La difícil decisión de perdonar

José Alfredo Espinal

Caribbean Digital

SANTIAGO.- Cuando en la vida se enfrentan situaciones difíciles se requiere de habilidades, esfuerzos, mucho trabajo o inteligencias especiales para poder combatir esa realidad que en algún momento determinado padecemos.

Para tomar una decisión hay que tener firmeza, seguridad o determinación con que se hace una cosa.

Y para perdonar se debe olvidar la falta que ha cometido otra persona, no guardarle rencor ni castigarla por ella, o no tener en cuenta una deuda o una obligación que otra tiene con ella. También, es librar a una persona de un castillo o una obligación.

Son tres conceptos que recoge “la –difícil- decisión- de –perdonar-”.

Según Lucas 17:3-4, “ ¡Tened cuidado! Si tu hermano peca, repréndelo; y si se arrepiente, perdónalo.  Y si peca contra ti siete veces al día, y vuelve a ti siete veces, diciendo: «Me arrepiento», perdónalo.

Tomar la decisión de perdonar a alguien es difícil, primero porque hemos sido víctima de algún tipo de  injusticia, en segundo lugar, porque en algún momento hemos herido alguien con agresiones físicas o algún tipo de sus sentimientos con calumnias y murmuraciones.

“Amados, nunca os venguéis vosotros mismos, sino dad lugar a la ira de Dios, porque escrito está: mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor”, Romanos 12-19. Es decir, no hay razón para ir detrás de aquel que nos ha hecho daño. La justicia divina se encargará de todo. Aunque pasen los días, los meses y los años, esa persona deberá responder ante Dios por sus hechos.

Todos o casi todos en la vida hemos atravesado momentos difíciles, por no perdonar al prójimo y por querer hacer justicia por cuenta propia. Por querer cobrarnos la maldad que nos han hecho somos capaces de convertirnos en vengadores, sin importar el precio o el dolor que a lo interno padecemos por el simple deseo de complacer nuestro ego.

Te invito a que echemos atrás ese afán de odio, rencor y venganza. Por más que nos afanemos aquí todo se queda. Se queda la pobreza, se queda la riqueza. Más tarde que nunca todos vamos a desaparecer. Ese será el momento de rendir la verdadera cuenta.

Colosenses 3:13, “Soportándoos unos a otros y perdonándoos unos a otros, si alguno tiene queja contra otro; como Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros”.