Un cambio no se produce de la noche a la mañana, pero los pasos son firmes hacia ese propósito

José Alfredo Espinal

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Santiago, República Dominicana. –  Los cambios traen resistencias, enfrentamientos y debates, incluso, hasta en la propia casa.

El Gobierno del Partido Revolucionario Moderno (PRM), que preside Luis Abinader no escapa a esa realidad. Su gestión de cambio no sólo encuentra obstáculos en la oposición sino también a lo interno de la aún joven organización política.

Tras asumir un gobierno sumergido en deudas y con un pueblo ansioso por la transparencia, el castigo a los corruptos y el cese a la impunidad, el presidente Abinader además, tuvo que agregarle a esa demanda social los problemas generada por la pandemia del COVID-19, los altos precios de las materias primas, incluyendo el petróleo y la más reciente crisis causada por la guerra Ucrania-Rusia.

Con todos esos imprevistos, el cambio que prometió el jefe de Estado se ha ido materializando, pero a un ritmo menos rápido de lo esperado, por los factores que acabamos de mencionar.

No obstante, el presidente Abinader no escatima esfuerzos en hacer de la República Dominicana un país diferente. No será posible cumplir su promesa de la noche a la mañana. Apenas el país ha comenzado a ver los primeros resultados, pero la gran mayoría de los ciudadanos los ha valorado en su justa dimensión.

Pese a que la mezquindad política es la carta que regularmente presenta la oposición, para nadie es un secreto que, pese a encontrar un país doblegado ante los males de antaño y los nuevos problemas que se añadieron, el gobierno del presidente Luis Abinader da muestra de un cambio significativo en la sociedad dominicana.

Designar a los representantes del Ministerio Público fuera de las bases políticas y darles luz verde para que actúen en consecuencia, castigar los actos de corrupción administrativa de cualquier lugar dónde se produzcan, son sin duda el inicio del cambio que el pueblo esperaba por décadas.

Además, la continuidad de las obras estatales, la construcción de nuevos proyectos de infraestructura, la eliminación del peaje sombra, también se suman a sus logros de estos dos primeros años de su gobierno.

Pero el gran cambio vendrá una vez que el pueblo comience a ver realidad las obras que el gobierno ha iniciado en todo el país.

Se puede citar un ejemplo palpable de esa realidad que el mandatario se ha comprometido con el pueblo.

El teleférico y el monorriel de Santiago. La llamada ciudad corazón no será la misma cuando su gente disfrute de ese sistema de transporte, el cual no solo impactará a Santiago sino a toda la región del Cibao.

Así dirán los residentes en Montecristi y los demás pueblos de Línea Noroeste con el muelle de Manzanillo, también los capitaleños con otra línea del metro y el sur del país con las grandes inversiones en el sector turístico. Eso solo algunos ejemplos de los tantos que se podrían enumerar.

El cambio abre frente con algunos sectores dentro y fuera del gobierno. Pero el cambio no se produce de la noche de la mañana. Lo positivo del cambio que prometió el presidente Abinader es que ya pueden exhibirse resultados. Lo mejor para el país y para su gente está por venir, esa es la intención del Gobierno y el país espera ansioso verlo hecho realidad, si no en su totalidad, al menos en un  gran porcentaje.