“Sigo prefiriendo las hamburguesas al gazpacho”

Hace 16 años cogió un avión de Detroit a Sevilla y, allí, encontró el amor. Se llama Ken Appledorn (36) y, además de ser el marido de Jorge Cadaval (Los Morancos) es actor y, ahora, se estrena como ‘escritor’. En ‘De Detroit a Triana’ (MR Ediciones) narra cómo fue aquella aventura y analiza todos los tópicos a los que hace frente un americano en Sevilla.

Corazón ¿Qué le llevó a escribir este libro?

Ken Appledorn Ni soy escritor ni lo tenía en la cabeza, pero salí en el programa de Bertín Osborne y a la gente de la editorial le gustó mucho mi intervención. Así que me preguntaron si me interesaría contar mi historia. En principio me asusté, porque yo no soy escritor. Poco a poco fui escribiendo y, junto a Borja Echevarría, le dimos forma. Yo le mandaba fragmentos en inglés y en español y él me guiaba sobre lo que escribir.

C. En él habla, sobre todo, de los tópicos. Empieza diciendo que le han hecho mil veces el comentario graciosete de: «Ken, como el novio de Barbie». 16 años después de aterrizar en Sevilla, ¿sigue pasándole?

K.A. Sí. Muchas veces antes de que me lo digan, ya me presento yo: «Soy Ken, como el novio de la Barbie» (risas).

C. ¿Es autobiográfico?

K.A. Al 95%. Hay cosas levemente exageradas…

C. Vamos, que hablando de tópicos, se le ha pegado la exageración andaluza.

K.A. Un poquito. Aunque solo sea para darle un tono más simpático. En algunos detalles ha sido porque tengo la memoria de un pez. Pero sí, hay cosas levemente exageradas. Y hay historias que en la realidad eran más graciosas de como han quedado en el libro.

C. ¿Es cierto que a su marido, Jorge Cadaval, le preguntan si el guiri de Omaíta y Antonia estaba inspirado en usted?

K.A. Sí, aunque es anterior a que nos conociéramos, pero le hacen mucho la broma de si soy el personaje de Los Morancos. También le preguntan si él habla inglés gracias a mí y lo hablaba bastante bien antes de que yo entrase en su vida.

C. ¿Qué fue lo más duro de las primeras semanas en España?

K.A. No entender a la gente. También en España pasa que si estás en una terraza para tomar una cerveza, si no gritas, no te atienden Y, por lo general, no se pide por favor. Y a mí me cuesta, porque aquí si no lo dices con fuerza y con ganas no vale.

En Sevilla no hace falta una alarma para despertarse, sino para acostarse»

C. Hablando del idioma, cuenta en el libro que aprendió parte de su español escuchando a José María García. Para que luego se menosprecie al periodismo deportivo…

K.A. Sí y también en el estadio del Sevilla, el Sánchez Pizjuán, aprendí mucho.

C. ¿Qué es lo mejor y lo peor de Sevilla?

K.A. Lo mejor es la calle y lo sociable que es la gente, que hay mucha vidilla. Hay un ambiente para salir y pasarlo bien, siempre hay alguien para tomar algo. Y lo peor es lo mismo (risas). Siempre digo que necesito una alarma no para despertarme, sino para acostarme.

C. Este viaje, que empezó siendo académico, acabó siendo la mayor historia de amor de su vida. Aunque solo fuera por conocer a Jorge, supongo que volvería a hacerlo.

K.A. Por supuesto. Es lo mejor de mi vida. El amor de mi vida.

C. Le conocemos por él, pero usted tiene su carrera e, incluso, una Biznaga de Plata. ¿El libro puede servirle para quitarse la etiqueta de ‘marido de’?

K.A. Yo nunca me he visto como el marido de Jorge Cadaval, no sé si el público sí. No es algo que me plantee ni que me moleste o preocupe. A mí, si me apetece hacer algo, lo hago. No me condiciona estar casado con él.

C. Está muy lejos de su casa y, supongo, seguirá echando de menos a su familia.

K.A. Mucho. Es lo que echo de menos, porque Troy, mi ciudad, bonita no es. Es difícil. Pero los amigos y la familia tiran.

C. ¿Prefiere el gazpacho a las hamburguesas?

K.A. No, sigo prefiriendo las hamburguesas. Pero el jamón sí me gusta más que las hamburguesas.

C. Además del libro, tiene un proyecto en la televisión. Cuéntenos.

K.A. Se llama Me lo dices o me lo cantas (Telecinco). Está un poco en la línea de los musicales, que es lo que he querido hacer siempre. No canto bien ni bailo bien, pero me defiendo. Y siempre he querido hacerlo y este es un programa guay, porque te permite reírte de ti mismo bailando, cantando y cambiando la letra de la canción. Me han dicho que es algo así como un programa que hubo hace años, La parodia nacional, pero mezclado con el formado de talent show,que tan de moda está ahora.

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