Hay una startup que quiere vender máquinas expendedoras como innovación. Y ya se perfila como la farsa del año

Silicon Valley, ese bonito lugar donde los sueños más inverosímiles se pueden hacer realidad. Un lugar donde los millonarios están buscando donde invertir con la idea de encontrar el próximo Google o Facebook. Razones que han provocado que Silicon Valley se haya vuelto, en muchas ocasiones, un mero espejismo.

Paul McDonald y Ashwath Rajan son dos ex empleados de Google quienes están lanzando ‘Bodega’, una startup que ha «inventado» un método para que tengamos a nuestro alcance diversos objetos sin tener que acudir a una tienda. Puede que esto resulte familiar ya que existe algo similar desde hace varios años que conocemos como ‘máquinas expendedoras’. La diferencia es que Bodega nació en Silicon Valley y usa machine learning (algo que suena más a argumento de venta que otra cosa).

Bodega quiere sustituir a la tienda de la esquina

El termino ‘bodega’ para nosotros resulta familiar, pero para los neoyorquinos, que fue donde se popularizó y creció dicho término, representa aquella tienda de la esquina apartada de las grandes corporaciones, que es atendida muchas veces por indocumentados o familias que la han heredado por varias generaciones. Vamos, un negocio familiar donde se puede comprar casi cualquier cosa las 24 horas del día a un precio casi por debajo de los grandes almacenes y tiendas de autoservicio.

Pues Bodega quiere acabar con estas tiendas, y aunque ha convencido a varios grupos de inversores, ahora mismo las redes sociales están explotando contra ella, ya que muchos la ven como un completo fraude que busca explotar las palabras clave: ‘Google’, ‘Silicon Valley’ e ‘Inteligencia Artificial’.

Para entender en qué consiste Bodega, lo mejor es ver su vídeo de presentación.

Como vemos, se trata de un gran mueble con puertas de cristal, el cual de alguna manera está conectado a internet para sincronizarse con una aplicación móvil. Dicha aplicación permite que las personas pongan el número de la Bodega que tienen a su alance para que las puertas se abran y recojan el producto que necesitan.

Gracias a un sistema de cámaras y sensores programados bajo un sistema de inteligencia artificial es como el mueble, o Bodega, sabe qué producto nos llevamos, y así pueda proceder al cobro directo a la tarjeta que dimos de alta cuando nos registramos en la aplicación. Ojo, todo esto es lo que dice la compañía que hay detrás de su invento, pero hasta el momento nadie ha podido verlo por dentro o siquiera comprobar su funcionamiento.

Bueno, pues con estas especificaciones y argumentos de venta, los creadores de Bodega lograron recaudar 2,5 millones de dólares para echar a andar el proyecto, el cual arrancará en las próximas semanas en Estados Unidos con 50 muebles en gimnasios, bloques de apartamentos, oficinas y dormitorios de universidades.

Después del anuncio de Bodega las críticas por parte de usuarios de Twitter no se hicieron esperar. Unos iban en torno a la amenaza que podría significar para las verdaderas ‘bodegas’ (tiendas de la esquina), por lo que rechazaban tajantemente el uso ese nombre para referirse a esta «innovación».

Otros trataban de buscar la diferencia entre Bodega y las actuales máquinas expendedoras, donde éstas últimas han evolucionado de forma importante. Por ejemplo, hoy día en aeropuertos, hoteles y zonas turísticas podemos encontrar máquinas que nos ofrecen desde gadgets hasta productos de higiene, salud, medicamentos y hasta comida.

Entonces si lo vemos fríamente, Bodega está por detrás de las máquinas expendedoras al no tener sistema de refrigeración y no poder ofrecer alimentos, así como medicinas o productos perecederos, vamos, ni siquiera una cerveza o botella de agua fría.

Bodega Two Una ‘bodega’ en Nueva York.

Durante una entrevista, se le preguntó a Paul McDonald si no estaba preocupado por haber usado el término ‘Bodega’, ya que podría resultar ofensivo para algunas personas. Esta fue su respuesta:

«No estoy preocupado por ello. Hicimos varias encuestas en la comunidad latinoamericana para entender si sentían que el nombre era una apropiación indebida de ese término o tenía connotaciones negativas, y el 97% dijo ‘no’. Es un nombre simple, y creo que funciona».

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