Un nuevo momento para la CELAC

Caribbean Digital

La celebración de la VI Cumbre de la CELAC fue la resurrección de un organismo que muchos consideraban había perdido su espacio con el retorno de gobiernos de derecha en algunos países de la región. La división generada en torno al reconocimiento al gobierno bolivariano fue identificada como una oportunidad propicia para materializar el viejo anhelo de su desarticulación alentado desde Estados Unidos –quien no ha reconocido a la CELAC- y sus aliados en la región.

En el año 2017 se celebró la última cumbre en Punta Cana, República Dominicana, en la que se evidenció el declive del nivel de las representaciones gubernamentales que concurrieron a la reunión; ello era el signo inequívoco de la merma en el reconocimiento de la CELAC como un espacio estratégico para muchos países de la región, coherente con el giro a la derecha en el escenario político regional y las presiones para rescatar un espacio que privilegiara a la OEA. Las reuniones de 2018 y 2019, bajo las presidencias de El Salvador y Bolivia, respectivamente, sólo pudieron realizarse a nivel de cancilleres. Tampoco fue posible en el período citado celebrar la Cumbre CELAC – Unión Europea debido a las diferencias políticas entre los miembros.

En la apertura del cónclave, el canciller mexicano Marcelo Ebrard, apuntó que la CELAC estuvo en peligro de disolverse (Presidencia de la República, 2021). Con esos antecedentes, la sola celebración de la VI Cumbre en la Ciudad de México en 2021, presencial en un contexto de crisis sanitaria, con la participación de 31 países[1], diecisiete de ellos representados por sus jefes de Estado y de gobierno, y la presencia del presidente del Consejo Europeo, constituía en sí mismo un logro.

Entre los factores que han propiciado el repunte de CELAC pueden mencionarse:

La política de “máxima presión” contra Venezuela de la que se valió la administración Trump para inducir el cambio de régimen –incluida la insistencia de varios países latinoamericanos de imponer en el espacio de CELAC una representación del autoproclamado gobierno de Juan Guaidó en lugar del gobierno bolivariano electo-, paradójicamente, afirmó al gobierno venezolano. El actual proceso de diálogo con la oposición, unido algunas medidas de flexibilización, ha inducido la idea de producir el cambio por otra vía.

El creciente deterioro de la OEA como foro para articular acciones y posiciones, agudizado por el cuestionado desempeño de su secretario general.

El vaciamiento del Grupo de Lima resultante de cambios en el escenario político regional.

El papel de la CELAC como interlocutor regional privilegiado por China.

La revitalización del interés en la cooperación regional frente a expectativas insatisfechas de ayuda oportuna de socios tradicionales para sortear los efectos de la pandemia.

La inteligente gestión para convocar y administrar perspectivas divergentes de los miembros por parte de la presidencia pro-témpore de México.

El enfrentamiento a la pandemia y el cambio climático fueron los temas que concitaron mayor atención en las intervenciones de los representantes gubernamentales.

El sentido de urgencia en el enfrentamiento a los impactos de la pandemia en la región, incluido el acceso oportuno, equitativo y a precios asequibles a vacunas, resultó ser una motivación fundamental del cónclave, lo que se reflejó no sólo en la alusión al tema en la mayor parte de las intervenciones sino la aprobación unánime de la propuesta presentada por la Secretaria Ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), “Lineamientos y propuestas para un plan de autosuficiencia sanitaria para América Latina y el Caribe”.

El citado documento propone avanzar en la integración productiva y regulatoria a partir de un balance de las capacidades y necesidades de la región en el ámbito de la salud y la industria farmacéutica y biotecnológica, para lo cual propone siete líneas de acción (CEPAL & CELAC, 2021):

Fortalecer los mecanismos de compra conjunta internacional de vacunas y medicamentos esenciales.

Utilizar los mecanismos de compras públicas de medicamentos para el desarrollo de mercados regionales.

Crear consorcios para el desarrollo y la producción de vacunas.
Implementar una plataforma regional de ensayos clínicos.

Aprovechar las flexibilidades normativas para acceder a propiedad intelectual.

Fortalecer mecanismos de convergencia y reconocimiento regulatorio.

Fortalecer los sistemas de salud primaria para el acceso universal a vacunas y su distribución equitativa.

El tema del cambio climático fue recurrente. Si bien este tema en las reuniones regionales ha sido impulsado tradicionalmente por los países caribeños, en esta oportunidad estuvo presente con fuerza en los discursos de casi todos los asistentes y ante el impacto de los recientes eventos climatológicos en Centroamérica el presidente de Guatemala propuso que la Asamblea de Naciones Unidas declarara a esa subregión como una región altamente vulnerable. En ese sentido, otro logro de esta cumbre fue la decisión de presentar una posición común en la COP 26.

Entre otros avances concretos alcanzados por la CELAC durante la presidencia pro-témpore de México pueden mencionarse:

La constitución de la Agencia Latinoamericana y Caribeña del Espacio, lo que fue logrado después de 15 años por el apoyo de 18 países (Argentina, Costa Rica, Dominica, Ecuador, Guatemala, Haití, Honduras, México, Nicaragua, Panamá, Perú, San Vicente y Las Granadinas, Santa Lucía, Antigua y Barbuda, Bolivia, Cuba, Paraguay, Venezuela) y la confirmación de Belice, Granada, Guyana, San Cristóbal y Nieves, Surinam, República Dominicana y el interés mostrado por Barbados, Chile, Colombia, El Salvador y Uruguay, se instituye la Agencia Latinoamericana y Caribeña del Espacio.
Creación del fondo CELAC para respuesta integral a desastres, que sería el primero para hacer frente a los efectos del cambio climático, con una recaudación inicial de 15 millones de dólares.
La posición conjunta ante el Fondo Monetario Internacional reclamando el acceso a recursos en el corto plazo y la reducción del peso del endeudamiento.
La coordinación entre varios miembros de CELAC para atenuar el impacto de la pandemia según las capacidades y voluntad de los países (distribución y envase de vacunas, respiradores, etcétera).
La reunión fue un marco propicio para que varios países reconocieran el papel de la ayuda solidaria recibida de otros miembros para enfrentar la pandemia, entre los que se mencionaron, México, Argentina, Dominica, Chile, Colombia, República Dominicana y Cuba.

A Cuba se le reconoció por la oportuna y decisiva presencia del personal cubano de la salud desde comienzos de la pandemia en la línea roja de la atención a los enfermos de Covid 19, especialmente en los países del Caribe. También se destacó el papel de Cuba en la formación de especialistas que hoy combaten el Covid 19 en toda la región. Especial reconocimiento en esta ocasión fue otorgado al desarrollo de vacunas propias y lo que ello podría significar en el futuro para atender la pandemia en la región.

La secretaria ejecutiva de CEPAL Alicia Bárcena en el informe presentado para la propuesta de autosuficiencia sanitaria de la región destacó que en el área solo en Brasil, México y Cuba existen proyectos en fase de ensayo clínico y que las investigaciones más avanzadas tenían lugar en instituciones cubanas. Remarcó que la autosuficiencia cubana en el tema de las vacunas le ha permitido inmunizar con el esquema completo de vacunación al 34,6% de la población hasta el 31 de agosto (CEPAL & CELAC, 2021).

Principales puntos de tensión

La VI Cumbre de la CELAC reflejó las tensiones derivadas de la heterogeneidad del escenario político regional que motivaron la interrupción del diálogo en los años precedentes. La presencia del presidente Nicolás Maduro devino objeto de impugnación por parte de los gobiernos de Uruguay y Paraguay y motivo de la ausencia de Colombia. Aunque sólo estos dos países hicieron alusión a su rechazo, sus intervenciones caldearon el debate, a lo que se sumó en el caso del presidente uruguayo Luis Lacalle, la crítica a Cuba y Nicaragua. Ello motivó respuestas contundentes por parte de los presidentes de Cuba y Venezuela en la que ambos solicitaron dirimir esas diferencias en un espacio que no contaminara la construcción de consensos sobre temas urgentes que requieren una respuesta mancomunada por parte de la región.

En este sentido, hubo un saldo positivo en identificar qué motiva la presencia en la CELAC, organismo que no es partidario de una construcción ideológica ni de que la solución de problemas que atañen a los pueblos sea rehén de la polarización política.

La propuesta de ventilar en el ámbito bilateral las diferencias también fue la respuesta argentina al reclamo nicaragüense sobre la posición del país austral respecto a la situación interna en ese país. Este disenso podría adquirir otros matices ya que la reacción del país centroamericano implicaría no favorecer la candidatura argentina a la Presidencia Pro Témpore de la CELAC para 2022. No obstante, existe un tiempo en el que estos países podrían solventar su desacuerdo de una forma constructiva sin generar divisiones.

Las críticas formuladas a la OEA previamente motivaron a los representantes de Uruguay, Paraguay y Chile a defender ese espacio, una acción similar en otro foro en la propia OEA fue protagonizada por la canciller colombiana. Dejaron claro que la pertenencia a la CELAC no implicaba renunciar a la OEA. Los principales cuestionamientos y propuestas de cambios provinieron de México, Bolivia, El Salvador, Venezuela y Cuba.

De las intervenciones de algunos de los participantes durante la Cumbre, y previas a ella, permiten identificar una gama de posiciones:

Eliminación del foro
Reformarlo
Destitución del Secretario General
Defensa
Un escenario previsible es que en la Asamblea General de la OEA, a celebrarse en noviembre en Guatemala, es que algunos miembros planteen la destitución del Secretario General, lo cual en cierta medida quitaría presión al cuestionamiento a la gestión del organismo desplazando la responsabilidad de su pérdida de crédito a Luis Almagro, quien pudiera ser “sacrificado” en pro de frenar las posiciones críticas más radicales. Esta sería una jugada dilatoria porque los cuestionamientos trascienden la actuación del actual secretario, aunque no existe un consenso para colocar en la agenda inmediata cambios profundos. Lo importante es que de manera directa y explícita se ha puesto en debate el tema.

Un balance preliminar

La realización de la propia cumbre después de cuatro años da cuenta de la revitalización de un organismo que muchos vieron en peligro de desmembrarse frente a las tentativas de que corriera la misma suerte que UNASUR.

Que la mayor parte de los asistentes, con independencia del espectro político, enfatizaron la importancia del organismo, es un elemento relevante.

El reconocimiento de la necesidad de la integración fue el tema más recurrente. Sin embargo, se observa un cambio en las áreas prioritarias de la integración. La demanda de integración productiva no tiene en esta oportunidad motivaciones económico-comerciales, proviene de la urgencia de dar respuesta a vulnerabilidades derivadas de la pandemia y el cambio climático. La aceptación unánime de la propuesta de CEPAL podría ser el primer paso en la construcción de interdependencia productiva en el ámbito sanitario, con encadenamientos con otros sectores.

Si bien se reconoce la cooperación de Estados Unidos, varios participantes enfatizaron la pertinencia y oportuna cooperación de otros actores como China.

Una vez más, la CELAC condenó el bloqueo estadounidense a Cuba y apoyó a Argentina en su reclamo de soberanía sobre las Malvinas, Sandwich del Sur y Georgia del Sur.

El tema de la OEA, la democracia y los derechos humanos reflejaron la polarización política regional. No obstante, la reunión dio cuenta de un crecimiento inédito de la capacidad de digerir la diversidad de una forma no confrontativa, difiriendo al ámbito bilateral o postergando la discusión de temas más sensibles a las adhesiones políticas y a las “lealtades” a socios extrarregionales.

Aunque no estaba incluido en la agenda de la Cumbre, otro tema potencialmente generador de disenso estuvo asociado a los planteamientos de avanzar en la institucionalización de la CELAC, lo que pondría en discusión cuestiones sensibles como la sede del organismo.

Se avecinan discusiones que dispararán las alertas de Estados Unidos, las críticas a la OEA y la gestión de su Secretario General no provienen solo de gobiernos cercanos a la izquierda política, muchos países de la región están insatisfechos por la deficiente atención brindada por ese organismo a problemas específicos, como los del Caribe.

Resulta claro que la errática actuación de la OEA tiene autor intelectual que, a pesar de las expectativas con la nueva administración, no ha dado una respuesta convincente sobre su compromiso con la región. El gobierno de Biden ha mostrado un vacío propositivo, lo que se evidencia en la postergación de la Cumbre de las Américas, la que podría convertirse nuevamente en un escenario de reclamos y polarizaciones, cuya antesala ha sido esta Cumbre de la CELAC, que varios mandatarios han señalado como una alternativa a las entidades hemisféricas.

No obstante, a Estados Unidos le resulta difícil digerir su pérdida de espacios en la región y ahora parece haber apostado a reconquistarlo a través del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Así, después de declarada la voluntad de Uruguay de firmar un Tratado de Libre Comercio con China, su presidente Mauricio Claver-Carone –dos días antes de celebrarse la Cumbre de la CELAC- visitó a ese país y a su vecino Paraguay, haciéndole una oferta con la clara intención de torcer o revertir el acercamiento a China (Comunicación Presidencial, 2021). Aunque en el cónclave no surgió el tema, la región recibe el impacto de la disputa estratégica entre China y Estados Unidos y es previsible que en la Cumbre de las América se visibilice esa tensión latente.

En un contexto de diversidad, e incluso polarización política, dar prioridad a la construcción de consensos en torno a los intereses compartidos frente a las urgencias de la región, sin perder la identidad política, ha sido una muestra de elevación en el ejercicio de la cultura democrática regional.

Quizás la pandemia y el desencanto –reconocido o no- con la ausencia de Estados Unidos hasta bien avanzada la evolución de la crisis sanitaria, fueron los factores desencadenantes para renovar un compromiso con una integración regional que, sin obviar las profundas diferencias políticas, ponga el foco en los desafíos comunes que sería difícil lograr en solitario.

No hay dudas de que los tiempos han cambiado: América Latina y el Caribe podría no ser una pasiva tomadora de opciones sino poner con mayor claridad sus demandas en la mesa de negociaciones.

(Tomado de cipi.cu)