Cada feminicidio enciende el debate

José Alfredo Espinal

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 Santiago.-  El feminicidio no es un problema endémico de la República Dominicana, pero es un mal social que ha cobrado la vida de miles de mujeres en este país.  Consiste en la muerte que un hombre ocasiona a una mujer.

El asesinato a balazos de la joven comunicadora Chantal Jiménez, de 25 años a mano de su expareja Jensy Graciano, de 35 años, ha vuelto a poner el tema en la palestra.

Comparto la tesis de la activista  e investigadora especializada en Género y Desarrollo, María Jesús Pola (Susi Pola), quien considera que los feminicidios son de orden multifactorial, y a su juicio, tienen que ver con la resistencia a cambiar patrones, hacia mejores prácticas de respeto y derechos humanos. Ella dice que la violencia contra mujeres es un fenómeno sociocultural complejo que necesita cambio de prácticas y actitudes.

La cultura machista, el centralismo y el autoritarismo de los hombres han ido estableciendo ese patrón en el país, donde a veces se cree que matar a una mujer ya es normal y que no pasa nada.

Hace poco el país lamentó la muerte de la estudiante Esmeralda Richiez, una adolescente de 16 años, por cuyo hecho se responsabiliza a un profesor, John Kelly Martínez, de 35 años.

Son miles los ejemplos con los que pudiéramos reflexionar acerca de los feminicidios y la manera de cómo se producen en el país. Justificar solo una de tantas muertes a mujeres, es un maltrato que se le agrega a la víctima y a sus familiares.

“Cuanto más se adhiere un hombre a los roles machistas, de control, dominio, “jefismo”, centralismo de todo, que establece las reglas mínimas del juego, al que hay que obedecer, que limita las formas de vida de una mujer con celopatía, control, fuerza, más cercano está de desbordarse y maltratar, hasta matar, por mantener su supremacía. Cualquier mujer que detecte signos tales, debería salir del panorama de un hombre tal”, opina Susi Pola.

Afortunadamente, dijo, hay una mayoría de masculinidades diversas que no siguen estos patrones.

Las autoridades y los grupos que luchan a favor del respeto a las mujeres, así como la sociedad en sentido general, deben aunar esfuerzos para trabajar en quitar ese patrón cultural del hombre dominicano, sin esperar que otra víctima del feminicidio tenga que volver a encender el debate sobre el tema.

Hemos reiterado que nada justifica quitarle la vida a otra persona.