Más allá de la agenda 2030: un acuerdo global provida

POR J. LUIS ROJAS

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En el 2015, los Estados miembros de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), aprobaron la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, como hoja de ruta hacia un nuevo paradigma de desarrollo en el que las personas, el planeta, la prosperidad, la paz y las alianzas toman un rol central. Esta iniciativa global contempla 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y 169 metas. La referida agenda es esperanzadora, ya que pone a las personas en el centro, tiene un enfoque de derechos y busca un desarrollo sostenible global dentro de los limites planetarios.

Desde el ámbito teórico, la Agenda 2030 integra los tres pilares del desarrollo sostenible: económico, social y medioambiental, mostrando de esta manera una visión sistémica del desarrollo. En síntesis, la Agenda 2030 es un medio para erradicar la pobreza, proteger al planeta Tierra y asegurar la prosperidad para todos, sin comprometer los recursos para las futuras generaciones. Esta iniciativa universal, además de comprometer a los Estados miembros, también invita a las empresas privadas a linear sus objetivos administrativos, de producción, comercialización y de responsabilidad social a los del desarrollo sostenible.

Luego de seis años de haberse implementado la Agenda de desarrollo sostenible de la ONU, podría concluirse en que la calidad, cantidad y sostenibilidad de sus logros alcanzados, no han llenado las expectativas anunciadas y creadas al respecto. En este sentido, es inminente pensar y construir alternativas más efectivas, que faciliten establecer un entorno global menos impactado por los efectos del cambio climático, la pandemia COVID-19, la pobreza, el uso irracional de los recursos naturales no renovables, la ruptura de los limites del mercado, así como de las desigualdades económicas, sociales y culturales.

De espalda a la Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible, los Estados, las empresas privadas y las marcas han decidido hacer cosas horribles en perjuicio de la Tierra, en nombre de un falso progreso que solo crea riqueza para una reducida élite. Hay que hacer lo que sea necesario para prolongar la existencia de las vidas humana, animal y vegetal que conviven en el planeta. El plan de respuesta a la crisis medioambiental actual tiene que ser pensado más desde la perspectiva de la vida, que de la acumulación de riquezas materiales, para beneficiar a los que más poder social, económico y político tienen.

Sin duda, los lideres políticos, empresariales, sociales, académicos, religiosos, profesionales, laborales y científicos, tienen que pensar, decidir y actuar de manera global, para contrarrestar los efectos de las malas prácticas gubernamentales y empresariales, las que poco a poco han ido destruyendo la Tierra. La realidad está expresando que hay que pensar y construir mecanismos más allá de la Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible.

En ese sentido, una de las alternativas podría ser un gran acuerdo global provida, en el que todos los Estados y los líderes de las empresas privadas se comprometan a generar riquezas para todos, sin continuar destruyendo el planeta Tierra. El desarrollo, sin importar sus dimensiones, solo tiene sentido cuando sirve a la gente. El acuerdo sugerido deberá sustentarse en los principios y valores del humanismo. Entiéndase, en el pensamiento y accionar que predican y practican líderes mundiales como: el papa Francisco, Nelson Mandela, Teresa de Calcuta, Martin Luther King, José Alberto Mujica Cordano, Leonardo DiCaprio, Naomi Klein, Yann Arthus Bertrand, Vandana Shiva, Manu San Félix, Berta Cáceres, Gerardo del Villar, Boyan Slat, Sebatião Salgado, Wangari Maathai, entre otros activistas medioambientales, que luchan continuamente para apagar la llama del progreso salvaje que quema el planeta Tierra.

Uno de los ejes estratégicos que deberá abordar el acuerdo global provida, será comprometer a los sustentadores del capitalismo salvaje y rentista, para que creen fuentes sostenibles de riqueza, sin agredir los recursos naturales no renovables y sin violar los derechos humanos. Para un mayor conocimiento de los daños ocasionados al planeta Tierra a nombre del mal llamado progreso económico, social y tecnológico, se sugiere tomar en cuenta las producciones de algunos directores de la industria cinematográfica mundial. Por ejemplo, Roland Emmerich (2012), James Cameron (Avatar), Neill Blomkamp (Elysium), Adam McKay (No mires arriba), entre otros. Ellos, desde sus perspectivas e intereses, narran los funestos presagios en torno a la destrucción total de la casa común, la Tierra.

El porcentaje de cumplimiento de la promesa básica de la Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible de la Organización de las Naciones Unidas, ha sido tímido. Ni los Estados miembros, ni los dueños de las empresas privadas han hecho lo suficiente para cumplir con los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y sus respectivas 169 metas. Para evitar la destrucción total de las diferentes dimensiones de la vida (humana, animal y vegetal) es apremiante establecer un acuerdo global provida, en el que para concretar el cacareado progreso social, económico y tecnológico, no haya que destruir el planeta Tierra.

La predica de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible está llena de muy buenas intenciones, sin embargo en el terreno de los hechos, la realidad es distinta. Las pretensiones de los 17 objetivos de la agenda 2030 son idealistas y universales. Por ejemplo:

  • Poner fin a la pobreza en todas sus formas en todo el mundo
  • Poner fin al hambre, garantizar una vida sana y promover el bienestar para todos en todas las edades
  • Garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad y promover oportunidades de aprendizaje durante toda la vida para todos
  • Lograr la igualdad entre los géneros y empoderar a todas las mujeres y las niñas
  • Garantizar la disponibilidad de agua y su gestión sostenible y el saneamiento para todos Garantizar el acceso a una energía asequible, segura, sostenible y moderna
  • Promover el crecimiento económico inclusivo y sostenible, el empleo y el trabajo decente para todos
  • Construir infraestructuras resilientes
  • Promover la industrialización sostenible y fomentar la innovación
  • Reducir la desigualdad en y entre los países
  • Lograr que las ciudades sean más inclusivas, seguras, resilientes y sostenibles
  • Garantizar modalidades de consumo y producción sostenibles
  • Adoptar medidas urgentes para combatir el cambio climático y sus efectos
  • Conservar y utilizar sosteniblemente los océanos, los mares y los recursos marinos
  • Gestionar sosteniblemente los bosques, luchar contra la desertificación, detener e invertir la degradación de las tierras, detener la pérdida de biodiversidad
  • Promover sociedades justas, pacíficas e inclusivas
  • Revitalizar la alianza mundial para el desarrollo sostenible

El tamaño de la brecha entre las políticas públicas y los programas sociales que desarrollan los Estados y los 17 objetivos de Desarrollo Sostenible de la Organización de Naciones Unidas, es bastante grande. Algo similar sucede con los planes estratégicos de las empresas privadas y los propósitos de la agenda 2030. Casi en todos los países del mundo, los dueños de las empresas protegen más su dinero que las vidas que habitan el planeta Tierra (humana, animal y vegetal).

Antes que sea tarde, los líderes políticos, empresariales, sociales, académicos, laborales, científicos, profesionales, religiosos, culturales y medioambientales de todos los países del mundo, están compelidos a pensar en mecanismos más efectivos y viables para salvar la Tierra de los que defienden y sustentan el capitalismo salvaje, rentista, inhumano y carente de valores y principios éticos. En pocas palabras, es urgente humanizar la forma en que opera el modelo capitalista actual.

En gran medida, el futuro del capitalismo y de los seres vivos, dependerá de las posturas estratégicas que se asuman para respetar y cuidar el planeta. Lo cierto es que hay que evitar a toda costa una catástrofe apocalíptica que podría destruir la casa de todos, la Tierra. ¿Quiénes son y dónde están los que harán lo que sea necesario para prevenir la destrucción de la civilización y de la humanidad. Se necesitan líderes transformadores que no miren arriba y promuevan la idea de concretar un gran acuerdo global provida.