Al dedillo: “La comunicación, un trampolín de piscina”

Johanna Benoit

Escribe un emprendedor, publicista, empresario, comunicador, locutor. Un hombre con valores familiares bien definido, su nobleza y trato afable lo delatan. Se define un apasionado del arte de comunicar.  Alberto Mota. Hoy dedicamos este espacio a su artículo titulado.

“LA COMUNICACIÓN, UN TRAMPOLIN DE PISCINA”

Al ser una actividad profesional, por un lado, y oficio por otro, la comunicación representa un ejercicio fácil de penetrar.  Muchos que quedan cesantes de un trabajo formal o la quiebra de algún proyecto particular, se vuelcan a ser comunicadores por las facilidades que da para hacerse sentir en distintos sectores mediante la supuesta creación de opiniones.

Esto así, ha permitido que personas sin preparación alguna tomen micrófono en manos, chaqueta puesta, y ayudante con cámara al hombro, y usurpan una actividad tan delicada como el periodismo y el arte de comunicar masivamente.

Sin embargo, hacer comunicación en sí no es lucrativo en el real sentido de la acción, al contrario, los comunicadores, y más los del área del periodismo, la locución y los reporteros gráficos están muy mal remunerados.

Muchos recurren a proyectos paralelos, algo muy válido, que puede ser desde un programa propio en radio o televisión, un medio digital o bien podría ser asesoramiento en comunicación corporativa o contacto con los medios, que es lo que en realidad hacen muchos. Hasta ahí, muy bien.

Todo este engranaje se complica cuando a esta falta de ingresos, se suma la llegada desde hace ya algún tiempo, de los presupuestos gubernamentales, que fueron más que a difundir una campaña publicitaria, a defender la política ejecutoria del estado y en decenas de ocasiones a escudar la imagen del funcionario estatal, por supuesto, aprovechando más la escasez del comunicador que su propia valía profesional.

Muchos se dieron cuenta, pues querían del botín, fueron en busca del mismo, lograron algo también y así transitaron por varios lustros entre un comercial y otro de las dependencias del estado, dado que cada vez más las empresas privadas restringían sus presupuestos de mercadeo.

En la actualidad, sabemos la presión que tienen los recién nombrados en el  tren del gobierno, por parte de decenas que buscan comerciales para sus programas, que, si bien podrían estar en el derecho de hacerlo así,  esos funcionarios tienen el derecho  de crear sus propias estrategias de comunicación para esas dependencias.

Pero ocurre que no queda todo ahí, muchos de la comunicación que han estado subido al trampolín para brincar y convertirse en políticos, sabiendo que en esas lides se pueden generar recursos en cuatro años que podrían cambiar su vida.

¡Vaya, que país el nuestro!

Y lo digo porque en su mayoría no creo que su deseo sea servir a la nación dominicana.

Un trampolín y no es de piscina.  Eso es lo que se observa, y es un síndrome a nivel nacional.  Todos quieren ser mínimo regidores, pero más aún diputados.  Personas que no han pertenecido ni siquiera a una junta de vecinos, ni mucho menos a los Boy Scout, ni Clubes de Leones o grupos ambientalistas, es solo, y a la vista está, con la intención de ir a servirse del poder.

Tengamos cuidado, no nos dejemos engañar.

[email protected]

Hasta otra entrega

Que Dios les bendiga!

[email protected]