Carta abierta de una ciudadana dominicana preocupada por el arte y la cultura

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Muy distinguidos

Sr. Luis Abinader, presidente de la República
Sra. Carmen Heredia, ministra de cultura

Como artista, maestra, como persona que ama absolutamente el arte en todas sus manifestaciones, como abanderada de la calidad cultural y educativa, debo decir lo que sigue:
Me apena profundamente que en nuestro país aún se quieran guillotinar las ideas, que en algunos, la opresión del poder y sus delirios, intentan desarticular las manos del arte y la cultura, colgando en su lugar hilos de marionetas serviles.
Esto en un momento histórico de nuestro país en todas sus partes, más aún, en el sector cultural, donde hay tanto, tanto por hacer, rehacer, idear, conjugar. Quizá nadie que no ame esto desde las entrañas mismas podría comprender de qué va toda la cuestión; y cuál es el norte de Cultura en medio de esta realidad cruda y crítica de las instituciones a fines. En estos momentos que la educación y la cultura son quienes salvarán de la tragedia a este país (como ha sido en toda la historia de la humanidad), pues, como dice doña Carmen, nuestra ministra, “la cultura es todo, la cultura salva a los pueblos”.
Todo esto es más grande que un cargo, un sueldo o la soberbia. Estamos hablando de los cimientos socioculturales de una nación, de salvar la vida, porque el arte es eso, salvarnos. Y hoy, más que en cualquier otro tiempo, es necesario que sea desde el alma y el razonamiento que se dirijan las velas de este gran barco que apunta a novedosos horizontes. El poder mal direccionado corroe, destruye, borra, y, esto es justo lo que ha venido ocurriendo durante los últimos 20 años, y, para lamentarnos, ahí nos han dejado la desarticulación física de casi todos los inmuebles de cultura, porque quien quiere borrar el futuro de una nación, le apunta en la sien a la cultura.
Antes que cualquier cosa o circunstancia soy arte, de eso estoy hecha, me duele terriblemente que se disminuya a cuestiones tan burdas como el dinero, o el poder, algo tan vital, neurálgico, y por demás, en estos momentos, crucial como es la cultura, columna primordial de la estructura del desarrollo de un país.
Y no se trata esto de cuestiones personales, se debe ser grande de adentro hacia afuera si se quieren dejar huellas, es esta una certeza que solo la coherencia y el desapego a la soberbia comprenden. No me interesa tirar y halar, es una cuestión fútil que no me mueve, que no suma, nimia si es sacrificada esta urgencia de acciones certeras y concienzudas en las ramas culturales. A quienes nos duele hasta los huesos el arte, solo abogamos porque valga la pena. Aspiramos a que por una bendita vez en República Dominicana las cosas cambien, que la luz que guíe en esto que nos ocupa, sea el arte en sí mismo, no las vitrinas, ni el bailoteo en las tarimas del orgullo y la fecundación del letargo.
Si algo absolutamente bueno me inspiran las palabras de nuestro presidente, Luis Abinader, es la transparencia que percibo cuando intenta decirnos que debemos cambiar, porque no podemos hablar de #estamoscambiando si se siguen permitiendo las mismas viejas prácticas que nos han hecho estancar una y otra, y otra vez.
Si no se cambian las prácticas lo que se cambia tan solo es el nombre en las nóminas. Hablamos de cambio, señor presidente, y en ésta, así como en cualquier situación de la vida, cambiar duele, de modo que, para cambiar y cambiarnos, es totalmente necesario romper, desmontar, desacostumbrar, transformar(nos).
Desde el Ministerio de Cultura, sus actores y vinculados se suponen personas por fuera de la media del colectivo, no es para nada digno que el mismo caiga presa de bochornosos incidentes, auspiciados por “autoridades” que pretenden continuar la cavernaria y deshonrosa costumbre de repartir funciones entre personas que no poseen las mínimas aptitudes, capacidades y la responsabilidad para desempeñarlas con presteza y dignidad.
Según el mensaje que trata de enviarnos a la ciudadanía, señor presidente, se aboga por cambiar estructuras añejas, enraizadas en el pensamiento colectivo dominicano, las que, históricamente nos han mantenido en estándares críticos en distintas áreas vitales de la nación. Es lamentable anteponer la mediocridad a la fina huella de la excelencia, el compromiso, la responsabilidad, el talento, las capacidades, y la creatividad, tirando así en el vacío, toda posibilidad para el surgimiento de nuevas formas de crecer, aportar y desarrollar acciones enfocadas en educar nuestros ciudadanos, y encumbrar las distintas manifestaciones del arte, de proteger y expandir la cultura procurando con hechos certeros llevar esto a cabo.
Este es el momento idóneo, señor presidente, señora Carmen Heredia, para decirnos con acciones que sí, que estamos cambiando, y aunque duela, renacemos.
Evelyn Taveras, poeta, escritora y maestra dominicana.