Taiwán, tras 40 años de ruptura diplomática de EEUU

Caribbean Digital

Estados Unidos (EFE).– Cuando se cumplen 40 años desde que Washington rompiera los lazos diplomáticos con Taipéi en beneficio de Pekín, Taiwán se debate entre acercarse a China y beneficiarse económicamente o jugar la carta estadounidense para mantener su autonomía.

Varios expertos apuntan que el margen de maniobra de Taiwán se reduce por el cerco chino a la isla, extendido al campo económico, junto al aumento de las tensiones comerciales entre Washington y Pekín.

“Hasta ahora se decía que China ofrecía dinero y Estados Unidos, seguridad, y se buscaba un equilibrio, pero parece que la situación está forzando a decidir por uno de ellos”, asegura a Efe Alexander Huang, profesor de Estudios Estratégicos de la Universidad Tamkang.

Ninguna de las opciones está exenta de riesgo, ya que la experiencia de Hong Kong muestra que China no necesariamente respetará su democracia, y la política exterior de transacción y personalismo del presidente estadounidense, Donald Trump, no garantiza protección a largo plazo.

Además, el espectacular surgimiento económico y militar de China, y las declaraciones en 2013 del presidente chino, Xi Jinping, sobre la imposibilidad de posponer eternamente la reunificación apuntan a que Pekín se marca una fecha límite entre el 2020 y el 2035, según expertos.

Desde el establecimiento en 1949 de la República de China en Taiwán por parte del nacionalista Kuomintang, la isla ha mantenido el equilibrio entre la protección militar estadounidense y la supuesta amenaza bélica y atracción económica de China.

“Taiwán ha estado bajo amparo de EEUU porque China necesitaba económicamente a Washington y no tenía poderío militar para desafiarlo, y EEUU no necesitaba exigir demasiado a Taiwán a nivel estratégico”, explica a Efe el analista político Chen Chian-nan.

Sin Estados Unidos -que al estallar la guerra de Corea (1950-53), envió la Séptima Flota al Estrecho de Formosa, selló el Tratado de Defensa Mutua en 1954 e instauró la Ley de Relaciones con Taiwán (LRT) en 1979, concediendo protección militar y suministro de armas-, probablemente Pekín se habría hecho con el control de Taiwán.

La expulsión de Taiwán de la ONU (1971) supuso una gran crisis nacional, pero la ruptura con Washington fue peor, al sumir a Taiwán en la orfandad diplomática.
El entonces presidente Chiang Ching-kuo -hijo del fundador del Kuomintang, Chiang Kai-shek- optó por el pragmatismo y trató de ingresar en organismos internacionales bajo la denominación “China Taipéi”.

En 1988, Lee Teng-hui llegó al poder -fue el primer nacido en Taiwán en conseguirlo- y dio inicio a la democratización y “taiwanización” de su sistema político, efectuada gradualmente para no provocar un bloqueo por parte de los herederos de Chiang.

Lee intentó convencer a Pekín para que permitiese a la isla seguir su camino, o al menos más espacio internacional, a cambio de inversiones y cooperación económica -entonces, Taiwán superaba a China en producción industrial y tecnología-.

Sin embargo, a pesar del optimismo tras la primera cumbre (1993), cuando Lee quiso dar a Taiwán un perfil más autónomo e internacional con su viaje a EEUU (1995), Pekín reaccionó con firme condena.

Desde entonces, la isla depende económicamente cada vez más de China, que absorbe casi un 40 % de sus exportaciones e invirtió más de 150.000 millones de dólares en unas 50.000 empresas.

Democracia
Sin embargo, Taiwán ha consolidado su democracia e identificación nacional ante la muerte de casi todos los llegados en 1949 y el carácter minoritario de sus descendientes.

China, por su parte, ha pasado a ser la segunda economía mundial, la gran fábrica e inversora del mundo, y una potencia global que moderniza su Ejército vertiginosamente.

Varios países, incluidos antiguos aliados taiwaneses, han aceptado las exigencias pekinesas de reconocer que Taiwán es parte de China y de cortar lazos oficiales con Taipéi, que ahora sólo cuenta con 17 amigos, cuatro menos que hace dos años.

Tras la subida al poder de la actual presidenta isleña, Tsai Ing-wen, de ideología independentista, China interrumpió los contactos oficiales y endureció su cerco internacional.

EEUU, por su parte, ha mostrado un inusual apoyo a Taiwán en los dos últimos años, con la llamada de Tsai a Trump tras su victoria electoral, leyes para elevar el nivel de las visitas oficiales y promesas de más apoyo militar o de protección de los lazos diplomáticos taiwaneses.

Las presiones de Pekín y la intervención de Washington en las relaciones entre China y Taiwán presionan aún más a la isla para que opte por uno de los dos gigantes.