Por José Reyes Martínez
Especial/Caribbean Digital
SANTIAGO, RD./ El 26 de enero el país celebra el bicentenario del nacimiento del padre de la patria, Juan Pablo Duarte, en el que la dimensión del espíritu de su pensamiento y sus acciones han estado presentes en todas las luchas patrióticas que ha librado la República Dominicana en su avance por la libertad, la soberanía y la justicia social.

Su moderna visión de cambio, con una combinación de liberalismo, romanticismo y nacionalismo, asumida durante su permanencia en Europa, en la década de 1830, orientarían las luchas patrióticas que tenían el objetivo de independencia de cualquier potencia extranjera.

Juan Pablo Duarte fue un líder, concertador y carismático, comprometido con la trasformación y el futuro de la República Dominicana; fundada por la intrepidez, la decisión y los esfuerzos de los hombres y las mujeres que conformaron la organización patriótica La Trinitaria, y liderada por el mismo patricio cuando sólo contaba los 25 años de edad.
Duarte extrapoló sus enseñanzas y sabidurías ideológicas a los jóvenes progresistas de la época, para educarlos en el espíritu libertario, tras dar conocer las nuevas realidades políticas, económicas y sociales que entonces se vivían en el continente europeo.
En el contexto de las nuevas realidades históricas y geopolíticas, si Duarte viviera, estaría reconociendo el concepto renovador de gestión de Estado que el presidente Danilo Medina inició tras asumir el poder 16 de Agosto de 2012’, en el sentido de promover un Estado social de derecho.
Si Duarte viviera estaría apoyando la voluntad del Presidente en lo referido a renovar las esperanzas de vivir en una mejor nación; fortalecer las instituciones para asegurar la conducta ética en el ejercicio público; promover la justicia social y el impulso del aparato productivo como factor clave del desarrollo.
Si Duarte viviera tendría la misma agenda de Estado aplicada por el jefe de Estado, en el sentido de promover la transparencia, la racionalidad y la eficiencia en el gasto de los recursos que la sociedad ha puesto bajo el cuidado de las autoridades.
Si el fundador de la República Dominicana viviera, estuviese con quienes ahora diseñan e implementan las políticas públicas que buscan promover la educación de calidad en la preparación de los jóvenes pre- universitarios, para insertarlos en las decisiones consensuadas en la estrategia nacional de desarrollo.
Si Duarte viviera estaría respaldando el apoyo crediticio y el aprendizaje a los pequeños y medianos empresarios, con miras a producir mejores resultados en la creación de empleos y riquezas para la economía y la nación.
Duarte, estoy seguro, apoyaría el programa que pretende enseñar a leer y escribir a 700 mil dominicanos, para erradicar el analfabetismo e insertarlo a las fuentes de producción, así como la decisión del Presidente de afrontar con firmeza el problema eléctrico que succiona las finanzas de la nación.
Si Duarte viviera estaría apoyando las iniciativas de Estado tendentes a propiciar la eficiencia y productividad del sector agropecuario, para asegurar la producción alimentaria, la rentabilidad de los productores y el acceso a la población de la canasta básica alimentaria.
Por lo que se observa, en el contenido de la agenda de Estado del presidente Danilo Medina Sánchez, un aventajado discípulo de Bosch, está insertada la visión y el sueño que abrigó Juan Pablo Duarte, por los derechos, la transformación y el desarrollo de la nación.
El autor es periodista.