Codicia, engaño y salvación

JOSÉ ALFREDO ESPINAL

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“Porque no hay mentiras pequeñas ni pecados a medias” .

SANTIAGO, República Dominicana.– Tras algunos deslices en la vida es preciso reflexionar acerca de nuestras imperfecciones, de la mente codiciosa y del corazón engañoso.

“Por tanto, hagan morir todo lo que es propio de la naturaleza terrenal: inmoralidad sexual, impureza, bajas pasiones, malos deseos y avaricia, la cual es idolatría”, Colosenses 3-5.

“Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá? ¡Yo, Jehová, que escudriño la mente, que pruebo el corazón, para dar a cada uno según su camino, según el fruto de sus obras.”, Jeremías 17: 9-10.

El pecado que mora en mí

 Romanos 7: 7- 25

7- ¿Qué diremos, pues? ¿La ley es pecado? En ninguna manera. Pero yo no conocí el pecado sino por la ley; porque tampoco conociera la codicia, si la ley no dijera: No codiciarás.

8 -Mas el pecado, tomando ocasión por el mandamiento, produjo en mí toda codicia; porque sin la ley el pecado está muerto.

9- Y yo sin la ley vivía en un tiempo; pero venido el mandamiento, el pecado revivió y yo morí.

10 -Y hallé que el mismo mandamiento que era para vida, a mí me resultó para muerte;

11- porque el pecado, tomando ocasión por el mandamiento, me engañó, y por él me mató.

12- De manera que la ley a la verdad es santa, y el mandamiento santo, justo y bueno.

13- ¿Luego lo que es bueno, vino a ser muerte para mí? En ninguna manera; sino que el pecado, para mostrarse pecado, produjo en mí la muerte por medio de lo que es bueno, a fin de que por el mandamiento el pecado llegase a ser sobremanera pecaminoso.

14- Porque sabemos que la ley es espiritual; mas yo soy carnal, vendido al pecado.

15- Porque lo que hago, no lo entiendo; pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago.

16- Y si lo que no quiero, esto hago, apruebo que la ley es buena.

17- De manera que ya no soy yo quien hace aquello, sino el pecado que mora en mí.

18- Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo.

19 -Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago.

20 -Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado que mora en mí.

21- Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: que el mal está en mí.

22- Porque según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios;

23 -pero veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi mente, y que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros.

24 -!!Miserable de mí! ¿quién me librará de este cuerpo de muerte?

25- Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro. Así que, yo mismo con la mente sirvo a la ley de Dios, mas con la carne a la ley del pecado.

Hebreos 4:16

“Así que acerquémonos confiadamente al trono de la gracia para recibir misericordia y hallar la gracia que nos ayude en el momento que más la necesitemos”.

He sido un hombre afortunado. He sido bendecido y tengo la promesa de Jesucristo de que mejores cosas aún están por venir. Pese a todo eso, a veces caminamos en las sombras, en el deseo de la carne, dejándonos influenciar por el enemigo.

Culpar a los demás no tiene sentido, pero hacernos las víctimas tampoco.

“Aunque pase por el valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estás conmigo; tu vara y tu cayado me infunden aliento”, Salmos 23-4.