Cuando el enemigo nos ataca y la soberbia nos traiciona

José Alfredo Espinal

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Santiago, República Dominicana. – He sido un hombre afortunado y rico, pero con el oro en mis manos, erróneamente, había estado queriendo buscar fortunas en otras partes.

También en mi vida he tenido muchos retos. He sido víctima de la infamia de mentes perversas. He sido víctima, incluso, de mi propia soberbia; cuantiosas pruebas son las que han marcado mi vida.

He aprendido, además que, en medio de todo este proceso, Jesucristo sigue siendo fiel. Me ha hecho recapacitar que todo aquello que no viene de Dios, bueno no es.

Aprendí que siempre tendremos obstáculos, pero también que llegará la oportunidad de rectificar.

Cuando actuamos por nuestra propia convicción, el enemigo atenta con la vida de cualquier ser humano sin importar su capacidad intelectual o su posición económica. Echamos a un lado quienes somos y lo que realmente es importante en nuestras vidas. Nos dejamos llevar por la soberbia y por el impulso que nos aparta del camino correcto.

Sin embargo, cuando hemos reconocido lo equivocado que estábamos, pedimos perdón a Dios y fijamos nuestra mente y corazón en lo que realmente tiene valor y alimenta nuestra alma, recae la misericordia del Todopoderoso. Aquel que siempre ha estado ahí, pero que equivocadamente en alguno momento apartamos para buscar solución por nuestras propias cuentas.

Perdonar debe ser continuo en nuestras vidas porque no somos perfectos, y a diario, con nuestro estilo de vida, podríamos estar haciendo o diciendo cosas que no agradan a Dios.  Por eso hoy quiero pedirle perdón a Dios, a mi familia, a mis amigos, hermanos, compañeros de labores y también a las personas a las cuales no les agrado.

Seamos felices y sepan que lo mejor aún está por llegar.

¡Qué Dios arrope sus vidas y la nuestra de bendiciones!