Francina Hungria: “Quiero tener mis ojitos, que ya no están” (Ver video)

Kharla Pimentel

SANTO DOMINGO, República Dominicana, (Acento.com.do).- Con una sonrisa natural, espontánea, su pelo largo, negro y sedoso que le cubre el pecho, una expresión de calma y una voz sutil como música suave, Francina Hungría cuenta cómo su vida ha cambiado luego de recibir un disparo el viernes 23 de noviembre del año 2012, cuando un grupo de delincuentes intentaron matarla para robarle su vehículo y escapar luego de cometer un asalto.

Francina Hungría, víctima.
Francina Hungría, víctima.

Hungría, ingeniera civil, ya sin una de sus facultades vitales ha tenido que abandonar su profesión. «Porque otros así lo quisieron», expresa.

Al transcurrir más de un año del hecho trágico que casi le quita la vida, recuerda con dolor los 6 meses que pasó de cirugía en cirugía, viajando de República Dominicana a los Estados Unidos y viceversa, bajo fuertes medicamentos y entrenamientos.

“El dolor era tan fuerte que yo decía: debí morirme en ese momento porque no es posible que un ser humano aguante tanto…pero, mis padres estaban ahí para decirme: ¡no digas esas locuras, Dios te ama!”, expresa compungida.

Un bastón en mano, su padre la lleva del brazo y ella con mucha seguridad saluda a quienes se le acercan, levanta su brazo y al recibir la mano de quien la saluda, da un apretón como expresión de afecto y agradecimiento.

Dice que su rutina diaria cambió tanto, como si diera un giro de 360 grados, “porque hasta ahí es que llegan los grados” (sonríe).

Su quehacer diario -que incluía ir al gimnasio en las mañanas, acudir a los proyectos de construcción que dirigía y llegar tarde a casa a seguir trabajando- cambió radicalmente. Ahora pasa las horas entre visitas a médicos, dar entrevistas, charlas a personas no videntes y trabajar en una iniciativa propia de ayuda a discapacitados.

Es la modadlidad de catarsis que ha escogido para seguir adelante y no aferrarse al dolor aquellos desalmados le causaron.

“Es completamente diferente, pero generalmente mis días los estoy ocupando en proyectos de ayuda a los no videntes, que ha sido una tremenda terapia dentro de una situación bastante trágica”, manifiesta una Francina alentada.

También, parte de su rutina es el colocarse las prótesis de los ojos todos los días. “Yo me despierto con el entusiasmo de cambiarme, de tratar de ponerme bonita, aunque se haya estremecido tanto mi vida”.

Lamenta que de ser autónoma haya pasado a ser dependiente de otros. “En mi casa no sabían lo que yo comía ni cenaba, yo me iba cuando todo el mundo estaba durmiendo y regresaba cuando todos estaban durmiendo”.

Los cambios de humor ya no son tan frecuentes. Se empeña en mantener la calma, la paz interior, aunque muchas veces se siente abatida por la impotencia.

“Si no encuentro algo, de una vez yo me pongo mal porque desde que me mueves algo un par de pulgaditas ya yo no lo puedo ver; y me dicen ‘¡está ahí mismo!’, si está ahí mismo pero yo no lo puedo ver”.

A pesar de todo se muestra entusiasmada por las nuevos conocimientos que ha adquirido, y nos explica que posee una serie de aplicaciones que la ayudan a hacer cosas por ella misma. La tecnología moderna se ha convertido en una aliada para adaptarse a su nueva condición de no vidente repentina.

“Tengo mi identificador de dinero, identificador de colores, una aplicación que yo le coso unas etiquetas a los jeans y sale mi voz diciendo de que pantalón se trata. Igualmente tengo una que la uso mucho para las latas, que les tomo una foto y me dice si es de tomate o maíz”, explica.

Como toda joven utiliza las redes sociales y se comunica a través de los chats. “Le dicto al celular y él escribe por mí, pero también puedo dictar para tomar mis notas que las hago para ir al supermercado y la agenda que la llevo en el celular”.

Sobre la sentencia

El pasado día 5 la justicia decidió que 4 de los 5 hombres que intentaron matar a Francina Hungría no eran culpables, y los dejó en libertad, condenando sólo a uno, a 30 años de prisión, la pena máxima.

José Manuel Vidal Féliz, alias Memín, fue el condenado a pena máxima, a quien también se le impuso el pago de una indemnización de 5 millones de pesos.

Los descargados fueron José Miguel Mora Acosta (El Gordo), Celso González Montero (Nariz), José Arias y Melvin Pérez (Bolulo), este último con el voto disidente de la magistrada Sarah Veras.

Si el Ministerio Público y la sociedad en general rechazaron y criticaron esa decisión, para Francina la reacción ha sido de dolor e indignación. No se explica los el motivo que llevó a que las juezas descargaran a los cuatro participantes en la agresión en su contra.

“Parece como que esas personas que decidieron mi destino en ese momento, todavía estuvieran decidiendo el curso de mi vida”, comenta apesadumbrada.

Para Francina no hay otra palabra que defina de manera más certera lo ocurrido que «injusticia». Pero a pesar de la sentencia emitida por el tribunal, aún mantiene la esperanza.

“Son 5 hombres fuertes y yo solita, pero no pierdo el optimismo porque sólo con el hecho de que todo el mundo está unido con un solo clamor pueda hacer que cambie”, comenta con voz un tanto apagada.