Evaluación 360 grados: Más que megalomanía

POR J. LUIS ROJAS

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 La evaluación 360 grados es un instrumento que emplea la gestión moderna para mejorar el desempeño del talento humano que labora en las empresas e instituciones.

El propósito de este método consiste en ofrecer al colaborador retroalimentación para que mejore su desempeño y comportamiento de una manera más objetiva y holística, ya que al contar con diferentes puntos de vista y perspectivas provenientes desde varios entornos: supervisores, jefes, compañeros, subordinados, clientes internos y externos, autoevaluación, etcétera.

En la evaluación 360 grados todos los vinculados con el desempeño del evaluado son consultados al respecto. Desde esta mirada, la autoevaluación solo representa una de las fuentes que opinan y enjuician la calidad y cantidad del desempeño.

En el marco de la presente coyuntura, en la que algunos políticos, burócratas y servidores públicos salen de las agencias del Estado, sería de mucha utilidad para la mejora continua del desempeño de dichas instituciones saber en cuántas y en cuáles de ellas ha sido posible realizar una evaluación 360 grados al desempeño de los que ya se van. Cuando la evaluación de desempeño es realizada por evaluadores sumisos, adulones y cachanchanes del evaluado, lo más lógico es que las informaciones provenientes de ella no reflejen la realidad de los aspectos que se desean evaluar.

En fin, las evaluaciones llevada a cabo por incondicionales y emotivos colaboradores de los evaluados, no añade valor al desempeño presente y futuro del evaluado, y menos aún a la mejora continua de las empresas e instituciones e las que éste labora. En definitiva, el propósito estratégico de la evaluación 360 no se puede confundir con la mala práctica de la megalomanía. La cantidad, calidad y sostenibilidad del desempeño de muchos funcionarios y servidores públicos, que ya salen de la administración pública, no resisten someterse a una evaluación 360 grados, ya que desde su perspectiva basta con la realización de la autoevaluación, validada solo por sus colaboradores más cercanos y favorecidos.

Este tipo de evaluación no se limita a calificar un determinado desempeño de bueno, muy bueno y/o de excelente, solo con los resultados de la autoevaluación que realizan los propios evaluados. Carecen de credibilidad y objetivad las evaluaciones de desempeño que realizan muchos funcionarios de instituciones públicas, en las que los evaluadores son sus más fieles aduladores. Para que los resultados de una evaluación de desempeño sean útiles y creíbles, tienen que llevarse a cabo al margen del conflicto de intereses. El carácter integral de la evaluación 360 grados permite que el evaluado tenga una retroalimentación positiva o negativa de parte de todos los actores que, de manera directa e indirecta, fueron impactados por el desempeño de éste.

¿Por qué en la mayoría de las instituciones del Estado dominicano no se aplica la evaluación 360 grados para medir el impacto cualitativo y cuantitativo del desempeño de todos sus colaboradores? La causa más relevante que pudiese estar incidiendo para que esto no se concretice, podría ser la falta de calidad humana, profesional y ética del talento humano que dirige y trabaja en ellas. La evaluación 360 es una herramienta de mejora continua. Cabe resaltar que la naturaleza sistémica y participativa de este tipo de evaluación, permite conocer y analizar las debilidades y fortalezas del talento humano. La elaboración y difusión de una memoria de logros, jamás podrá sustituir el propósito de una evaluación 360 grados.

La gestión del talento humano del sector público, desde el presidente, los ministros, viceministros, directores y subdirectores generales, así como otros servidores públicos de menos jerarquía, suelen entrar y salir de la administración pública sin que ningún organismo competente y parcial evalúe su desempeño laboral durante un período determinado. En función a lo plateado, algunos de los servidores públicos de alta y mediana jerarquía, lo más parecido que hacen como evaluación de su desempeño, es una reunión con sus colaboradores más fieles y favorecidos para que con aplausos y verborrea evalúen positivamente sus supuestos y relativos logros.

Se ha comprobado que en las empresas e instituciones gestionadas por individuos que padecen el síndrome de Hybris, es casi imposible aplicar la evaluación 360 grados, ya que según opiniones de los estudiosos del comportamiento humano este trastorno del tipo paranoide se desarrolla en personas que se encuentran en posiciones de poder. En relación con lo planteado, se afirma que los que sufren del síndrome Hybris se caracterizan por poseer un ego desmedido, manifiestan desprecio hacia los que se encuentran en posiciones menores y realizan constantes acciones para reafirmar su cuota de poder.

“Tras un tiempo en el poder, el afectado por el síndrome Hybris, padece lo que psicológicamente se llama desarrollo paranoide. Todo el que se opone a él o a sus ideas, es un enemigo personal. Puede llegar incluso a la paranoia o trastorno delirante que consiste en sospechar de todo el mundo que le haga una mínima crítica, y, progresivamente se va aislando de la sociedad. Llega un momento en que deja de escuchar, se vuelve imprudente, toma decisiones por su cuenta sin consultar, porque cree que sus ideas son correctas. Aunque finalmente se descubra que son erróneas, nunca reconocerá la equivocación»…” (Dr. Manuel Ángel Franco, citado por Julio Merino, 2019).