¿Para qué aumenta EE.UU. su gasto en defensa?

Reconstruir la defensa de EE.UU. es una de las promesas electorales de Donald Trump que cuentan con el respaldo mayoritario de las dos principales fuerzas políticas nacionales.

El mes pasado el Senado aprobó un proyecto de ley que incrementa al menos un 10% el gasto militar para el año fiscal que comenzó el 1 de octubre. La legislación fue apoyada por la mayoría de los parlamentarios sin apenas objeciones. Y no hay razones que hagan pensar que la Cámara de Representantes no seguirá el ejemplo de la Cámara Alta.

La causa oficial del aumento de gasto es el deterioro de las Fuerzas Armadas estadounidenses después de los conflictos de Afganistán, Irak, Libia, Siria y Somalia. La mayor parte del material bélico del Ejército ha sufrido el desgaste propio de las duras condiciones de Oriente Medio.

Con todo, es dudoso que el Congreso únicamente apoye el aumento de los gastos de defensa por esta razón, señala el portal ruso Vesti Finance.

Como han mostrado las últimas elecciones presidenciales, la debilidad de la economía se ha traducido en resultados impredecibles. Los representantes estadounidenses apoyan un proyecto de ley que cree nuevos empleos en sus estados y distritos, mientras los contratistas de defensa se esfuerzan para mostrarles las ventajas de esta legislación.

Los motivos personales de Trump no son, probablemente, muy diferentes. El presidente ve en el aumento capacidad para crear en estados clave puestos de trabajo suficientes que le garanticen la victoria electoral en 2020.

Nostalgia del pasado 

Hay además un sentido más profundo que mueve estos esfuerzos modernizadores: la élite de EE.UU. parece querer recuperar los años 80, la última década de grandeza de EE.UU. protagonizada por el desplome de la Unión Soviética y el establecimiento de un mundo unipolar.

Si uno analiza las fuentes de la posición de EE.UU. en los 80, notará el parecido entre la política actual y la de esa década y la anterior. La receta del éxito es la siguiente: poner freno a las guerras costosas y poco populares, emprender reformas internas que liberalicen la economía, invertir miles de millones de dólares en avances tecnológicos y observar el crecimiento de las ventajas geopolíticas.

¿Por qué es poco posible que EE.UU. consiga repetir aquel éxito?

Es difícil equiparar la ventaja de calidad que concedieron a EE.UU. en los 80 y los 90 los vehículos blindados Abrams y Bradley, los cazas F-15 y F-16, y el sistema de combate AEGIS con la próxima generación de armas estadounidenses.

«Parece poco posible que EE.UU. logre retirarse de las extenuantes guerras en Oriente Medio. Trump no es Nixon y carece de la suficiente autoridad en la política exterior como para convencer a la élite estadounidense de que reduzca su influencia en esa región», señala Vesti Finance.

El expresidente Ronald Reagan sacó provecho de la economía estanflacionista, empujada por la liberalización y las desregulaciones y bajos niveles de deuda pública. Trump no tiene ninguno de estos elementos. La economía de EE.UU. se está viendo perjudicada por el neoliberalismo y la globalización llevados a sus extremos lógicos y no por las regulaciones o el exceso de impuestos.

«La deuda pública de EE.UU. ha marcado sus máximos históricos, mientras que China le está desafiando económicamente y la economía de Rusia se encuentra a un nivel mucho más alto que la soviética de los 70 y los 80», señala Vesti Finance.

Conscientes de que el momento no le favorece, las élites estadounidenses podrían embarcarse en aventuras mayores que las emprendidas por Ronald Reagan en Granada y el Líbano, advierte el medio ruso.

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