Argentina al borde de un cese de pagos y Macri dice que todo está bien

Caribbean Digital

La víspera, el dólar se disparó hasta 45 pesos para cerrar en 44.92, en una situación que coloca a Argentina al borde de un cese de pagos, mientras que nuevas pruebas aumentan la responsabilidad del Estado argentino en la red de extorsión y espionaje, a pesar de las presiones y amenazas contra el juez que investiga los hechos, Alejo Ramos Padilla.

El presidente Mauricio Macri, ajeno a los sucesos, dijo en Córdoba, ciudad militarizada donde se realiza el VIII Congreso de la Lengua Española, que todo está muy bien, defendió el modelo implantado y advirtió que si gana las elecciones de octubre profundizaría el ajuste.

En Buenos Aires reinaba este miércoles una fuerte tensión por la disparada del dólar que hará “volar” la recesión cuando el “riesgo país” país bordea los 800 puntos, la cifra histórica más alta y que todo aumentará en las próximas horas cuando hay miles de personas, que ni siquiera pueden comprar leche.

En medio de esta situación, Macri estuvo junto al rey Felipe VI de España a quien halagó en diversos momentos, mientras que éste respaldó las medidas tomadas por el presidente argentino, por considerar que eran las que se imponen en su país desde hace tiempo.

A esto se agrega la gravedad del tema judicial. Este miércoles un abogado denunció al fiscal Carlos Stornelli, así como al juez Claudio Bonadío, los más involucrados en la persecución política-judicial de opositores, al agente y falso abogado Marcelo D’ Alesdio detenido y al periodista Daniel Santoro del diario Clarín.

Los cuatro están implicados en el armado de una causa por supuestos sobreprecios de Gas Licuado al establecerse que está se fundó bajo una pericia que la justicia determinó era falsa y en un testimonio falsificado del supuesto abogado D´Alessio y que sin pruebas intentan llevar a la cárcel a la ex presidenta Cristina Fernández, manteniendo una decena de detenidos en prisión preventiva ilegal por esta causa armada “como la de los cuadernos” y que deberían recuperar su libertad rápidamente.

El escándalo aumenta, ya que hay tres nuevas imputaciones contra Stornelli, quien fue declarado en rebeldía por el juez Ramos Padilla, por no acudir a la cuarte citación y cuya suspensión del cargo pidieron diputados opositores, ante la envergadura de este caso.

También se comprobó como el agente D’ Alessio llamó por teléfono a Stornelli para decirle que le estaba llevando un “arrepentido” (quebrado dice él) mediante extorsión y amenazas, en cuyo interrogatorio judicial también participó, lo cual es gravísimo.

Se estableció, además, que Stornelli también le pidió al mismo personaje, espiar al ex novio de su actual pareja, un ciudadano peruano, al que incluso mencionan en la conversación telefónica que se le puede poner “algo” en el equipaje (se supone que drogas) para sacarlo del medio.

También está involucrada la ministra de Seguridad, Patricia Bulrich y cada vez se agrava más la situación de las diputadas Elisa Carrió y Paula Olivetto existe una situación que se hace insostenible, por los datos que llevan hacia la estatal Agencia Federal de Inteligencia y a la Administración Federal de Impuestos Público.

Hay una cantidad de jueces, fiscales, periodistas y medios de comunicación involucrados y esto cuando sólo se ha analizado poco más de 25 por ciento del material secuestrado por el juez Ramos Padilla, cuando allanó la casa de D’Alessio por la denuncia con toda clase pruebas presentada por un empresario víctima de extorsión. Nadie imaginaba que saltaría semejante Caja de Pandora.

Es también cada vez más grave la declaración del empresario Carlos Cifuentes, quien confirmó además que lo querían obligar a vender su empresa ligada a negocios de petróleo, como se hacía durante la pasada dictadura militar, que lo amenazaban con la prisión inventándole una causa y además con llevarlo a los medios de comunicación (cómplices) para escracharlo. La amenaza llegaba hasta la familia de la que conocían todos sus movimientos y en amenazaron con ponerle droga en el automóvil de su hijo.

La Jornada