Deporte, religión y política

Rafael Baldayac

Cada 6 de abril se celebra el Día Internacional del Deporte para el Desarrollo y la Paz, con la finalidad de concientizar a la población mundial acerca del papel fundamental del deporte en la promoción de los derechos humanos y el desarrollo económico y social de los países.

La Organización de Naciones Unidas escogió en el 2013 esta emblemática fecha para conmemorar los primeros Juegos Olímpicos llevados a cabo en Atenas, Grecia  en 1896, hace hoy 127 años.

Siete décadas después una controversial dialéctica basada en el pensamiento pragmático enfrentó al deporte, la religión y la política a través de dos pueblos separados por continentes muy distantes y con profundas diferencias socioeconómicas, políticas y culturales: Vietnam y República Dominicana.

La distancia entre Hanói, capital de Vietnam y Santo Domingo, capital de la República Dominicana es de 15,611 kilómetros (9,700 millas).

Es en virtud de la “Doctrina Truman” que los Estados Unidos en su intento de contener la expansión del comunismo en el mundo, que surgen dos conflictos armados casi simultáneos, uno en el continente asiático a partir de 1964 y otro en América en 1965.

El imperio norteamericano primero envió tropas a Vietnam del Sur, para evitar la conquista por el norte comunista, y un año después, bajo el pretexto de proteger vidas e intereses de su nación ordena, el 28 de abril de 1965, la invasión a la Republica Dominicana.

Unos 42 mil marines pisaron suelo patrio durante la contienda por el retorno a la constitucionalidad, contingente que avasalló a los rebeldes dominicanos, liderado por el coronel Francisco Caamaño de Deñó.

Contrario a los “intereses”  norteamericanos el propósito fundamental de la Guerra de Abril de 1965 era restablecer al gobierno legítimo encabezado por el profesor Juan Bosch y la Constitución de 1963, quien fue derrocado por un golpe de Estado el 25 de septiembre de 1963.

Tras el derrocamiento de Bosch, este fue reemplazado por un gobierno denominado Triunvirato impuesto por los militares golpista, del cual formaban parte tres civiles: Lic. Emilio de los Santos quien presidió el gobierno, el Dr. Ramón Tapia Espinal y Manuel Enrique Tavárez Espaillat.

Todo lo contrario ocurrió con el Việtcộng, grupo guerrillero que tuvo el respaldo de China y la Unión Soviética, chispa que hizo estallar la guerra donde los norteamericanos salieron derrotados por los comunista que a sangre y fuego se apoderaron de esta nación del sudeste asiático.

No solo perdieron la guerra por cuestiones de logística, sino también por la protesta y rechazo social en su propio territorio de los Estados Unidos.

Un episodio con la singular aleación de deporte, religión y política desvió la atención de ambos conflictos bélicos. Se trató de la rebeldía del campeón mundial de los pesos pesados Muhammad Ali quien se negó a ir a combatir como soldado al país asiático.

Su posición fue firme: «Yo no tengo problemas con los Việtcộng”, es decir con el grupo guerrillero que luchaba contra los Estados Unidos y sus aliados de Vietnam del Sur.

Ali, de 25 años, se manifestó en contra de la guerra oponiéndose a cumplir con el servicio militar alegando razones religiosas.

El campeón se  negó rotundamente  a ser admitido en las fuerzas armadas en momentos en que Estados Unidos se mantenía en  guerra contra Vietnam, país soberano del  Sudeste Asiático, el más oriental de la península Indochina.

Como castigo, Ali fue condenado por evasión del servicio militar, despojado de inmediato de su título de peso pesado, suspendido del boxeo, condenado a cinco años de prisión y multado con 10.000 dólares.

Ali, un musulmán, citó razones religiosas para su decisión de renunciar al servicio militar y  se negó a pelear en la guerra apegado a la doctrina islámica: «No tengo ninguna disputa con esos Việtcộng».

La posición de Muhammad Ali contra la guerra de Vietnam trascendió no solo el ring, que había dominado como el campeón indiscutido de peso pesado del mundo, sino también los reinos de la fe y la política.

«Su mayor victoria no llegó en el ring, sino en nuestros tribunales en su lucha por sus creencias», dijo Eric Holder, ex fiscal general de los Estados Unidos./