Las plazas como elemento fundamental en la Ciudad Colonial

La plaza es un elemento urbano que comienza a definirse en la antigua Grecia. El Ágora era el espacio público en donde se reunían los ciudadanos a discutir sobre política, economía, guerras, filosofía y religión.

En Roma, la plaza fue un lugar fundamental. En el Foro, alrededor del cual se levantaron edificaciones dedicadas a tribunales de justicia común, templos dedicados a las divinidades y espacios para el comercio, se reunía la gente, a la manera del Ágora griega, y se discutían las cuestiones importantes para los ciudadanos. Allí inclusive se podía impartir justicia.

En la Europa medieval con el desarrollo paulatino del urbanismo, la plaza fue uno de los puntos centrales de la vida urbana; alrededor de la cual se levantaron los ayuntamientos, palacios de gobierno, iglesias o catedrales, dependiendo del momento histórico.

A medida que se desarrollaron las ciudades, aparecieron plazas secundarias, destinadas al encuentro de la comunidad y al desarrollo de actividades comerciales. Aunque en el entorno de las plazas podían existir locales dedicados al comercio permanente, una o más veces a la semana, se desarrollaban actividades comerciales en la misma plaza, en donde se vendían artículos agrícolas, animales y objetos artesanales en puestos que se desmontaban al caer la noche.

En estas plazas también se erigieron monumentos conmemorativos de hechos históricos o en honor a héroes nacionales, así como imágenes religiosas, dependiendo de la cultura o de la región. Durante el Renacimiento y en épocas posteriores, la nueva urbanística diseñada racionalmente sobre la mesa del artista arquitecto, dedicó a la plaza el lugar central desde el cual se desarrolla la ciudad, reconociendo su importancia y su larga tradición. Esta plaza central, notablemente de mayor dimensión que cualquier otra que apareciera en el tejido urbano recibía las edificaciones en donde se desarrollaban las funciones de dirección y manejo de la ciudad: la iglesia, el ayuntamiento y el palacio de gobierno del sistema político imperante.

Las plazas en general mantienen en todas las épocas la función primordial de encuentro de los ciudadanos, así como su papel de sede de los principales eventos populares que pudieron ser celebrados anualmente o de vez en cuando. Ejemplo de lo primero era la celebración de ferias y procesiones y, en el segundo caso, la presentación de eventos artísticos de juglares, contadores de historias o compañías de cómicos itinerantes. También se utilizaban para congregar la multitud a escuchar algún evangelizador o predicador, en fin, que había muchos motivos para congregar al pueblo en la plaza.

En la ciudad de Santo Domingo a pesar de haber sido diseñada de acuerdo con el más moderno pensamiento renacentista, ordenadamente, en forma de damero, se levanta la plaza central, hoy parque Colón, con solo dos funciones direccionales a su alrededor, ayuntamiento y catedral, dejando fuera de manera razonada, el palacio de gobierno y las funciones de sede del mercado, el que se desarrolló en otro punto de la ciudad.

El parque o plaza Colón contiene en su lado oeste, el edificio del Ayuntamiento, y en su lado sur, la Catedral. Hoy en día, en el centro de la plaza se encuentra el monumento al descubridor Cristóbal Colón.

El primer virrey Don Diego Colón, hijo del Almirante, levantó el Alcázar, retirado de la plaza central, creando para sí una nueva plaza alineada con las dependencias de su servicio, dentro del recinto amurallado de su palacio. Sin embargo, muy cerca, desde el punto de vista urbanístico, existía una pequeña plaza llamada del Contador, justo en donde se levanta hoy el palacio de telecomunicaciones, en donde se celebraba el mercado de la ciudad, varias veces a la semana.

Frente al conjunto de la iglesia y convento de los padres Dominicos, existió una plaza dedicada a la celebración de corridas de toros eventuales. Por esta razón, entre los soportes de la gran espadaña del lado norte de la iglesia de Santo Domingo, existe un balcón o palco, desde donde los religiosos contemplaban las corridas taurinas. Hoy en día este espacio es el parque Duarte, en medio del cual se levanta la estatua del padre de la Patria, Juan Pablo Duarte.

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