La negociación y la COVID-19

POR J. LUIS ROJAS

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 Las personas, las organizaciones, las marcas, los Estados y las sociedades civiles siempre han tenido motivos para lidiar con eventos, situaciones y hechos, los que por lo general determinan su estabilidad emocional y la sostenibilidad de su prosperidad.

Por ejemplo, la productividad y competitividad de los sistemas de producción, la gestión de los recursos naturales no renovables, la madurez y solidez de la institucionalidad, la eficacia de los sistemas sanitarios, la distribución de la riqueza, entre otros factores que inciden en la gobernabilidad y en la convivencia social. Dicho de otro modo, los individuos y las instituciones continuamente apelan a la negociación, como un medio para corregir y prevenir acontecimientos que pudiesen suscitar conflictos nacionales, regionales y mundiales. entiéndase, la pandemia COVID-19.

Para mitigar las desmedidas y dramáticas consecuencias que está teniendo y tendrá la COVID-19 en la estabilidad y prosperidad de las familias, las instituciones, las empresas y de las naciones, se requerirá más y mejor conocimiento en torno a la negociación. De manera consciente o inconsciente, la pandemia ha generado distintos tipos de conflictos: sanitarios, económicos, sociales, geopolíticos, ambientales, etcétera. Dicho de otro modo, la negociación es un medio efectivo para corregir y prevenir conflictos en cualquier ámbito. Hoy, parecería que los ciudadanos de casi todos los países del mundo viven en conflicto con el presente y el futuro, específicamente por lo que han perdido y perderán.

En la realidad actual, caracterizada por una pandemia que ha provocado la mayor crisis de salud pública del presente siglo, ha paralizado el crecimiento de la economía, se han perdido millones de empleos y se ha agudizado la ya existente desigualdad, es como han planteado Klaus Schwab y Thierry Malleret, en su libro COVID-19: El gran reinicio: “Desde su entrada en escena mundial, la COVID-19 ha hecho saltar por los aires las premisas establecidas sobre el modo de gobernar y la participación en la economía global…” En síntesis, la pandemia ha traído consigo problemas, duelos, sufrimientos y conflictos. Sin duda, para contrarrestar el impacto de estas nuevas ansiedades, será imprescindible apelar a la negociación.

Durante las principales etapas históricas del desarrollo de la humanidad, se ha evidenciado la capacidad de los seres humanos para negociar situaciones, eventos y hechos conflictivos. Las consecuencias provenientes de la pandemia, empujaran a los ciudadanos, a las empresas, a las instituciones, a los gobiernos, a las sociedades a establecer distintas modalidades de negociación. Por consiguiente, los que mejor conozcan y apliquen las técnicas de negociación, podrán gestionar de manera más efectiva la incertidumbre engendrada por la COVID-19. Como han dicho Klaus y Malleret, el reinicio social podría traer salpicaduras generadoras de conflictos. Tales como: agitación social, aumento de las desigualdades, regreso del Estado intervencionista, establecimiento de un nuevo contrato social, entre otras ansiedades individuales y colectivas.

Sin importar los motivos, los intereses, las circunstancias, los momentos y los lugares, la negociación solo será exitosa si, al igual que en el proceso de comunicación efectiva, las partes involucradas son tolerantes, inclusivas, empáticas, humildes, responsables, resilientes y confiables. La negociación es un método que emplea diferentes técnicas para corregir y prevenir los conflictos intrafamiliares, interpersonales, sociales, laborales, políticos, económicos, académicos, etcétera. Las negociaciones, durante y después de la Covid-19, deberán facilitar el reinicio de un mundo más próspero, inclusivo, resiliente y sostenible.

En la nueva realidad, las personas, las organizaciones y los gobiernos están compelidos a emplear la negociación, tanto un medio viable para manejar los efectos resultantes de las ansiedades que han emergido de la pandemia, así como los reinicios que habrán de llevarse a cabo en los entornos económico, social, geopolítico, ambiental, tecnológico e industrial. La arrogancia, la prepotencia, la megalomanía, la falta de humildad y la exclusión, son actitudes que nunca han agregado valor al proceso de negociación. Para alivianar los múltiples impactos de la COVID-19, será necesario, entre otras acciones, convertir la negociación en un instrumento de paz y de convivencia individual y colectiva. En definitiva, hay que aprender a negociar.

Las mejores sociedades, empresas e instituciones son las que han realizado esfuerzos para desarrollar en sus miembros competencias que les permitan negociar en un ambiente de respeto y de ganar-ganar. Por su naturaleza, los seres humanos son proclives a enfrentar continuamente situaciones que ameritan poseer capacidad negociadora. La negociación está presente en casi todos los actos humanos: organizacionales, comerciales, sociales, políticos, gubernamentales, familiares, profesionales, etc.

Existe consenso en catalogar la negociación como una actividad humana, la cual es imprescindible para crear vínculos sanos entre los seres humanos. Entonces, podría afirmarse que la negociación es la relación que establecen dos o más personas en torno a un asunto determinado pretendiendo con ello lograr acuerdos que sean satisfactorios para ambas partes. La capacidad negociadora es una competencia blanda que se desarrolla día a día, mediante el aprendizaje a lo largo de la vida.

Las sociedades con sistemas educativos, cuyas estructuras y contenidos permiten desarrollar en sus ciudadanos cultura y capacidad negociadora, por lo general son más felices, más productivos, más competitivos y menos proclives a vivir en conflictos. Se ha comprobado que cuando la negociación se contempla en los currículos de los diferentes subsistemas de los Sistemas Educativos Nacionales, las relaciones familiares, sociales, laborales, profesionales, gremiales y empresariales son más armoniosas, sostenibles y productivas. En esta época de pandemia, en la que los ser humano, las organizaciones, los Estados y las sociedades tienen motivos reales para enojarse, deprimirse, desmotivarse y revelarse por todo lo que han perdido, el saber y querer negociar ayudan a vivir y a relacionarse mejor.