Se busca reina digna en Tailandia

Sesenta y ocho años como soberano de Tailandia, 31.000 millones de euros y un heredero aficionado a los escándalos del que se pone en duda su capacidad para soportar la corona. Ese es el legado de Bhumibol Adulyadej (87 años), el monarca con más tiempo en el trono y el de mayor fortuna. Su delicado estado de salud abrió una guerra entre facciones reales en la que se utiliza armamento de grueso calibre: corrupción, hijos ilegítimos, vídeos robados y una amante que ya ocupa el lugar de la esposa repudiada.

Sin embargo, no son temas que se ventilen en la opinión pública. Nadie se atreve a hacerlo. La Ley de Lesa Majestad blinda a la monarquía contra cualquier crítica, bajo la amenaza de penas que pueden llegar a los 15 años de cárcel. Eso hace que las informaciones sobre Bhumibol y su familia se limiten a comunicados asépticos aunque en realidad tengan consecuencias imprevisibles, como el anuncio de divorcio del heredero, Maha Vajiralongkorn (62 años), de la princesa Srirasmi (43). Desde hacía meses se esperaba el fin de un matrimonio que ha hecho aún más impopular al príncipe.

Un príncipe divorciado

Es su tercer tropiezo sentimental, pero este además tiene unas implicaciones políticas que han llegado a poner en cuestión sus derechos dinásticos. Varios familiares de Srirasmi fueron detenidos el pasado otoño acusados de fraude, soborno, corrupción y de crimen de lesa majestad. Ese argumento basta para explicar oficialmente la separación, sin embargo hay más protagonistas en un juego de intereses que se remonta unos cuantos años.

Maha Vajiralongkorn se casó por primera vez en 1977 con una prima hermana, la princesa Soamsavali Kitiyakara. Tuvieron un niña y poco más en común. De pronto, la esposa desapareció de palacio. El príncipe la sustituyó por una aspirante a actriz, Yuvadhida Polpraserth, con lo que se ganó la desaprobación de su madre, la reina Sirikit, y la del Consejo Privado del monarca, formado por oficiales retirados y aristócratas, la mano invisible que controla todo lo que sucede en la institución. Con semejante frente abierto, el heredero no se atrevió a legalizar la unión, aunque vivieron juntos hasta 1996 formando una familia de cuatro hijos y una hija, todos con título de alteza pero sin derechos dinásticos. Hoy viven con su madre en Estados Unidos.

La tercera mujer

Los vaivenes románticos del príncipe poco tenían que ver con la imagen de estabilidad, gris pero efectiva, que sus padres habían mostrado durante décadas, lo que ha profundizado el respeto casi reverencial que les profesan sus súbditos. Por el contrario, las dudas sobre el criterio de Maha Vajiralongkorn se agigantaron cuando en 2001 se casó con una camarera, Srirasmi, soportando esta vez todas las presiones en contra.

El Consejo Privado al menos logró que el enlace se mantuviera en secreto hasta 2005, cuando dio a luz a su único hijo y legítimo sucesor, Dipangkorn Rasmijoti. El príncipe heredero no solo fue perdiendo simpatías en la corte, sino que se ganó poderosos enemigos por su amistad con el primer ministro Thaksin Shinawatra, el hombre más odiado por la camarilla real al representar un contrapoder a la tradicional alianza entre cortesanos y militares. Un golpe de Estado llevó a Shinawatra al exilio en 2006. El heredero fue el siguiente objetivo, aunque con métodos más sutiles. La censura se relajó a conveniencia para permitir que circularan rumores sobre el pasado de Srirasmi y sobre el estilo de vida frívolo de la pareja.

Sin embargo, nadie contribuyó tanto a su descrédito como ellos mismos. En 2007 comenzó a circular por Internet un vídeo en el que se les veía celebrando el cumpleaños de su caniche, con la princesa en ‘topless’ y tanga mientras el servicio se afanaba en que disfrutaran de la cena, para acabar haciéndose fotos cantando el ¡Cumpleaños feliz’. En otras circunstancias habría sido impensable que alguien se hubiera atrevido a grabarles en secreto y menos aún que hiciera público el vídeo. La intencionalidad fue evidente y el rédito alto ya que desde ese momento se desataron las especulaciones sobre la sucesión del rey.

La Constitución tailandesa permite al monarca elegir al heredero, y si muere sin designarlo, la decisión la tomaría el Consejo Privado. Ninguna de las tres hermanas del príncipe Vajiralongkorn son una alternativa al trono. La mayor, Ubolratana Rajakanya, perdió sus derechos sucesorios al casarse con un extranjero. Lo mismo le sucedió a la pequeña, Chulabhorn Walailak, al unirse a un plebeyo. A la tercera, Maha Chakri Sirindhorn, de 60 años, nunca se le ha conocido compañía ni tiene descendencia. La única alternativa al actual heredero podría ser su propio hijo, Dipangkorn Rasmijoti (9 años), bajo una regencia del Consejo Privado.

Cuando hace algunos meses se filtraron las primeras noticias de la crisis de pareja del príncipe y su esposa, muchos interpretaron que el heredero intentaba reconciliarse con el entorno de aristócratas y militares, y eso pasaba por deshacerse del peso muerto de una consorte que nunca iba a ser aceptada como reina. Tal vez fuera cierto, pero solo en parte, porque el divorcio también se explica por la presencia de una amante, Suthida Vajiralongkorn, más conocida como Nui, oficial de las fuerzas aéreas que hasta ahora formaba parte de sus asistentes y con la que, según afirman algunos medios asiáticos, ya ha tenido un nuevo hijo.

Los consejeros del príncipe organizaron en diciembre una operación simultánea en la que la política se mezcló de nuevo con las aventuras sentimentales del sucesor. Tras detener al tío y a varios hermanos de Srirasmi, se anunció la renuncia de la princesa a sus derechos reales, lo que de hecho significaba una separación, cediendo además la custodia del niño y refugiándose en su localidad natal. A cambio ha obtenido una compensación de siete millones de euros.

La nueva era

Días después, su hijo viajaba a Munich para cursar estudios en un colegio privado. Le acompañó Suthida, a la que por ahora conviene mantener en un segundo plano, aunque todos dan por seguro que será la próxima reina. Y eso implicará cambios en la línea de sucesión ya que el niño que podrían haber tenido hace unos meses sería el fruto de un matrimonio real vigente, lo que le podría convertir en el legítimo sucesor, por delante de su hermanastro.

Parece que la nueva consorte ha sido bien aceptada por el Consejo Privado dada su preparación militar, pero este nuevo capítulo ha ensombrecido más la imagen pública del heredero. Según Pavin Chachavalpongpun, profesor de la Universidad de Kioto y especialista en la política interna de ese país, «para muchos tailandeses el príncipe Vajiralongkorn llegará al trono sin carisma, sin autoridad moral y sin el respeto de su pueblo». Y eso puede generar problemas para la estabilidad de la institución y, sobre todo, para los intereses que se tejen en torno a la corona y a su fortuna (ver recuadro). Se prevén días convulsos para la monarquía cuando el rey Bhumibol desaparezca.

Fuente de noticia