Sonajero: Tercera categoría

Grisbel Medina R./Caribbean Digital
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La mujer fue arrastrada por el cabello en San Juan de la Maguana. En los brazos guarecía un bebé. Cerca de 10 hombres rodeaban la escena. Ninguno ayudó a evitar o detener su suplicio. Un video captó la furia del verdugo, la escena de horror.

En Las Terrenas, una mujer fue salvajemente golpeada, con las manos y con un objeto que al impactar en su cuerpo, provocaba un ruido espantoso. Estaba rodeada de niños y niñas, de infantes y adolescentes que verán ®normal® que un hombre agreda a una mujer.

La brutalidad de los episodios fue recogida y difundida en videos requeté vistos. El repudio ha sido colectivo. El reto es pasar de la repulsión a evitarlo.

La evidencia de los brutales ataques ha quedado filmada. Y confirma que pese a tantas campañas, la mujer sigue siendo vista como ciudadana de tercera categoría. Como una ®cosa® por violentar cuando el otro ®lleve el gusto®.

Desde el Estado se legalizan estos comportamientos. ®En el momento que un hombre paga la cuenta tiene un derecho adquirido sobre la mujer®, es el reciente desatino del diputado José Laluz. Lo peligroso de Laluz es su voz en el Congreso y su presencia diaria ante un micrófono que expande un mensaje que justifica la violencia machista. El legislador fue claro: si un hombre paga la cuenta y no quiero acostarme con él, tiene luz verde para violarme.

El lastre de las mujeres dominicanas es muy pesado. El poder político -dominado por hombres- prefiere llamarlas ®bonitas® y usarlas de menudo en campaña. La iglesia -uno de los poderes más influyentes y manipuladores del mundo- las mantiene pisadas e invisibilizadas bajo el título bíblico de pecadoras y prostitutas.

En el año 2018 se produjeron en el país 6,218 delitos sexuales y 85 mujeres fueron asesinadas por parejas y exparejas. Encima las mujeres ganan 21% menos que los hombres. Ese es el resultado de la desigualdad, la discriminación y la violencia que pesa sobre nosotras, las ciudadanas de tercera categoría.