Cristóbal Colón y pobreza, 530 años después

Por: Ramón Antonio Veras 

I.- No es para jeringar; solamente una preocupación 

1.- No es escribir por afición, exponer una idea diciendo que, luego de la llegada de Cristóbal Colón, en lo que hoy constituye el territorio nacional, nunca ha existido la felicidad en el pueblo dominicano.

2.- Sin importar que sea bienestar material o espiritual, la satisfacción nunca ha acompañado a las masas populares. Aquellos que aquí representan la mayoría de la población, han permanecido entre desgracias, tristezas y desventuras.

3.- No es una exageración decir que las dominicanas y los dominicanos, en su generalidad, históricamente han llegado al mundo de los vivos sin tener garantía para vivir dignamente, porque no han tenido a su alcance lo fundamental para subsistir como seres humanos.

4.- Los medios necesarios para tener vida, llámese alimentos, comida, nutrición, no están asegurados para aquellos que entre nosotros cada día son más, los pobres. Los indigentes se multiplican hasta convertirse, en cada rincón de su lar nativo, en una caterva de infelices, tristes y desgraciados.

5.- El permanente estado pesaroso que llevan encima los marginados de la sociedad dominicana, no es como consecuencia de mala suerte, ni de maldición divina. Estar abatidos, desalmados y apenados, no tiene ninguna relación con asuntos de otros mundos, invisibles, complicaciones o perturbaciones de la razón.

II.- No hay que ser un científico

6.- Los sabihondos de la política, y los que en verdad poseen conocimiento profundo de las ciencias sociales, deben aclararles al pueblo dominicano, cuál es la causa que motiva su estado de pobreza, su infelicidad.

7.- De seguro que a una persona, intelectualmente bien preparada, no le resulta difícil escribir o hablar para decirles a los pobres de dónde proviene su  estado de miseria.

8.- Para una mujer o un hombre de letras, no es un sacrificio dilucidar el tema de tanta mendicidad, luego de Cristóbal Colón, tener más de 530 años de haber estado por aquí, máxime si en este territorio hay minas, incluyendo de oro, y tierras cultivables, suficientes para alimentar al doble del número de personas que aquí habitan.

9.- A un individuo rústico se le complica su existencia si tiene que referirse a cuestiones sociales, pero para el académico, no es cosa del otro mundo, escribir diciéndoles a los hambrientos, el por qué tanta comida en los zafacones de la minoría nacional, mientras falta un pedazo de pan en los estómagos de millones de dominicanas y dominicanos famélicos.

10.- La fecha de la llegada de Cristóbal Colón a nuestra tierra, es una buena referencia para tomar en cuenta, desde cuándo está en el seno de nuestro pueblo, la dificultad de disponer de lo indispensable para satisfacer sus necesidades para subsistir, es decir, para seguir viviendo, sobrevivir y formar parte del mundo de los vivos.

11.- Hasta ahora nos hemos referido a los 530 años que han pasado desde la llegada de Cristóbal Colón, y el impedimento de nuestro pueblo para tener asegurada su comida, su alimentación.

12.- Pero los 530 años del arribo de Cristóbal Colón, también nos puede servir como muleta para apoyarnos en la pregunta de qué ha pasado con el derecho de la mayoría a tener un techo, servicios de salud y educación.

III.- Nuestro pueblo no aspira a excesos en los adornos

13.- No es cuestión de hablar por hablar, es que desde que llegó Cristóbal Colón, nunca, jamás, en ningún momento, el pueblo dominicano ha tenido garantía de comida, techo ni servicios de salud y educación. El abandono ha sido el eterno aliado de las dominicanas y los dominicanos en estado de pobreza.

14.- En los más de 530 años que han seguido a la llegada de Cristóbal Colón, las masas populares dominicanas no han exigido alimentos pomposos, hermosos penthouse como vivienda, hospitales ostentosos, ni centros educativos organizados como para élite.

15.- Nuestro pueblo solo aspira a tener una vida digna en lo material y espiritual, algo que no ha alcanzado desde la llegada de Cristóbal Colón hasta ahora, cuando permanece viviendo en la indigencia.

16.- La historia del pueblo dominicano, tomando como comienzo la entrada de Cristóbal Colón, al territorio dominicano, lo que nos enseña es que, para la mayoría, ha sido una vida de pesares, mientras que para la minoría, todo ha estado a pedir de boca, a lo que quiera. La narración objetiva y verdadera, la descripción de la vida dominicana, es de confort para un grupito, y malestar para la gran mayoría.

17.- Para justificar la eterna pobreza que ha padecido nuestro pueblo, se ha argumentado que Cristóbal Colón, trajo la mala suerte, pero ocurre que la pobreza la han llevado encima aquellos que aquí son más, mientras que la opulencia la disfrutan los que son menos. Hay que descartar el alegato de que Colon es el generador de tantas necesidades.

18.- Hay que apuntar para otro lado. Dirigir la causa de la infelicidad de los pobres de la República Dominicana, hacia una cuestión de sistema social injusto y no de Cristóbal Colón. El asunto es sistémico, no de persona alguna.

19.- Sin pretender defender a Cristóbal Colón, hay que decir que luego de estar por estas tierras, a algunos pequeños grupos humanos les ha ido sumamente bien, de maravillas, de manera estupenda, algo asombroso, milagroso, mientras a los pobres les ha ido mal, espantoso, horrible.

20.- Los ideólogos del sistema social que predomina en nuestro país, que lo presentan como enviado por Dios, deben explicarles a los marginados de la sociedad dominicana, la razón por la cual, en 530 años, no han sido eliminados males como hambre, insalubridad, analfabetismo y pobreza.

21.- Los hechos nos dicen que cada vez que en el territorio nacional hace acto de presencia un huracán, de inmediato está presente de manera descarnada la horripilante pobreza, la cara más fea de la desigualdad que martiriza a las grandes mayorías nacionales.

22.- La horrorosa situación que padece el pueblo dominicano, expresada en desolación 530 años luego de la llegada de Cristóbal Colón, nos debe avergonzar como pueblo civilizado y con apariencia de humanismo.