Por: Manuel Rosario
Definitivamente que el documento emanado de la Conferencia del Episcopado Dominicano en víspera de la celebración de la Independencia Nacional, es una joya que debe ser debidamente estudiada, analizada y reflexionada con la intención de tomar acciones correctivas que eliminen las principales causas de los males que aquejan a nuestra nación, pero también debe ayudarnos a mantener el espíritu alegre y positivo que caracteriza al dominicano.
Ojalá que todas las iglesias del país le dediquen el tiempo a esta gran reflexión/propuesta de nuestros obispos y que cada comunidad reflexione sobre las cosas que debemos ir mejorando.
A mi entender, este documento viene a ratificar la necesidad que tiene el país, y el mundo, de contar con creyentes que vivamos una fe ardiente, que queme nuestros corazones y nos ayude a expresar el amor al prójimo a través de gestos y acciones concretas. Una fe que nos lleve a denunciar la impunidad, la corrupción y la falta de justicia. Una fe que nos motive a ayudar a los hermanos que necesitan, sin importar su partido o su nacionalidad. Una fe que nos lleve a respetar y tolerar a los hermanos de otras religiones. Una fe que nos impulse a colaborar con las diversas instituciones que trabajan para reducir la violencia intrafamiliar y los feminicidios.
Queridos hermanos en la fe, compatriotas y extranjeros que residen en nuestra querida Quisqueya: es tiempo de que logremos cambios en la sociedad, no a través de la crítica estéril, no a través de maldecir a nuestros gobernantes y funcionarios; sino a través de la oración continua, del buen ejemplo en cuanto al respeto a las leyes se refiere, a través de la denuncia proactiva y a través del amor, el gozo y la paz que como cristianos deberíamos manifestar.
Comencemos a realizar un cambio en nuestros hogares. Hagamos de cada casa, un centro de oración y alabanza a nuestro Dios, donde los hijos y padres oren juntos, donde se coma a la mesa después de pedir la bendición, donde se aparten los celulares para comer en familia aunque sea un dia a la semana. Y si usted es ateo: convierta su casa en un espacio de felicidad, respeto, cordialidad y cariño.
Comencemos a romper los paradigmas que actualmente dirigen los pasos de muchos de nuestros jóvenes, los cuales sienten la necesidad de acumular grandes riquezas y lograr fama de cualquier manera para sentirse valorados y apreciados. Enseñemos a nuestros hijos que su valor no se lo da un titulo universitario, ni su cuenta de banco, ni las visitas en youtube, sino que su valor como persona humana, única e irrepetible, es sencillamente incomparable.
Pidamos a Dios que siga dando sabiduria y humildad a nuestros obispos, para que puedan continuar guiando a nuestro pueblo por el sendero de la luz. Pidamos también para que nos dé la capacidad de tomar las decisiones correctas cada día, en todas las situaciones que nos presenta la vida.
Dios les siga bendiciendo!