Heliana Medina
SANTIAGO, RD.- Hemos visto la publicación repetida en varios
En primer lugar, debemos de hablar de «peces loro« puesno se trata de una sola especie; en el Caribe tenemos 14, algunas entre las más abundantes de nuestros arrecif
En tercer lugar, el autor justifica su posición argumentando que desde antes de que surgiera la vida en la Tierra ya habían arenas gracias a la erosión fluvial y el oleaje actuando sobre las rocas.
Si bien es cierto que estos procesos erosivos mecánicos de rocas terrestres han creado y seguirán creando arenas a largo plazo (las playas próximas a la desembocaduras de los ríos Yásica y Ocoason un buen ejempo), esto no excluye que haya otras fuentes de arena, especialmente en sitios donde no hay ríos cercanos, como en las playas de Bávaro, Isla Saona y Bahía de las Águilas.
Esta opinión del autor además ignora una rica literatura científica sobre el origen de arenas en zonas tropicales conarrecifes de coral, como es el caso de la República Dominicana.
Estas publicaciones han establecido claramente que exi
Auxiliá
Estos procesos (colectivamente llamados bioerosión) incluyen las arenas coralinas defecadas por peces loro, ladegradación de algas calcáreas (como Halimeda, tan común en nuestros pastos y arrecifes) y las esponjas endo
Por esto, podemos estar en desacuerdo sobre la proporción de arena aportada por erosión mecánica frente a procesos ecológicos para un sitio y período específico, pero no podemos excluir categóricamente ninguno sin tener más informaciones.
Pero más allá de este debate puntual sobre peces loro y arena, queremos expresar nuestra profunda preocupación sobre cómo estamos manejando en RD la información técnico-cien
En primer lugar, nos preocupó cómo el autor, lejos de aceptar evidencias científicas sobre el tema (a pesar de que le compartimos el artículo de Perry y colaboradores, publicado en la revista científica de la Sociedad Americana de Geología), se plantó en su posición y procedió a retar las credenciales científ
En lugar de denostar a personas en desacuerdo, su rol es debatirlas con evidencias nuevas o más convincentes. Para esto, deben apoyarse de publicaciones científicas recientes, sin importar que contradiga lo que hayan estudiado en el pasado. Plantarse así testarudamente en una posición sin contemplar las evidencias nuevas es volver al medioevo, antes de que existiera el método científico, algo muy preocupante proviniendo de un miembro de la Academia de Ciencias de RD.
Otro aspecto que nos preocupa es que este autor tome tan mal una opinión distinta a la suya, que decida callar ante la opinión pública nuestros argumentos y los de renombrados científicos enviando una nota de prensa a todos los medios del país.
En la nota además se agrega (o abulta) con una digresión sobre la salinidad de los océanos que no viene a cuento y no es del todo correcta.
Pero quizás lo más grave de todo es que nuestros periódicos tomaran este artículo y sin revisión alguna, lo publicaran textualmente, sin ninguna verificación del contenido. Hoy, en la era del internet y con las facilidades de comunicación que hay, es inexcusable. Esta actitud pasiva y servil de nuestros me