La humildad no se promueve, se practica

José Alfredo Espinal

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Santiago, República Dominicana.- Siempre la pobreza ha sido un parámetro equivocado para demostrar la humildad en el ser humano. Incluso, hay pobres más altivos (arrogantes) que los propios ricos. No se trata de pobreza o de riqueza. Es un egocentrismo del ser humano que se va expresando poco a poco.

Grave error también es pensar que una persona ha perdido la humildad cuando en un momento determinado mejora su estatus social. Realmente no cambió. Era así, pero nadie se había dado cuenta.

Muchos promueven la humildad por el hecho de proceder de una comunidad apartada; otros porque vinieron de abajo y se superaron con esfuerzo y dedicación. La humildad es más que eso. Es una disciplina de vida, es respeto a los demás sin importar su credo religioso, bandería política o posición social.  La humildad es sinónimo de obediencia y fidelidad.

Por eso la percepción juega un rol fundamental al momento de juzgar quien es o no una persona humilde. Porque la arrogancia se esconde para aparentar una humildad que no existe.

La humildad es una cualidad intrínseca del ser humano que no se promueve, se practica. No se vende en las tiendas, pero tampoco se aprende en las universidades. Se nace con ella y se cultiva en los hogares, a través de la formación familiar que recibe la persona.

Hablar bonito,  en voz alta o de manera diplomática no define al ser humano, pero lo conecta con el prójimo y va creando un acercamiento que suele confundirse con la humildad de la persona. No necesariamente es así. La humildad no puede mancillarse y tampoco puede simularse.   La humildad es, y nada más…

Una respuesta a “La humildad no se promueve, se practica”

  1. La humildad es no sentirse superior a los demás sino que todos somos iguales delante de Dios .

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