Alejandro Paulino Ramos: La dictadura de Trujillo, vigilancia, tortura y control político

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(El autor del presente artículo es escritor, galardonado con el Premio Nacional de Novela 2007. En la actualidad está circulando su novela “Los que comulgaron con el corazón limpio”, en la que se relata la vida y muerte del guerrillero Amaury Germán Aristy).
Con la publicación de la obra de Alejandro Paulino Ramos se nos presenta la oportunidad de conocer a fondo el origen, la composición, el accionar y las causas de la caída de la Era de Trujillo. De una dimensión de 8 ½” X 11” y 393 páginas de contenido, un índice temático pormenorizado, lo mismo que el onomástico; el texto está escrito con un lenguaje sencillo, pedagógico y transparente. Como bien expresa el autor en la introducción, les facilitará a los educadores del nivel medio y superior, las herramientas históricas que contribuyeron al fortalecimiento de la dictadura.

Pese a que la figura del déspota ha sido bastante documentada por historiadores y ensayistas, sólo unos cuantos, sin embargo, se han preocupado, utilizando métodos científicos, trabajando con archivos al mejor estilo de Américo Lugo, por enfatizar el aspecto político y la resistencia o la lucha del pueblo dominicano por la democracia. No ha de extrañar que Alejandro Paulino fuera uno de ellos. Nacido en San Francisco de Macorís en el año 1951, en el seno de una familia de comerciantes de clase media, desde muy joven militó en la izquierda y en el movimiento estudiantil, por lo que en los llamados Doce Años de Balaguer estuvo preso en varias ocasiones. Se licenció en historia por la Universidad Autónoma de Santo Domingo en el año 1980, institución en la que ha realizado especialidades y maestría. Cinco años después publicó su primer texto, Las ideas marxistas en República Dominicana, y dos años más tarde, Vida y obra de Ercilia Pepín, que le mereció el galardón: Primer Premio de la Fundación Consuelo Pepín. Ha publicado además, otros doce títulos relacionados con la historia y la cultura dominicana.

El libro que nos ocupa, el autor lo dividió en cuatro largos capítulos, en los cuales detalla la represión, los centros de torturas, los crímenes, el sistema de vigilancia y la participación de los que se convertirían en importantes líderes y escritores en el exilio como a) Pedro Mir, que en 1938 se integró a la Guardia Universitaria; b) Juan Bosch, que fue apresado en 1933, injustamente, por sospecharse que había participado junto a unos revolucionarios, en la colocación de una bomba en el cementerio de la avenida Independencia, cuyo objetivo era darle muerte al tirano; y 3) Juan Isidro Jimenes Grullón, que fue arrestado en 1934 tras participar en una conjura que pretendía evitar la continuidad del régimen. Por igual, observamos las actividades de los principales colaboradores, algunos de los cuales, como Rafael F Bonelly, con una gran dosis de oportunismo, ajusticiado el jefe, se integraría con éxito al frente oligárquico opositor; y Joaquín Balaguer, el más afortunado, que el tirano, pretendiendo cambiarle la fisonomía sangrienta al gobierno, lo nombraría «presidente» en 1960. Regresaría al poder en 1966 gracias al apoyo de Norteamérica, que había invadido la nación el año anterior. En total, gobernaría 22 años el país, moldeando la sociedad a su antojo.

En todo el desarrollo de la Era, imperó siempre el deseo de Trujillo, de pasar de pequeño burgués a burgués por medio al monopolio. En breve tiempo se adueñó de la producción de la sal, de la empresa aseguradora, de la venta de carne, de la Tabacalera, de los ingenios y de las tierras productivas. En síntesis, haría del Estado su empresa personal, en la cual, el ejército y el poder económico lo representaría su figura. De ahí la enorme autoridad adquirida. Tanta, que a los colaboradores se les haría casi imposible contradecirlo, sobre todo en la etapa final de la Era que él parecería haber perdido el control mental, pues ordenaría una serie de acciones descabelladas. Estas aceleraron su caída, tal la Feria de la Paz (1955), el secuestro del escritor vasco Jesús Galíndez (1956), el atentado contra el presidente de Venezuela, Rómulo Betancourt (1960) y el asesinato de las hermanas Mirabal (1960).

Al terminar de leer la obra nos queda la amarga sensación de que el resto del mundo no existía cuando todo sucedió. No existía porque se derramó impunemente demasiada sangre inocente, se cometieron demasiados actos de injusticias para, como asegura el periodista Fausto Rosario Adames en la presentación del texto, torcer la voluntad del pueblo. Los organismos internacionales vinieron a reaccionar sólo cuando el déspota le practicó el atentado criminal a Rómulo Betancourt. Entonces la OEA rompió relaciones diplomáticas y castigó la dictadura y el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas aprobó la resolución con la que se sancionaba al gobernante dominicano. Y era que Trujillo había sometido a la nación al más absoluto aislamiento. Por esta razón, cuando Manolo Tavárez Justo, influenciado por el triunfo de la Revolución Cubana, formó en enero de 1960, el Movimiento Revolucionario 14 de Junio para liberar la República, asumió la táctica insurreccional de la sociedad secreta La Trinitaria, creada por Juan Pablo Duarte en 1838. Táctica, obviamente, obsoleta y desfasada para la época. Al dictador, por tanto, le fue fácil desarticular la resistencia en la propia etapa de su formación.

Fausto Rosario Adames pide la creación de una Comisión de la Verdad, que reivindique el derecho a la memoria histórica y el derecho a la verdad para las víctimas, sus familiares y el pueblo dominicano. A nosotros nos parece acertada la idea, y junto a Rosario Adames proclamamos que el libro de Alejandro Paulino es un empuje. «Tal vez con esta Comisión de la Verdad, comencemos a hacer justicia frente al pasado de oprobio que aún no nos deja.

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