Danilo Medina deja la Presidencia con sus luces y sombras

Leonora Ramírez

Hasta las diez y veinte de la mañana del domingo el presidente Danilo Medina estará al mando del Poder Ejecutivo, un estamento que ha dirigido durante ocho años y en cuyo trayecto tanto él como el Partido de la Liberación Dominicana (PLD) consolidaron un peso político que se descalabró en menos de dos años, desde que se asomó la idea de un tercer mandato consecutivo.

Cuando Medina baje las escalinatas del Congreso Nacional, antes que el presidente del Senado le coloque la banda presidencial a su sucesor Luis Abinader Corona, se llevará consigo la derrota estrepitosa de un PLD que durante 16 años tuteló las principales esferas de poder del país.

Quizás saldrá silencioso como siempre, acaso imperturbable, con una reducida comitiva propia de los que se alejan de los rituales del poder.

Sin embargo, en un discurso de despedida pronunciado el jueves en la inauguración de un hospital en Neiba, expresó que se va con la satisfacción del deber cumplido.

“He gobernado respetando los derechos de los ciudadanos. No he atropellado a nadie, no he perseguido a nadie por sus ideas, he respetado el derecho a disentir del Gobierno, lo he respetado más allá de lo que permite la convivencia pacífica en un estado democrático de derecho”, refirió.

Medina, de 68 años, logró altísimos niveles de popularidad en sus primeros años de Gobierno e incluso en las elecciones presidenciales del año 2016 obtuvo el triunfo con un histórico con el 61.91%.

Pero ahora deja la Presidencia con una secuela de críticas, principalmente por corrupción, nepotismo, exagerado manejo de la nómina pública e incremento del endeudamiento, que ya ronda los US$38,574.8 millones, un 47% del PIB.

Esos elementos opacan la estabilidad económica, las inversiones en la educación preuniversitaria, la asistencia a los sectores desfavorecidos y la inyección de recursos a la agropecuaria a través de 290 Vistas Sorpresa que englobaron una inversión de RD$51,327, 174,005 en 2,466 proyectos.

Pero los dos aspectos que más enturbian la salida de Medina son el caso Odebrecht, cuyos implicados en el pago de 92 millones de dólares en sobornos por la contratación de obras estatales aún no han sido condenados, y la crisis política por la suspensión de las elecciones municipales de febrero, debido a fallas técnicas en el voto automatizado que, en principio, se interpretaron como intentonas de fraude.

El presidente se irá con un partido fragmentado por la renuncia del expresidente Leonel Fernández, quien formó tienda aparte con la Fuerza del Pueblo porque en las primarias para escoger al candidato presidencial se habría cometido un fraude en su contra.
Medina quizás también se va con el sabor amargo de no haber podido reformar la Constitución para postularse por tercera vez.

El modelo Danilo Medina. Medina, considerado como uno de los principales estrategas del PLD, aspiró por primera vez a la Presidencia en el 2000 pero fue derrotado por Hipólito Mejía, del Partido Revolucionario Dominicano (PRD).

En el año 2007 levantó otra vez su proyecto presidencial pero en las elecciones internas del PLD fue derrocado por el entonces presidente Fernández, lo que para él significó que el Estado se impuso.

En el 2012 ganó la Presidencia y desde ese primer mandato exhibió una imagen de cercanía con los sectores empobrecidos, revolucionó el sector educativo con la inversión del 4% del PIB, la implementación de la Jornada Escolar Extendida, la construcción de más de 10,000 aulas, la reconstrucción de 50 hospitales, la construcción de la termoeléctrica Punta Catalina, la extensión de las líneas del Metro de Santo Domingo, la construcción del complejo habitacional La Nueva Barquita, en Santo Domingo, y de Boca de Cachón, en Jimaní, entre otras obras.

En el 2015 comienzan a sentirse los aires reeleccionistas y se reforma la Constitución para que opte por un segundo mandato. Concretado ese hecho también propicia las condiciones para ampliar su poder en otros estamentos del Estado.

Por eso, en la campaña electoral del año 2016 expresó que “un presidente que no tiene Congreso no lo dejan gobernar. Yo necesito mi Congreso y esos compañeros que estamos postulando aquí son parte de mi Congreso, tienen que marcarme a mí, a mis congresistas, a mis regidores y a mis alcaldes”.

Del éxito electoral a los sobornos de Odebrecht. El segundo mandato de Medina significó el inicio de una crisis en el PLD porque el expresidente Fernández también tenía aspiraciones y tuvo que ceder.

El éxito le sonreía al presidente, quien continuó con su programa de construcción de aulas, hasta alcanzar más de 23,000 al término de esta gestión, mejoras salariales para maestros y médicos e incremento de las ayudas sociales.

Pero en el 2017 detona una bomba: el escándalo de corrupción Odebrecht, cuyas magnitudes provocaron un repudio social que se expresó a través de las protestas de la denominada Marcha Verde.

Aunque 14 funcionarios y exfuncionarios fueron incluidos en el expediente, solo quedaron seis a partir de decisiones adoptadas en los tribunales.

Mientras en otros países donde ocurrieron casos similares rodaron cabezas, aquí no se satisfizo la sed de justicia de los ciudadanos indignados.

Precisamente el próximo 21 de septiembre se reinicia el juicio de fondo contra los imputados.

La reelección
Los críticos de Danilo Medina le atribuyen un manejo patrimonial del Estado y unas ansias de poder que lo llevaron a intentar reelegirse a costa de la unidad de su partido. En julio de 2019 comenzó la intentona, con el rechazo del expresidente Fernández, quien renunció del PLD. Esa ruptura selló la derrota del PLD, cuyo candidato, Gonzalo Castillo, no llenó las expectativas del electorado aunque contó con todos los recursos económicos y mediáticos para presentar sus propuestas.

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