Contra todos los pronósticos…

Domingo Hernández

El elemento sorpresa siempre està latente en cualquier actividad  deportiva.

Y el bèisbol no escapa a ello. Con los Bravos de Atlanta no existìan muchas expectativas a inicio de temporada.

Los grandes favoritos  siempre fueron los Dodgers de Los Angeles para repetir en esta estaciòn la conquista de la Serie Mundial que habían ganado el año pasado, en una campaña muy especial, recortada a sòlo 60 juegos en su serie regular.

Màs adelante, se le dieron buenas probabilidades para llegar al Clàsico de Otoño e incluso ganarlo a equipos como los Gigantes de San Francisco y a los Medias Blancas de Chicago.Los Bravos no contaban en el radar de la crìtica beisbolera estadounidense.

Sin embargo, ganaron su división, el Este de la Liga Nacional, con un rècord de 88-73 y llegaron a  la postemporada, pero  nunca fueron favoritos ante los rivales a los cuales debió enfrentar.

Primero en la serie divisional ante los Cerveceros de Milwaukee se les dio como perdedores, ocurrió lo mismo ante los peligrosos Dodgers de Los Angeles, un conjunto que ganó 106 partidos en la temporada, y finalmente igual ante los Astros de Houston, un equipo con una de las mejores ofensivas de todas las Grandes Ligas.

A todos los venció Atlanta, un conjunto que pareció navegar contra la corriente durante todo el trayecto, batallò “contra viento y marea”, venció dificultades de lesiones entre algunos de sus principales jugadores –casos Ronald Acuña Jr, en principio, y luego Charlie Morton- e inclusive superaron el haber perdido un quinto partido en su casa cuando desperdiciaron una ventaja de cuatro carreras temprano para, finalmente, concluir con la conquista de la Serie Mundial –la cuarta de su historia- en un sexto encuentro en el hogar de los Astros.

Los nuevos campeones de la Serie Mundial sepultaron todos los pronósticos en su contra.Muchos factores se conjugaron en su coronación, pero probablemente uno de los màs notables fue el pitcheo, el cual se puso de manifiesto en esta serie contra una poderosa baterìa como la de los Astros, cuyos bates se vieron silenciados en buena la parte de los partidos sostenidos entre ambas escuadras.

He ahì, pues, un campeón legìtimo, que dignifica el bèisbol, en cuyo éxito tuvo  que ver el aporte de jugadores latinoamèricanos que parecieron crecerse en los momentos màs apremiantes del juego, entre quienes sobresalieron el cubano Jorge Soler, escogido como Màs Valioso de la Serie y el boricua Eddie Rosario, los cuales, muy en especial con sus bates, dejaron sus improntas plasmadas para la historia  a lo largo de los playoffs. Todo el crédito y reconocimientos para ellos. PARA QUE LO APRENDAS O LO RECUERDES: A propósito de los Bravos, es oportuno decir que, Hank Aaron, jugador emblemático de ese equipo, en la Serie Mundial correspondiente a 1957, cuando Atlanta enfrentò y venció a los Yankees de Nueva York en siete partidos,  bateò para  393 de promedio,  con tres cuadrangulares y siete impulsadas. Fue el único Clàsico de Otoño ganado por Aaron.!Suena la campana! ¡Climmp!