El mito pseudocientífico que puede estropear una relación

Aunque los libros y películas románticas siguen predicando el evangelio del amor eterno y verdadero, por los siglos de los siglos, la ciencia se ha dedicado a desmontarlo minuciosamente, empaquetarlo con primor y depositarlo cuidadosamente en el contenedor del reciclado. Hoy, recibimos constantemente el mensaje de que debemos desprogramar el amor a largo plazo y hacernos a la idea de que, inevitablemente, el enamoramiento desaparece para dar paso a otra cosa. Los científicos del amor vienen a decirnos: puede que hoy estés en el cielo del amor, pero mañana te arrepentirás de no haber firmado la separación de bienes.

Sin embargo, las cosas podrían no estar tan claras como parecen. La psicóloga estadounidense Barbara Fredickson ha publicado un libro, “Love 2.0: How Our Supreme Emotion Affects Everything We Feel, Think, Do and Become” (“Amor 2.0: Cómo nuestra emoción suprema afecta todo lo que sentimos, pensamos, hacemos y llegamos a ser”) que afirma que el amor es mucho más volátil de lo que hasta ahora nos había contado pero, a la vez, podría ser infinitamente renovable.

Fredickson afirma que, en realidad, nos estamos desenamorando y enamorando constantemente, con lo que las relaciones que perduran lo hacen simplemente porque ambos se preocupan constantemente por avivar el interés del proyecto en común.

De hecho, un estudio realizado en 2010 demostró que las áreas cerebrales que se activaban con el amor en sus primeras fases seguían activas en las parejas enamoradas a largo plazo, y que lo que estas perdían era la sensación de ansiedad y pensamientos obsesivos propios de la fase inicial del amor. Moraleja: no hay que hacerle demasiado caso a los mensajes científicos que pretenden encorsetar el amor. ¿Por qué dejar que una teoría nos estropee, por adelantado, una relación?

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