RT habla con Fredy Muñoz, periodista colombiano absuelto de una acusación de terrorismo

La Sala Penal de la Corte Suprema de Justicia colombiana decidió, en un fallo de última instancia, absolver completamente de los cargos de rebelión y terrorismo al periodista Fredy Muñoz Altamiranda, que se encuentra refugiado desde el 2007 en Venezuela, informó en un comunicado el Partido Comunista de Colombia. 

Desde esta nación suramericana, Muñoz contó a RT toda la historia detrás de esta decisión judicial.

¡Hágase a la derecha!

El periodista Fredy Muñoz Altamiranda miró con extrañeza al funcionario de emigración que retenía su pasaporte en el aeropuerto ‘El Dorado’ de Bogotá.

Eran las 8:45 de la noche, del 19 de noviembre de 2006 y Fredy, entonces corresponsal colombiano del canal Telesur, volvía a su país luego de permanecer dos semanas en Caracas, donde asistió a unos talleres de actualización profesional en la base central de la cadena.

Atendiendo el pedido del funcionario, dio tres pasos a la derecha saliendo de la fila de pasajeros que, junto a él, descendían del vuelo de Aeropostal. Casi de inmediato fue flanqueado por dos agentes del Departamento Administrativo de Seguridad (DAS), el principal centro de inteligencia estatal de Colombia (hoy desintegrado), que le pidieron al periodista «les hiciera la bondad de acompañarlos».

Colombia y Venezuela

Ese año 2006, iniciaba el segundo período de gobierno de Álvaro Uribe Vélez, como presidente colombiano y las descalificaciones del mandatario hacia la línea editorial del canal latinoamericano eran constantes, así como la fricción con el gobierno de Hugo Chávez.

Muñoz presintió que algo raro tejía el DAS y pidió a Horacio, el camarógrafo que viajó con él, que alertara de inmediato a su familia y también a los directivos del canal.

Lo condujeron a una oficina donde le notificaron la causa de su retención.

«Un fiscal de la Unidad de Reacción Inmediata de Barranquilla me señalaba de cometer actos terroristas, como bombardeos a centrales eléctricas, instalaciones empresariales y edificios comerciales de Cartagena», relató el periodista a RT.

Fredy miró su reloj y recuerda que faltaban cinco minutos para las nueve de la noche, cuando escuchó semejante acusación.

Premeditación

Días después, se enteró de que la orden de captura en su contra había sido enviada al DAS, el 3 de noviembre de 2006. 

«Yo salí de Colombia el día 6. Es decir, lo hice legalmente y con la orden de captura vigente. El DAS se hizo de la vista gorda. Solo cuando regreso a Colombia, me capturan. Eso demuestra que había una determinación del DAS y el gobierno de Uribe a convertir mi captura en un asunto binacional, buscaron comprometer el nombre de Venezuela».

Del aeropuerto lo trasladaron esposado al barrio Paloquemao, donde estaba la sede central del DAS, en la capital colombiana. Allí durmió esa noche y al día siguiente, en un vuelo privado lo condujeron a las oficinas del DAS en la ciudad de Barranquilla. Luego de otros 20 días, Fredy fue ingresado en la cárcel El Bosque de la misma ciudad.

Pero las pruebas presentadas en su contra «no eran contundentes», así que Tito Gaitán, abogado defensor asignado por la ONG Minga, logra que el periodista salga en libertad, bajo una figura denominada ‘indubio pro reo‘ (la duda favorece al reo) el 8 de enero de 2007.

Exilio

Fuera de prisión, pero con el juicio sin concluir, Muñoz recibió una serie de amenazas a su vida por cuenta de la banda paramilitar Águilas Negras.

Sus superiores de Telesur le enviaron un fax informándole que era requerido para que asumiera la corresponsalía venezolana de la televisora, como una forma de protegerlo de esas amenazas.

«Pero ese llamado coincidió con una segunda orden de captura que emite la Fiscalía colombiana, a raíz de unas fotografías mías publicadas en la revista ‘Cambio’, y Telesur nunca me revinculó».

Muñoz, que ya se encontraba en suelo venezolano, decide «bajar el perfil» e irse a la clandestinidad. «Me dediqué a buscar la manera de que el Gobierno me diera alguna protección», contó el periodista.

Sería en el año 2010 cuando, finalmente, recibe de una comisión gubernamental la categoría de «refugiado político«.

Mientras que en Colombia la historia era otra. «Fui juzgado en ausencia y condenado a 15 años de cárcel, sin goce de derechos políticos. Yo fui víctima de un montaje judicial«, agrega.

Luego de 7 años de un largo juicio, cree que su estadía en Venezuela «ha sido lo menos parecido a un exilio. Este país hizo lo que tenía que hacer, proteger al perseguido».

Y solo lamenta no haber estado cerca de «los compañeros que murieron a lo largo de estos años».

¿Regresar?

Para cerrar el proceso judicial en su contra, explicó, el abogado defensor debe oficiar al tribunal y este debe levantar la orden de captura contra el periodista colombiano. Luego, tendrá que presentarse ante la corte para que se restituyan sus derechos ciudadanos. «¡Y para volver a ser un colombiano normal!».

El fallo que exculpa al periodista ocurre en «un momento especial», dice, porque «está en marcha un proceso de paz, es un momento clave. Yo quiero ir y participar de los cambios que se están sucediendo».

No obstante, sabe que aún su vida corre riesgo. «Por mi ideología y por el trabajo periodístico que he realizado, sé que corro toda suerte de peligros. Pero eso hace parte de la historia que vivimos. La derecha mata gentes como nosotros todo el tiempo y solo la convicción por lo que hacemos nos mantiene trabajando».

¿Falso positivo?

Muñoz opina que su caso se trató de un montaje judicial, ya que quisieron involucrarlo con hechos que realmente ocurrieron, pero en los que él no participó. Mientras que los llamados ‘falsos positivos’ son invenciones de eventos para culpar a una o varias personas.

«Yo no veo el caso como nada personal. Antes de entrar a Telesur yo era un periodista más, un periodista de izquierda que trabajaba para un canal regional. Ciertamente, siempre hice un trabajo incómodo al establecimiento, pero no con la magnitud de poder preocupar a un gobierno como el de Uribe, que en ese momento gobernaba el país».

En definitiva se trató de un ataque a la libertad de expresión, precisa el reportero, «especialmente a la nueva expresión latinoamericana que insurge».

 

Ernesto J. Navarro

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