Un grupo de científicos trabaja contrarreloj para proteger décadas de investigaciones sobre el clima

El día 20 de enero, Donald Trump será presidente de Estados Unidos y, entre otras muchas cosas, se ha comprometido a neutralizar la Agencia de Protección Medioambiental, el Departamento de Energía y los programas de la NASA dedicados a estudiar el cambio climático.

¿Qué significa eso? Pues que, probablemente, millones de datos y cientos de investigaciones desaparecerán de los servidores del gobierno norteamericano donde están alojados. Al menos eso piensa un grupo de científicos climáticos que están tratando de preservar toda esa información.

Dependemos muchísimo de Estados Unidos

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Pese a los esfuerzos de la Unión Europea y de otros países, la investigación mundial sobre el clima depende de manera crítica de los recursos, los investigadores y los medios que aporta Estados Unidos. El mejor ejemplo es la NASA.

Aunque la agencia espacial norteamericana siempre ha tenido la mirada puesta en el espacio profundo, en 1991 el presidente Bush padre decidió crear un programa para monitorizar con numerosos satélites la evolución de la Tierra. Podía haber sido otra agencia como la NOAA (la agencia que estudia la atmósfera y el océano) pero en materia espacial ellos tenían la capacidad para afrontar este tema.

De esta forma, a partir de 1999, la agencia espacial lanzó un montón de satélites para monitorizar y recoger datos a tiempo real sobre todo lo imaginable: desde temperaturas, precipitaciones o tormentas a acuíferos subterráneos, calidad de los suelos o incendios forestales.

Este es sólo el caso de la NASA, pero buena parte de la comprensión que hoy tenemos de los problemas medioambientales depende de décadas de investigaciones de al menos una decena de agencias. Investigaciones que corren el riesgo de desaparecer si el presidente Trump cumple sus promesas.

Salvar la investigación

No se trata tanto de que la administración Trump decida intencionalmente de destruir todos esos datos, sino de que el escenario posterior a los recortes presupuestarios y la eliminación de agencias** no puede asegurar que toda esa información vaya a estar disponible**. Si esos repositorios desaparecen de internet o se fragmentan, la investigación climática va a verse muy afectada.

El 11 de diciembre, Eric Holthaus publicó ese tweet. Su intención era clara, salvar todos los repositorios de datos interesantes desde un punto de vista científico. En dos días, habían reunido más de 50 bases de datos a recopilar en un esfuerzo comunitario para «preservar» esos datos e investigaciones. A día de hoy, trabajan a contrarreloj para conseguir tener esos datos a buen recaudo y mantenerlos accesibles pase lo que pase.

Estamos a pocas horas del que muchos piensan que va a ser el peor año para el cambio climático desde hace décadas y este tipo de iniciativas son interesantes. Como reconoce el mismo Holthaus, salvaguardar los datos es necesario, pero no suficiente. Pese a todo lo que hemos descubierto, aún queda mucho por hacer. La duda es como vamos a hacerlo. Pero eso lo dejaremos para el año que viene.

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