El prospecto fallecido Ismael Ureña habría sido inyectado decenas de veces

Caribbean Digital 

“Papi cuando me firmen te voy a sacar de este ranchito, te compraré una casa y tampoco tendrá que madrugar para ir al mercado”, les decía Ismael Ureña Pérez a su progenitor Ynoel a cada momento que el jovencito observaba que se desarrollaba en sus esfuerzos por alcanzar una firma para el béisbol.

“Abrázame, coño, abrázame coño”, se convirtieron en las expresiones enfurecidas en el lado opuesto de la moneda, que fruto de las secuelas de las inyecciones el propio hijo le externaba a su padre tras la vida cambiarle un par de meses después al joven de 14 años, quien yacía ya moribundo en una cama del Hospital José María Cabral y Báez, de San Isidro.

Según relatan sus padres Inoel e Iris, así como sus hermanos Joel y Esmailin, esta transformación brusca de un prospecto del campocorto, quien este año había realizado cerca de una docena de tryout, a estar postrado en una cama, fue producto de las constantes inyecciones con sustancias de caballos a que era sometido.

Las cuatro personas, ayer en visita realizada por Listín Diario a su empobrecido hogar en este poblado coincidieron en que el más pequeño de cuatro hermanos fue inyectado en decenas de ocasiones en el complejo de béisbol que orienta el exjugador Yordy Cabrera.

Iris, madre del fallecido Ismael Ureña

Iris, madre del fallecido Ismael UreñaJORGE LUIS MARTINEZ

Incluso, Joel, quien con 21 años, es el mayor de cuatro hermanos, afirmó que él propiamente era inyectado casi inter diario y que esto le ocasionó lesiones severas en una de sus piernas.

Las inyecciones, según revela, precedían a luego de realizar las oraciones al señor que se realizaban cada mañana. Su padre Ynoel labora con mercancías en el Mercado de la Avenida Duarte, mientras Iris es ama de casa y en ocasiones vende ropas.

“Recuerda que en una ocasión se encontraba en la pensión y festejaba la llegada de un año más de vida, lo inyectaron y con la jeringuilla aún adentro sus compañeros le tiraron harina y huevos en la cabeza para celebrar su natalicio.

Aún a cuatro meses del fallecimiento del prospecto, sus padres no salen de su dolor y apenas un par de minutos de iniciar la entrevista el llanto se apoderó de ellos.

“Mi hijo ni me conocía ya, me confundía hasta con su hermana, yo me presentía que algo malo me le pasaría, gritaba siempre para que me buscaran a mi muchacho”, expresa entre sollozos su madre.

Listín Diario