Egocéntricos

Por Miguel Cruz Suárez

Belarmino Napoleón era hijo único, pequeño, blanco como polvo de tiza e insoportable como mata de guao. Sus padres tenían dinero y él era el dueño de un buen bate de béisbol, tres guantes de piel, una careta de quécher y dos pelotas de cuero. No quedaba más remedio, había que contar con Napoleón si queríamos tener un juego con los aseguramientos necesarios, pero era el típico egocéntrico y si no se hacía lo que deseaba recogía los cheles y se acabó el partido.
Le encantaba ser pícher, a pesar de que no tenía nada en la bola, le bateaban para todas las bandas y cuando se hacía el intento por sustituirlo allí mismo armaba el titingó y por tal de seguir jugando se le dejaba en la lomita hasta que él mismo, y con más de quince carreras a su cuenta, se daba por vencido; sin embargo, después de ese inicio casi nunca había tiempo de recortar la desventaja y su equipo terminaba perdiendo. Así fue hasta que lo mandaron a freír tuzas, se consiguieron guantes propios, bates de Guácima y pelotas forradas con esparadrapo.
Paulina Platón, alias la ¨Geocéntrica¨ siempre se consideró lo máximo y todo porque mamá y papá jamás pusieron reparos en consentirle y al contrario, auparon sus ínfulas de ser mejor entre las mejores. Nadie podía sacar notas superiores a las de ella en cualquier asignatura y si en la escuela andaban seleccionando para esto o aquello y no resultaba electa, se armaba lo desagradable, no soportaba los elogios a otros y sufrió profundamente cuando no pudo pasar a semifinales en el baile de hula – hula, superada ampliamente en la puntuación por Gumersinda ¨Caja de Bola¨, una flaca de más de mil revoluciones por minuto.
Esas personas que siempre han pensado que se lo merecen todo y que casi nunca aportan nada, son un verdadero problema para las relaciones humanas y para el colectivo que les rodea. Basan su pretendida posición de superioridad en ventajas económicas o físicas, que casi nunca se acompañan de una potencia similar en lo que a cerebro se refiere, piensan poco y pretenden mucho.
Ahora, por desgracia en el vecindario americano tenemos la combinación Presidente – Macho alfa – Poco Seso, porque es sabido que el rubio del Norte pretende ganar por encima de todo, sin importar lo que tenga que hacer para lograrlo y en eso de atribuirse el éxito como un mérito que solo a él corresponde, no creo que nadie pueda superarlo. Pero tiempo al tiempo, como dicen los abuelos; que si esta isla, le ha ganado el pleito a guerreristas, mentirosos y simuladores, poca esperanza le quedan a los egocéntricos.

El autor es cubano, colaborador de los periódicos Granma y Juventud Rebelde.

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