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La familia Utesiana en su recinto Santo Domingo celebró con gran entusiasmo su fiesta de fin de año, reinando el compañerismo y fraternidad entre los que se dieron cita a tan esperado encuentro de los miembros que conforman la comunidad de esta casa que brinda de sol a sol el pan de la enseñanza.
Las autoridades de la alta casa de estudios, encabezada por el magnífico rector Dr. Príamo Rodríguez Castillo se conjugaron con todo el cuerpo administrativo, choferes, pintores, encargados de mantenimiento y limpieza, dejando el formalismo y la sobriedad de lado, entre risas, bailes, dulces, frutas, un suculento almuerzo preparado y servido por los estudiantes de la Escuela de Administración de Empresas Turísticas de UTESA y un stand para plasmar en fotografías el emotivo momento.
Sin música no hay fiesta, es por esto que la Universidad Tecnológica de Santiago (UTESA) decidió agasajar a sus empleados con buena música, una música que invite a pararse de sus asientos y calentar la pista de baile; declarado por la universidad como: “El Maestro del Merengue” Joseito Mateo, como un regalo para los presentes cantó y bailó en vivo haciendo de su presentación un momento sin precedentes, interpretando sus merengues alegóricos a la época.
La Licda. Katherine Reyes, directora de Servicio Estudiantil se encargó de animar la fiesta, haciéndolo de manera formidable, logrando que los ánimos de los presentes permanecieran caldeados de principio a fin.
Para la parte final quedó el momento de la rifa, en la que resultaron agraciados con electrodomésticos, dinero en efectivo y joyas preciosas.
Los pocos que permanecieron disfrutando de la fiesta desde la comodidad de sus asientos, no pudieron resistirse al momento de la “hora loca”, hombres en zancos motivaron a desplazarse por todo el salón formando círculos, llevando sombreros, collares y antifaces coloridos convirtiendo esta fiesta en algo más que un encuentro, una oportunidad de disfrutar de la época más codiciada del año, un tiempo de nacimiento y redención espiritual, de unión, de alegría, tiempo de pasar facturas de logros y fracasos, una ventana que da paso a la esperanza de volver a empezar.