Transición al éxito…

Domingo Hernández

Cuando se habla de versatilidad de en el deporte el nombre de Johnny Olivo debe de estar entre los primeros.

Que conste, durante esta larga lista de atletas que han desfilado por esta columna, hemos enfocado a los que iniciaron en la pràctica de una disciplina y luego se dedicaron a otra en donde lograron triunfar.Sin embargo, el caso de Olivo es muy especial, pues relativamente, ¡Los pràcticò todos! Bueno, casi todos los màs conocidos.

En efecto, nacido un 12 de enero de 1950, en la sección de Gurabo, Santiago, Olivo a temprana edad mostrò actitudes para el deporte.El atletismo fue su primera incursión en esta importante actividad social.

Lo practicò en el colegio La Esperanza por allà por el año 1968, y en los 100 y 200 metros planos ganó sus primeras medallas al participar en los Juegos Intercolegiales.

Posteriormente, se dedicò al voleibol, siguió con el baloncesto, el tenis de mesa y de cancha, el softbol para finalmente, consagrarse al bèisbol en donde alcanzò sus mayores hazañas como deportista.

Si bien fue en el bèisbol en donde logró sobresalir de manera notable, es oportuno señalar que, conforme a testimonios de personas que lo vieron en acción, Olivo, fallecido a destiempo hace unos años, fue bueno en todas las disciplinas en las que incursionò.

Se iniciò en la pelota en edad juvenil en la Liga Burrolote, del  desaparecido club deportivo y cultural 11 de enero, ubicado en la Avenida Imbert, en esta ciudad.Pitcher zurdo, a los 17 años Olivo ascendió a jugar en el bèisbol regional superior con las Estrellas de Nibaje, en donde concluyò con marca de 5-3 en su año de novato.

Fue escogido Atleta Juvenil del Año de Santiago en 1970. Pasò a jugar con el equipo Montecarlo, dirigido para entonces por Hèctor –Bullo-Steffany. Junto a Josè Cruz y Elpidio Morrobel estableció un rècord de ponches (34) en un fin de semana en 1972, año en que ganó la triple corona como lanzador:ponches, efectividad y ganados.

Entre 1973 y 1977 jugò con el conjunto de la Pontificia Universidad Catòlica Madre y Maestra –PUCMM). En 1973 fue selección de Santiago para participar en los Primeros Juegos de Segunda Ciudades, celebrados en Ponce, Puerto Rico, en donde su equipo ganó medalla de plata.

Màs tarde, ingresò a la selección nacional de bèisbol y comienza a participar en varios certámenes internacionales.

En ese contexto, se inscriben los XII Juegos Centroamericanos y del Caribe, celebrados en el país en 1974. En 1976 participa en la Serie Mundial de Bèisbol Amateur celebrada en Cartagena,Colombia, en donde logró victorias ante los representativos de Cuba y China.

En un cuadrangular internacional en Puerto Rico venció a la novena de la vecina isla y a la de Venezuela. Fue electo mejor lanzador  zurdo del Todos Estrellas. Ganò medalla de oro en los Juegos Universitarios Centroamericanos y del Caribe, celebrados en el país, en donde volvió a vencer a Cuba, en un duelo ante el cubano Anthony Huelga, considerado para la época el mejor lanzador del mundo en el plano olímpico.

En 1978, en los XIII Juegos Centroamericanos y del Caribe, en Medellìn, Colombia, Olivo ganó un juego y perdió otro. En 1979, en los Juegos Panamericanos en Puerto Rico venció a Venezuela y blanqueò a los Estados Unidos para darle a Dominicana la presea de plata  y de paso se convierte en uno de los pocos en vencer dos veces a los dos equipos màs poderosos de entonces:Cuba y Estados Unidos.Fue seleccionado al Todos Estrellas.

Otras de sus proezas fue vencer a Canadà en el Mundial de Seùl, Corea, además de haber vencido a Venezuela y a Panamà en los Centroamericanos y del Caribe de La Habana, Cuba, en donde Repùblica Dominicana ganó oro y  también fue escogido en el Todos Estrellas.

En una Copa Internacional de Bèisbol, celebrada en Edmonton,Canadà, dividió honores –ganò uno y perdió uno-. Dominicana ganó bronce esa vez.

En 1984,en Los Angeles, cuando el bèisbol dominicano participa por primera vez en unos Juegos Olìmpicos –lo hizo como invitado-, Olivo fue el cerrador del seleccionado dominicano. Terminò como líder en salvados en la pelota amateur de Santiago y en 23 años de carrera –nunca quiso firmar para profesional, pese a que le hicieron varias ofertas-, Johnny Olivo,  considerado el mejor lanzador zurdo de su era, fue un digno representante de la pelota amateur dominicana y del equipo nacional, en un período en el que muchos consideran este deporte vivió una etapa de oro en el plano olímpico.

Su brillante historial, que llenò de gloria al bèisbol dominicano y a èl en lo personal, unido a su conducta ejemplar, le hacen merecedor de un lugar especial de manera pòstuma en el Salòn de la Fama del Deporte Dominicano, un viejo anhelo que, dicho sea de paso, su familia y  la colectividad deportiva de Santiago han estado clamando por años y que lamentablemente aùn no llega, dejando  frustración entre sus dolientes y quienes le admiraron.