Cuando nos acompaña el éxito olvidamos lo imprescindible

JOSÉ ALFREDO ESPINAL

[email protected]

SANTIAGO, República Dominicana. – Un día me levanté, como de costumbre, a las 6:00 de la mañana.  Oré a Dios por mi familia, mi esposa, mis hijos, los amigos, y también por aquellos adversarios que nos ganamos de forma gratuita. Clamé, además, por mi país; y también agradecía al Altísimo por mi salud, por la vida, por el empleo, por mi hogar y mis logros personales.

Mientras oraba, mis pensamientos volaban, es decir, sentía que no encontraban donde sostenerse en medio de tanta incertidumbre emocional. Confundido estaba como el perdido en medio del desierto, sin brújula que indique hacia qué parte dirigirme.

Realmente, en ese instante, me estaba dando cuenta que alguien extremadamente importante hacía falta en mi vida. Admito que yo lo estaba dejando escapar por mi soberbia y mi arrogancia.

Pero comprendí que quien huye somos nosotros; El Señor siempre se mantiene firme, a la espera de que su hijo decida regresar. Él no guarda rencor, se caracteriza por amar y perdonar. Él es perfecto.

En ese breve momento íntimo que aproveché para hablar con Dios me sentía solo y vacío, pese a que tengo muchos motivos para agradecerle al Altísimo; más de lo que ustedes se imaginan.

Pero, uno de los problemas de los seres humanos es que nos creemos, en ocasiones, autosuficientes. “Una vez sanos, no recordamos a los médicos”.

A veces nuestra ingratitud se multiplica cada vez que alcanzamos un peldaño.  Esa característica suele acompañar al ser humano. Me apenas saber que he sido de aquellos que han anhelado tener cosas, sin aprovechar lo que posee.

Nos creemos superiores a los demás, la humildad se pierde o realmente solo deja expresado que nunca existió. Olvidamos lo imprescindible cuando nos acompaña el éxito.  Y dejamos de lado palabras tan elementales como estas: “Porque, ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma?. ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma”, Mateo 16-26.

Dios, ese que permite el éxito, se mantiene firme. Su amor y perdón hacia nosotros es infinito.  No olvidemos que es imprescindible. De lo contrario, siempre existirá ese vacío entre nosotros que otros no perciben porque solo ven lo que está a la vista.