Un paro en Grandes Ligas sacudiría equipos Lidom

Jugadores en roster no podrían trabajar con personal MLB

Caribbean Digital

El último paro laboral en Grandes Ligas, entre agosto de 1994 y abril de 1995, fue una bendición para las ligas de invierno por el derroche de talento que pudo atraer hasta para formar Dream Team en la Serie del Caribe de Puerto Rico, si bien a los 62 dominicanos en roster les representó pérdida por US$9,364,051 de entonces (17,476,339 de hoy), de acuerdo a Baseball-Reference.

Sin embargo, el potencial cese de las operaciones esta vez, que pudiera producirse desde mañana, tiene a la pelota caribeña en una incertidumbre como si se tratara del 31 de diciembre de 1999 cuando cundía el pánico de que el efecto Y2K paralizaría las computadoras del mundo a la medianoche.

Con el fin del quinquenal acuerdo laboral que rige las relaciones entre dueños y jugadores (CBA en inglés) la noche de este miércoles la MLB puede pedir a su personal, que incluye técnicos como dirigentes y coaches, gerentes, escuchas, trainers, masajistas, Etc., que no tenga ningún contacto laboral con miembros del sindicato, es decir, los jugadores protegidos en rosters de 40 hombres.

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Esto dejaría a los equipos en una encrucijada. ¿Me quedo con los escasos jugadores del roster de 40 que participan en el torneo o con el amplio personal técnico vinculado a la MLB? La unión de jugadores ha pedido que sus miembros tengan la libertad de seguir jugando en los circuitos otoño-invernal.

No es una especulación y el circuito más afectado sería el quisqueyano. La noche del lunes, la oficina de la MLB en la República Dominicana, que dirige las operaciones en América Latina, envió un comunicado a los equipos de las ligas invernales de Dominicana, México, Puerto Rico y Venezuela donde solicita información de todo el personal y su relación laboral con el Gran Circo.

La nota, a la que DL tuvo acceso, tiene carácter de “urgencia”.

Si este escenario se produce y para el que nadie hoy lo tiene claro un equipo como el Escogido, cuyo gerente general es José Gómez (escucha de los Tampa Bay Rays) y su dirigente Rodney Linares (coach de tercera de los Rays) no pudieran tener contacto laboral alguno con un jugador en roster de 40 como Aaron Hicks y Franchy Cordero, que forma parte de la escuadra roja actual.

En los Gigantes, el dirigente Luis Urueta (coach de control de calidad de los Arizona Diamondbacks) y su coach de pitcheo Wellington Cepeda (coach de bullpen de los Marlins) tampoco pudieran trabajar en un dugout con jugadores como Marcell Ozuna, Kelvin Gutiérrez o José Sirí.

¿Y las Águilas? Ángel Ovalles, su gerente, es escucha de los Cardenales de San Luis y su coach de banca TJ Peña trabaja con los Reales de Kansas City. En la plantilla de esta semana, las cuyayas tienen a Leody Taveras, Yairo Muñoz y Danny Santana. ¿Y el Licey? Su gerente Audo Vicente es escucha de los Marineros, pero jugadores como Ronny Mauricio o Jean Carlos Mejía forman parte de la lista protegida en el Big Show.

En las Estrellas, su gerente Félix Peguero es escucha de los Gigantes, pero el equipo tiene talentos como Jeremy Peña y Domingo Leyba con los que no pudiera trabajar. Los verdes tienen en lista de lesionados a Robinson Canó.

Un levantamiento hecho por DL encontró que unas 60 personas trabajan con los equipos de la Lidom y tienen relación laboral con la MLB.

¿Inmediato?

Si bien el pacto laboral finaliza a la medianoche del miércoles en Nueva York el paro laboral no se activaría de forma automática. Dueños y jugadores pudieran darse un compás de espera, establecer una fecha para negociar lo que pudiera demorar la pausa.

A la fecha, las posiciones parecen lejos de cerrar un pacto. Los jugadores sienten que su poder adquisitivo se ha visto marginado por la dependencia excesiva de los análisis y la indiferencia del propietario hacia la competencia. Y mientras los derechos de televisión nacional continúan disparándose, los propietarios tienen sus propias preocupaciones con respecto a la viabilidad a largo plazo de los derechos de televisión local multimillonarios.

Después de décadas de mejoras significativas en las condiciones de trabajo, comenzando con la erradicación de la cláusula de reserva en la década de 1970 que allanó el camino para la agencia libre y rehizo el panorama de los deportes profesionales, los jugadores vieron repentinamente revertir su suerte a raíz de los convenios colectivos de 2011 y 2016.

Las ganancias incrementales obtenidas por los dueños (un sistema de asignación estricto para los reclutados en el sorteo, penas onerosas de selección de draft por contratar agentes libres o exceder el impuesto de lujo) hacen que los clubes gasten desde el momento en que los jugadores firman como aficionados hasta sus mejores años de ganancias. Como resultado, incluso cuando los ingresos aumentan anualmente, el salario promedio de los jugadores ha disminuido todos los años desde 2017.

Diario Libre