En RD falta convivencia social

POR J. LUIS ROJAS

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 En cualquier parte del mundo, la buena o mala convivencia social entre los grupos humanos siempre estará asociada e impactada por la calidad de los sistemas educativos, por la solidez de la institucionalidad, la responsabilidad social de los que controlan los medios tradicionales y digitales de comunicación, los valores y principios que sirven de sustento al pensamiento y actuaciones del liderazgo político, social, laboral, religioso, profesional y académico,  así como del nivel de respeto y obediencia a las costumbres, normas y leyes que rigen el quehacer de una determinada sociedad humana.

En definitiva, los países que han logrado establecer sistemas educativos a partir de modelos de aprendizajes enfocados en factores como: la equidad y el bienestar del estudiante, utilización de evaluaciones rigurosas para garantizar altos estándares académicos, aplicación de la educación moral y la formación del carácter, así como el uso de la ciencia, la tecnología y las matemáticas como ejes transversales de los procesos de aprendizaje, han logrado construir ecosistemas favorables y sustentables para la convivencia social en cualquier ámbito de la vida. Hay que decirlo una y otra vez: el liderazgo sustentado en valores y principios positivos, el cumplimiento de la función educativa por parte de los medios de comunicación, el respeto a las costumbres normas y leyes, son los pilares sustanciales de la convivencia social sana.

En términos prácticos, la convivencia social ha sido considerada como la capacidad de vivir en armonía y paz con los demás, respetando las normas y valores sociales. Además, se trata de un elemento fundamental para el desarrollo de una sociedad democrática, justa y participativa.  En otras palabras, la convivencia social es la coexistencia entre varios individuos, más allá de lo familiar y amigos cercanos. Como se observa, detrás de la convivencia social, siempre hay personas con valores y principios sanos, que sienten amor, respeto, empatía y solidaridad por los demás, más allá de las diferencias ideológicas, religiosas y culturales.

Los líderes de República Dominicana: políticos, empresarios, académicos, laborales, profesionales, religiosos, entre otros, no se han enfocado en desarrollar los factores esenciales que determinan la creación, mantenimiento y optimización de la convivencia social como plataforma de alta incidencia en el desarrollo integral y sostenible de los distintos grupos que interactúan en los diversos ecosistemas que integran la sociedad. “Es importante mejorar la convivencia entre vecinos, hay que promover la difusión de valores como la tolerancia, la comprensión y la cooperación, así como la organización ciudadana, de manera que impacte en el mejoramiento de los barrios y comunidades”. (Periódico El Caribe, Emelyn Baldera, 21 octubre, 2024).

En cualquier tipo de sociedad humana, la falta de convivencia sana entre los grupos que la integran, casi siempre se traduce en: conflictos inútiles, violencia, egoísmo, enemistades, rupturas de relaciones, quebramiento de emprendimientos, aniquilamiento de proyectos comunitarios, desinterés por las iniciativas de bien común, inversión de energía y recursos en acciones improductivas, establecimiento de relaciones de muro, saturación de las cárceles, congestión de los tribunales judiciales, fomento del individualismo, fractura del dialogo, obstáculos para trabajar en equipo, entre otros factores que inciden negativamente en el buen vivir. En RD, la convivencia social es tan frágil que por un simple rose entre dos vehículos, una discusión de dos vecinos por un parqueo o una infidelidad entre pareja, son motivos estúpidos e irracionales para que un ser humano le quite la vida a otro.

En RD, como resultado de una imitada cultura de la buena convivencia social, casi todas las iniciativas se dividen, sin importar la naturaleza de ellas. Por ejemplo: las organizaciones políticas, los sindicatos, los grupos musicales, las organizaciones no gubernamentales, los emprendimientos empresariales, las juntas de vecinos, los equipos de beisbol, los gremios profesionales, fundaciones, etcétera. En este orden, según diferentes estudiosos del tema en cuestión, la convivencia social se refiere a la capacidad que tienen las personas de vivir juntas en un ambiente armonioso y con respeto mutuo.

Independientemente de cada área del saber humano perciba y conceptualice la convivencia social desde diferentes perspectivas, casi todas coindicen en resaltar la cooperación, el respeto mutuo y la empatía, como sus elementos únicos y sustanciales. En este ámbito, véase lo que expresan las siguientes ciencias al respecto:

  • Psicología: la convivencia social es el proceso mediante el cual los individuos interactúan en un entorno social, estableciendo relaciones basadas en normas de respeto mutuo, empatía y cooperación, necesarias para el bienestar emocional y el desarrollo personal dentro de una comunidad.
  • Sociología: la convivencia social es la coexistencia pacífica y armónica de las personas en una sociedad, fundamentada en la aceptación de normas sociales y valores colectivos que regulan las interacciones humanas, asegurando la cohesión y estabilidad del grupo.
  • Filosofía: convivencia social se entiende como una expresión de la naturaleza ética del ser humano, donde el respeto por la dignidad y los derechos de los demás establece las bases para la justicia, la libertad y la construcción de una vida compartida en comunidad.

En la actualidad, la convivencia social en República Dominicana se enfrenta a desafíos relevantes como la falta de un sistema educativo que opera al margen de un modelo de desarrollo integral que fomenta la desigualdad social, el individualismo, la fragilidad de la institucionalidad, la corrupción, la impunidad, el sálvense quien pueda y legitima la aciaga práctica del fin justifica los medios. Sin convivencia social sana y creíble, nada suele funcionar como Dios manda. Al fin y al cabo, todo se convierte en un caos sin precedentes, el cual arrastra a las sociedades y organizaciones a un precipicio sin salida viable.

Se ha demostrado que si las personas decidiesen poner en práctica los valores y principios que sustentan la buena convivencia, bastaría para que la paz, la armonía, la articulación, la empatía, la solidaridad y el respecto a la dignidad humana floreciesen y produjeran frutos positivos en cada uno de los entornos en los que los individuos están compelidos a crear y mantener relaciones sanas y productivas. Por ejemplo, en los ecosistemas: familiar, social, político, laboral, profesional, religioso, académico, productivo, entre otros. si las personas desarrollan y practican convivencia sana. En síntesis, si convivencia social la vida casi no tiene valor significativo. La convivencia humana es la materia prima básica del buen vivir.