asqueroso y perverso blasfemo, me muevo tranquilo a sabiendas de que despotricar contra  mi no es más que el maldiciente perder su tiempo,  arar en el mar, ladrarle a la luna, comportarse como un   mal encaminado, desnortado, en sí, un  despistado.

11.- La confianza y el amor que le guardo a mi madre, fortalece mi estado mental para vivir con  la creencia de que en verdad estoy liberado de que  sobre mi caiga algún perjuicio, agravio, injuria, ultraje o cualquier acción que se ponga en movimiento para lastimarme, mortificarme, sacarme de casilla, dañarme personal y moralmente.

12.- La alegría que me impregnó  mi madre, para que por nada me amargue la vida y nunca la  tristeza se apodere  de mi; la congoja, la agonía ni el desaliento me rosen;  vivo gozoso, no prisionero  de  pesares, y  la consternación sólo la tomo en cuenta cuando alguien resulta afectado.

13.- Soy un hombre libre entero, nacido y formado para no guardar rencores; presto para dispensar y no condenar;  excusar, no inculpar; comprender y no vengar. No conozco los resentimientos que sólo guían al ser humano a estigmatizar, satanizar, señalar con el dedo para deshonrar a quien ha llevado una vida digna.

14.- Hacer mía la leyenda de mamá me ha servido para no  estar atado ni limitado por nada,  Cuantas cuestiones expongo por medio de mis escritos es porque considero que al  hacerlo contribuyo en algo a llevar a la opinión pública mi criterio sobre lo planteado, aunque puedo estar o no equivocado.

III.- La discriminación contra los  LGBT hay que abordarla

15.- No soy gay, y si lo fuera lo diría públicamente; defendería mi  preferencia sexual con el  mismo vigor que he sostenido y sostengo mi criterio ideológico, sin ataduras de ninguna clase. Pero el hecho de no ser gay, no me impide hacer causa común con  los discriminados y despreciados que forman el colectivo LGBT.

16.- Están totalmente equivocados, fallan en sus cálculos alegres,  aquellos que creen que con aviesos comentarios van a lograr callarme o de que cambie de opinión con relación  a la discriminación que sufre en el país la comunidad  LGBT.

17.- Por fidelidad a mis ideas,  estoy impedido  hacerme el desentendido de lo que en mi país está a la vista de todos y todas;  sería  una irresponsabilidad quedarme al margen  de algo que está ahí, latente, a la vista de todo el pueblo; me comportaría  como un indiferente, cubriéndome los ojos con un  manto de frialdad, de pura apatía.  Si el asunto está sobre el tapete, hay que  discutirlo sin importar las descalificaciones de los canallas que lucen huérfanos  de argumentos para destruir la verdad de que en nuestro país  se discriminan a LGBT.

18.- Resultaría  muy cómodo,  una posición fácil cohibirse de abordar  un fenómeno social que se tiene como tabú;  tema prohibido tocar y si se toca es para censurar y ofender a los LGBT.  Ningún texto dispone que esté fuera de ley decir que en  nuestro país la  comunidad LGBT, es discriminada hasta en el mismo seno familiar.

19.- Por el contrario, en  lugar de evadir el tema de  LGBT hay que seguir abordándolo con seriedad, sin limitaciones de ninguna clase. Coartar por medio del chisme, la intriga y la difamación para que no se lleve al seno de la opinión pública algo que afecta a un  amplio segmento de la sociedad, no es más que postergar dilucidar, no poner en claro  un asunto de interés para toda la sociedad.

IV.- Creo correcto defender las causas justas

20.- A los que quieren herirme calificándome de gay, pájaro y cundango, les digo que  las diatribas me tienen sin cuidado; no me quitan el sueño, me hago el desentendido, me encojo de hombros, porque estoy acostumbrado a escuchar ladridos y aullidos, y  las murmuración venenosa me motivan  risa.

21.- Mi formación personal, y criterio político e ideológico me permiten permanecer tranquilo ante los desesperados que, ante la imposibilidad de enfrentarme directamente, recurren a querer, sin lograrlo, apenarme, pura y simplemente, que pierda mis cabales para satisfacer sus prejuicios discriminatorios.

22.- Solamente los enfermos de sectarismo, los dominados por el atavismo histórico  pueden creer que con  sus epítetos cargados de odio me van a intimidar, achicar mis ideas y amilanar mi voluntad. Apabullarme no lo lograrán, asustarme jamás, acorralarme, nunca.

23.- Mis ideas las  expongo  con la claridad que creo tener;  me siento sano, nada de achacoso; saludable, no estoy  trastornado en nada, en mi cuerpo no hay  padecimiento y mi mente está despejada, libre de torpeza y confusión, listo para responderle a los  descalificadores que buscan arrinconar a los que defienden a tener su  derecho a la libertad de preferencia sexual.

24.- Me motiva defender  el derecho del colectivo  LGBT,  porque he vivido con el convencimiento de que es correcto  defender las causas justas, y que la especie humana no puede vivir encadenada, hostilizada, burlada, humillada, arrinconada y despreciada por los que con encono, ensañamiento  y  encarnizamiento buscan  cebarse  contra los que,  sintiéndose  marginados sociales, están impedido de ser libres.

25.- Por último, a los canallas que disfrutan con las granujadas, diabluras y travesuras,  me permito decirles  que vivo mentalmente confiado en la efectividad de las vacunas  que me transmitió mi madre, cuando me encontraba en su vientre. A ella agradezco la inteligencia  que tuvo de hacerme sentir la  prevención de las enfermedades que podrían  contagiarme, transmitidas por especímenes raros  de una sociedad cochina,  como la que me ha correspondido vivir, en la que pululan descalificadores, discriminadores, farsantes, hipócritas, canallas y  sinvergüenzas de todos los calibres.